Fuerzas Armdas: el sueldo o la gloria – Por Antonio Caponnetto
El descubrimiento de las malandanzas del Gral. César Milani —cualquiera sea el volumen de las mismas, y no parece ser de escasa monta— ha sido objeto de encontradas interpretaciones, erradas todas a juicio nuestro.
Para el gobierno, y siguiendo una costumbre ya connatural a su
condición corrupta, todo kirchnerista es inocente e impune, aún y sobre
todo cuando se demuestra su culpabilidad.
Las incongruencias reales o supuestas no le hacen mella alguna, pues ha
adquirido para soportarlas el cuero innoble de esos animales rastreros
que, a efectos de defenderse, despiden fétidos olores o desgranan por
doquier filosas púas.
La oposición, por su parte, sin saber que en esto coincide con su
presunto oponente, registra en el núcleo mismo de las acusaciones al
soldadote el hecho de haber participado en el Operativo Independencia; ignorando
adrede sobre el mismo un dato capital: que fue una guerra limpia,
jalonada de hazañas y de miembros heroicos de nuestras Fuerzas Armadas,
gloriosamente heridos o muertos en combate. Fue, en cifra, la expresión más legítima de una contienda justa librada contra la Internacional Marxista.
Sin embargo, y con tal de capitalizar el caso contra el
oficialismo, lo que habitualmente se llama “derecha”, no trepida en
cargar las tintas sobre el tema.
La misma oposición aludida —a diestra o a siniestra lo mismo da—
subraya como concausa de la culpabilidad del episodio, el hecho que el
Gobierno estaría preparando o ejecutando un Plan de Inteligencia para el
control o el sojuzgamiento de sus adversarios.
Nada que no haya hecho ya, con el soporte técnico que despliega a
mansalva, sin necesidad estricta de que intervengan en esto los
burócratas castrenses.
Otra es la gravedad de fondo, y no quiere verse.
Y es que desde hace un mínimo de treinta años las Fuerzas Armadas han
adoptado una actitud suicida y homicida; respecto de sí misma lo
primero, y de la sociedad lo segundo.
Esa doble actitud fue científicamente programada en los tiempos
avasallantes de la Unión Sovietica, y se extendió por otras naciones,
incluyendo o excluyendo ciertos matices, según conviniera.
La síntesis del plan podría enunciarse de este modo: las Fuerzas
Armadas traspasan democráticamente el poder a los ideólogos y artífices
de la subversión; el grueso de sus mandos acepta ser juzgado y
encarcelado por aquellos; aceptan asimismo ser desmovilizadas material y
espiritualmente, hasta vivir en permanente estado de acorralamiento y
de ultraje.
Finalmente, y salvo solitarias y escasas excepciones, terminan cooperando activamente con la revolución marxista. Se purgan a sí mismas de los elementos “reaccionarios”, y acaban siendo el brazo armado del “proyecto nacional y popular”.
Para lo cual, previa y simultáneamente, han tenido que admitir o
propiciar el lavado de cerebro colectivo entre sus miembros; no
solamente en materia de contenidos intelectuales, sino del mismo ethos militar clásico.
Por eso, no basta con revisar los nuevos planes de estudio de los
institutos militares par constatar el oprobio, sino contemplar a los
Granaderos tocando la guitarra con Boudou o compartiendo los sones del
himno con una murga raposa y prostibularia.
Así las cosas, Milani es apenas un nombre ocasional y suelto en esta larga y gruesa cadena de felonías y de miserias morales. Seguirá o no su curso, según lo decidan loskomisarios del terrorismo devenidos en funcionarios. Lo mismo da quien sea su hipotético reemplazante. Los traidores a la patria pierden sus nombres para ser llamados simplemente mercenarios.
El setentismo también seguirá su curso; sea en su versión
mitigadamente meaculpista (que no alcanza nunca para que sean
encarcelados sus responsables), o sea en su versión virulenta y salvaje,
que es la que practica el kirchnerismo. La pesadilla sólo podría tener fin si las Fuerzas Armadas reaccionaran y actuaran en consecuencia. ¿Y qué significa esto? Depende. Pero por lo pronto, conocer la distinción que hacía Quevedo: “una cosa es, en los soldados, obedecer órdenes, otra seguir el ejemplo. Los unos tienen por paga el sueldo; los otros la gloria”.
Agosto trae dos fechas a medida para recordar ejemplos antes que órdenes, y gloria antes que salarios. El Día de la Reconquista y el Día del Aniversario del tránsito de San Martín.
Los protagonistas centrales de estos fastos no pasaron a la historia
por ser partes de proyectos corruptos, sino por encuadrarse fervorosos
al servicio de Dios y de la Patria.