viernes, junio 27, 2014

El Vaticano presenta un informe muy realista del «estado de la familia» en todo el mundo

El extenso documento de trabajo para el Sínodo de la Familia, que el Vaticano presenta el jueves 26, es una «radiografía de la realidad» en todo el mundo, que servirá de punto de partida para una reflexión de dos años – las asambleas de obispos de octubre del 2014 y octubre del 2015- hasta terminar en una exhortación apostólica del Papa Francisco a principios del 2016.



Las respuestas de las conferencias episcopales al cuestionario de 38 preguntas enviado por la secretaria general del Sínodo de Obispos reflejan lo que todo el mundo sabe: la caída en picado del número de matrimonios en Occidente, la poligamia en África, los matrimonios forzados –de menores de edad e incluso de niños- en el mundo islámico, etc. El compromiso matrimonial para toda la vida asusta a buena parte de la generación más joven, que sufre además el grave problema del paro juvenil. Conseguir un trabajo y una casa que garanticen un mínimo de estabilidad a la nueva familia es cada vez más difícil.
La extensa «radiografía» refleja cambios legislativos como el matrimonio homosexual o la reproducción asistida pero, sobre todo, el cambio de actitud de los cristianos occidentales respecto a los anticonceptivos, las parejas de hecho o el convivir antes del matrimonio. En algunos países, el 80 por ciento de las parejas que asisten a cursos de preparación al matrimonio conviven desde hace tiempo y, frecuentemente, tienen ya uno o más hijos.
Todos estos datos servirán al Sínodo de Obispos de octubre del 2014, en que participan sólo los jefes de las conferencias episcopales y los jefes de departamentos del Vaticano- para abordar la atención espiritual a las familias desde un cuadro realista: la mayoría no corresponde al modelo «ideal». Es necesario ayudar a personas divorciadas vueltas a casar, a hogares deshechos y rehechos, a familias monoparentales, etc.
El Papa quiere un Sínodo realista y sin ningún tema «tabú», pero que preste atención a todos los problemas y no solo a debates de moda en países ricos.
El pasado 26 de mayo, durante el vuelo de regreso de Tierra Santa, el Papa comentó a los periodistas que «a mí no me ha gustado que tanta gente, incluidos algunos eclesiásticos hayan dicho: ‘Ah, sí, es un Sínodo para dar la comunión a los divorciados’, y se quedasen enganchados en ese punto, como si todo se redujese a una casuística».
El Papa insistió en que «la cosa es mucho más amplia. La familia está en crisis, en una crisis mundial. Los jóvenes no quieren casarse. O no se casan, o conviven. El matrimonio está en crisis y también la familia». Por eso desea ir a la raíz de los problemas y, después, mejorar lo que sea necesario: «estudiar los procedimientos de nulidad matrimonial, clarificar que los divorciados no están excomulgados aunque tantas veces se les trata como si lo fueran. Será un sínodo sobre la familia: su riqueza y sus problemas».
Saliendo al paso de expectativas desproporcionadas, el cardenal Lorenzo Baldisseri, secretario general del Sínodo de Obispos, advirtió que ni la asamblea de este mes de octubre del 2014 ni la más amplia en octubre del 2015 –en la que participaran obispos elegidos por las respectivas conferencias episcopales- van a traer cambios sobre la doctrina del matrimonio.
Lo que traerán será un cambio de actitud. Sobre todo, un mayor espíritu de acogida de los divorciados o de las parejas no casadas en la vida de la parroquia, con la idea clara de que los sacerdotes, diáconos, catequistas y voluntarios están para ayudar a quien lo necesita, sea cual sea su situación. El Papa ve la Iglesia como «un hospital de campaña», en que se da prioridad a los heridos más graves y a los problemas más serios.