El Papa perdona a su mayordomo
Día 23/12/2012 - 17.00h
Paolo Gabriele ya se encuentra en su casa del Vaticano junto a su familia
Benedicto XVI visitó la cárcel del Vaticano para
entrevistarse con su exmayordomo, Paolo Gabriele y comunicarle
personalmente la concesión de la gracia que le puso en libertad al
término de un encuentro de un cuarto de hora, celebrado desde las 12.15 a
las 12.30 del sábado en la sala de visitas a los detenidos. Es el punto final al caso «Vatileaks», que trajo de cabeza al Vaticano durante la primera mitad de este año.
Una hora después del encuentro en la cárcel,
el portavoz Federico Lombardi daba la noticia de la visita y confirmaba
que “Paoletto” estaba ya con su familia en su casa, a tan sólo unos
veinte metros del cuartel de la Gendarmería Vaticana donde ha cumplido
una parte mínima de la condena a dieciocho meses de cárcel por «robo con
agravantes» de millares de documentos. Lombardi añadió que Paolo
Gabriele seguirá disfrutando de un empleo y una vivienda de la Santa
Sede pero, naturalmente, fuera del territorio del Estado del Vaticano.
En un comunicado oficial, la secretaria de Estado del
Vaticano afirma que la visita a la cárcel ha sido «un gesto paterno
hacia una persona con la que el Papa ha compartido, durante algunos años
un ambiente de familia».
A la medida de gracia concedida por Benedicto XVI a Paolo
Gabriele se añade otra similar en favor del técnico informático Claudio
Sciarpelletti, quien había sido condenado a tres meses de cárcel por
«favorecimiento» pero que nunca llegó a ingresar en prisión. De hecho,
llevaba ya dos semanas trabajando normalmente en su oficina después de
una temporada de descanso. La gracia papal borra sus antecedentes penales, por lo que su carrera profesional puede continuar sin manchas.
El perdón del Papa al mayordomo había sido considerado
inminente por el portavoz del Vaticano al término del juicio el pasado 6
de octubre. Pero Benedicto XVI prefirió esperar a que terminasen los
plazos de recurso y el proceso a su cómplice. Posteriormente prefirió
dejar transcurrir una parte de la pena, visto que la mayor parte de las
personas que trabajan en el Vaticano consideraban escandaloso poner
inmediatamente en libertad a un colega que había causado un daño
gravísimo al Vaticano y que había violado también la privacidad de
docenas de personas cuyas cartas confidenciales al Papa terminaron
publicadas en un libro el pasado mes de mayo.
Benedicto XVI prefirió no hacer ninguna mención al caso
«Vatileaks» el viernes en su discurso de Navidad a la Curia romana, que
incluye la recapitulación de los principales acontecimientos del año. En
ese momento su decisión estaba ya tomada: visitar al exmayordomo al día
siguiente y poner punto final a esta historia tan lamentable. El
Vaticano confía en que el arrepentimiento de Paolo Gabriele sea sincero y
que se abstenga de caer en otra tentación muy fuerte: divulgar más
información confidencial sobre el Papa o acudir a las televisiones a
contar su rocambolesca aventura. Invitaciones y propuestas millonarias
no le van a faltar.