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Argentina: Mamá Hebe no se toca – por Malú Kikuchi
En
esta Argentina nuestra, ¿sigue siendo nuestra o se la apropió Cristina?
nada tiene valores, todo tiene precio. Nada es sagrado, todo puede
tergiversarse, manipularse, mentirse, acomodarse, degradarse o
ensalzarse; depende de las circunstancias y necesidades del gobierno. Se
actúa sin pudor y con impunidad total. La verdad ha muerto. El FPV la
enterró.
Dentro de la maraña de mentiras descaradamente visibles, parte del
poder judicial, vaciado de justicia desde hace mucho, trabaja para el
ejecutivo. No para la gente, no con *“la voluntad de dar a cada uno lo
que merece”, sino que adecua sus decisiones a los tiempos electorales.
Argentina tiene sus **monstruos sagrados, intocables, más allá del
bien y del mal, muy por encima de las leyes que limitan a los demás
mortales; mamá Hebe es uno de esos monstruos sagrados, cuyo mérito
principal es tener una lengua filosa y conocer hechos que comparte y que
sin lugar a dudas, no deben ser divulgados.
¿Se acuerda de “sueños compartidos”, esa gran estafa a la gente que
soñaba con la casa propia, a los obreros que no fueron pagados, y a todo
el pueblo argentino que contribuyó forzadamente con sus impuestos a
enriquecer a ciertas personas y empobrecer al resto? Anularon el
proceso.
Un poco de memoria. Desde el advenimiento de los K al poder, la
fundación Madres de Plaza de Mayo, línea Bonafini, creció sin parar, con
dineros del pueblo argentino. Desde una universidad, hasta una radio,
pasando por la construcción de casas para los necesitados. ¿Con qué
experiencia o conocimientos para tales emprendimientos? Ninguno. Aducir
que sus hijos habían sido “maravillosos muchachos idealistas”.
En algún momento de nuestra convulsionada historia, Sergio
Schoklender, parricida (madre y padre), condenado como tal, sale de la
cárcel recibido de abogado y pasa a ser hijo adoptivo y apoderado de
mamá Hebe. Se hace cargo a través de una empresa de su propiedad,
Meldorek, de la construcción de las casas de “sueños compartidos”. Su
hermano Pablo, también condenado por parricidio, es el bibliotecario de
la fundación.
Algo pasa. Las casas no se construyen. El dinero desaparece. La hija
de mamá Hebe, Alejandra, también interviene en el tema construcción.
Cuando las finanzas se complican demasiado nombran a la ex ministra de
economía Felisa Miceli (la de la bolsa con US$/$/EU en el baño del
ministerio), a hacerse cargo de las mismas. Pero ya no tenían arreglo.
Resumiendo, dinero del estado, o sea nuestro, para construir
viviendas por personas que no saben nada de construir viviendas. El
dinero y la construcción manejados por mamá Hebe, madre de desaparecidos
(¿?), por su hija Alejandra y por 2 parricidas “adoptados”, en
reemplazo de los 2 hijos que mamá Hebe dice que están desaparecidos. Del
dinero “desaparecido” en serio, se ocupa la ex ministra que no puede
explicar el dinero en su baño ministerial.
En mayo 2011, los Schoklender, distanciados entre sí, se pelean con
mamá Hebe. Denuncias de corrupción de un lado y del otro. El caso cae en
el juzgado de Oyarbide, ¡qué casualidad!, que en junio detiene a los
hermanos y a Alejandro Gotkin, contador de Sergio. Todos acusados de
asociación ilícita, por retirar fondos de la fundación sin
justificación. Alejandra y mamá Hebe, zafan. Los funcionarios que
entregaron el dinero, también.
Fundación Madres nunca entregó los documentos pedidos por Oyarbide y
éste allanó la Fundación 1 mes después. Tardó en procesar a 44
personas, insistiendo en dejar de lado a mamá, su hija Alejandra y
algunos financistas.
Sergio, entre detención y detención (fueron varias),
inteligentemente, se paseó por todos los medios de comunicación, dejando
caer de a poco, pero cada vez con mayor “generosidad”, información
sobre la estafa de los fondos públicos (nuestros), insinuando retornos a
ciertos funcionarios, filtrando claramente: “o me dejan en paz, o
prendo el ventilador y hablo”.
Igual que Ricardo Jaime ex secretario de transportes de la nación,
íntimo de “Él” y dicen que su valijero personal. Ante la primera
acusación, hace años, al preguntarle los periodistas si “Él” iba a
echarlo, contestó: “Me puede pedir que le traiga un café y se lo traigo,
no puede echarme. Hace 20 años que nos conocemos”. No es una frase de
la mafia siciliana, ni una amenaza del cártel de Sinaloa, lo dijo Jaime.
Alguien desde el gobierno, lo creyó.
Resultado. La Sala 1 de la Cámara Federal, cuestionó el proceder de
Oyarbide, ¡sólo en este caso! y anuló todo lo actuado hasta ahora. Hay
que volver a empezar, cuestión de alargar el juicio lo suficiente como
para que prescriba. Se trata de $750 millones que el estado entregó a la
Fundación y se habla de un desvío de $228 millones, nuestros. Y en caso
Jaime, no sólo no lo detuvieron, se levantó la orden, sino que ya no
debe presentarse en estos días, al juicio oral en Córdoba. Amenazar con
hablar, reditúa.
Consejo del Viejo Vizcacha actualizado a los tiempos K: “si le robás
al estado, hacelo con funcionarios importantes. Asegurate las pruebas
sobre que funcionarios metieron la mano en la lata, cuándo y por cuanto.
Con esas pruebas tenés la libertad y la guita del afano, asegurados”.
Ahora sí, respetando a José Hernández, “hacete amigo del juez, (…)
pues siempre es gueno tener palenque ande ir a rascarse”. Y ya que
estamos citando, Yabrán decía que “el poder es la impunidad”. Y saber
quién es corrupto en el estado, da poder y asegura impunidad.
*Domicio Ulpiano (170/228), jurisconsulto, Roma; definición de JUSTICIA.
**Jean Cocteau, “Los monstruos sagrados”, obra de teatro, 1948.