Gibraltar, 300 años de expolio - ABC.es
Gibraltar, 300 años de expolio
El inhóspito Peñón es un emporio de riqueza a costa de España, con los españoles como sirvientes
afp
Gibraltar, esa herida abierta en la punta sur de nuestra geografía, vuelve a supurar. Y van ya 300 años de expolio ininterrumpido,
de expansión permanente, de incumplimiento de la palabra dada. Ocupado
por una escuadra anglo-holandesa en nombre de un pretendiente austriaco
al trono español, Londres exigió
en Utrecht, como condición para reconocer al pretendiente francés,
quedarse con la plaza, «hasta sus murallas», «sin conexión alguna por
tierra» y «obligándose a dar a España la primera opción a recuperarla si
algún día decidiera deshacerse de ella». [Consulta el gráfico completo del avance británico en el Peñón.]
Hoy, ocupa la mitad del istmo nunca cedido, arroja grandes bloques de hormigón a la bahía,
tampoco cedida, y protesta porque los accesos terrestres no estén
abiertos de par en par, para que los gibraltareños puedan ir y venir a
su antojo desde sus mansiones en la Costa del Sol a sus oficinas en la
Roca, donde se blanquea dinero
y realizan ventas de todo tipo, incluidas las de armas. Por si ello
fuera poco, pueden gozar de nuestros servicios sociales, la sanidad
incluida, sin pagar un duro a nuestra Hacienda, como informaba el viernes Luis Ayllón en ABC.
Cumplimiento de normativa
Es lo que han venido haciendo desde hace tres siglos y
pretenden seguir haciendo, protestando por los controles en ese paso,
cuando España esta sólo cumpliendo la normativa europea y del G-20, que
el 22 de mayo pasado decidió acabar con los paraísos fiscales que están costando un billón, es decir un millón de millones, de euros anuales, a la UE,
que en términos mundiales se elevan a 23 billones. Y Gibraltar, pese a
todos los afeites que se intente darle, es un paraíso fiscal. Diría
incluso que más que una colonia inglesa en territorio español, pues se
cedió, «sin jurisdicción territorial alguna». España es una colonia de
los ingleses y los gibraltareños. Con amigos así, no necesitamos enemigos.
La historia moderna de Gibraltar, como queda dicho, es la
historia de un expolio continuado, que ha hecho del inhóspito Peñón un
emporio de riqueza a costa de España, con los españoles como sirvientes,
si bien algunos, como los que han abierto allí oficinas y filiales, se
prestan a la labor de ocultación del dinero que huye de nuestro fisco, y
otros, a la mucho más humilde de contrabandear tabaco: hasta cien millones de cajetillas importa Gibraltar cada año, la mayor parte con destino a nuestro país.
Todos los intentos militares de acabar con esa lacra han
resultado infructuosos. Los políticos, también. Sólo hemos logrado un
éxito diplomático, aunque este, importante. Ocurrió hace 50 años, en la ONU,
cuando los ingleses, presionados por la descolonización en marcha en
todo el mundo, planearon esquivar la cláusula del Tratado de Utrecht que
les obliga a ofrecer a España la primera opción a recuperar la plaza si
un día decidiesen deshacerse de ella, y ofrecieron a los gibraltareños el derecho a la autodeterminación.
Jugada teóricamente brillante, pues se usaba la descolonización para
mantener una colonia, al estar los gibraltareños de acuerdo en mantener
su estatuto. ¿No van a estarlo habiendo unido su destino al de la
potencia colonial?
Larga batalla
Fue una batalla larga –cuatro años– y difícil, pues Inglaterra era una de las vencedoras de la Segunda Guerra Mundial,
mientras que sobre España pesaba la nube negra de sus relaciones con
Hitler. Sin embargo, se ganó, por una serie de previsiones y
casualidades, en las que hubo mucho de exceso de confianza británica,
que condujeron, el 19 de diciembre de 1967, a una resolución de la
Asamblea General donde se establece que Gibraltar tiene que ser
descolonizado por negociaciones entre los Gobiernos español y británico,
teniendo en cuenta el principio de que «toda situación colonial que
destruya parcial o totalmente la unidad territorial y la integridad
territorial de un país es incompatible con los propósitos y principios
de la Carta de Naciones Unidas». Que era tanto como dar la razón a
España en el contencioso.
Una resolución de la Asamblea General de la ONU establece que Gibraltar tiene que ser descolonizado
Que los ingleses se negaran a cumplir la resolución entraba
en lo previsto. Que los españoles no nos mantuviéramos firmes en ella,
no tanto, pues hay que recordar que la inconstancia es uno de nuestros
rasgos, y, tras cerrar la Verja, volvimos a abrirla, para iniciar una
serie de concesiones hasta llegar al extremo de admitir a los
gibraltareños como interlocutores y visitar oficialmente nuestro
ministro de Exteriores la colonia, que era tanto como reconocerla. En
aquellos momentos, la ONU, negándose tachar Gibraltar de la lista de colonias, defendía los derechos españoles mejor que nuestro Gobierno.
Respuesta del Gobierno
Con la vuelta del PP al poder, se ha detenido este proceso de concesiones. García-Margallo
ha cancelado el Foro Tripartito e intenta recuperar el terreno perdido,
pero no es fácil, como siempre que los ingleses muerden algo, legal o
ilegalmente. Que se lo pregunten a los irlandeses. El pulso se libra
ahora en la bahía de Algeciras,
nunca cedida, que intentan convertir en «hinterland», en territorio de
apoyo de la roca pelada, y en los pasos a ella, que pretenden mantener
libres de todo control, lo que no ya el Tratado de Utrecht, sino la
moderna normativa europea contempla. España ha respondido restableciendo
esos controles, en defensa no solo de sus derechos, sino también de los
europeos.
El pulso se libra ahora en la bahía de Algeciras, nunca cedida
La culpa es nuestra
Esta es la gente con la que nos la jugamos. Les das la mano
y te cogen no el brazo, sino el cuerpo entero. Y, encima, exigen que
les estés agradecido. Pero la culpa no es suya. La culpa es nuestra por
consentírselo. Porque si te engañan y roban una vez, dos todo lo más, la
culpa es del ladrón. Pero a partir de tres, la culpa es del robado.