Z9-2012 Las cosas por su nombre
Buenos
Aires, 11 de octubre de 2012
Sr. Director
Las cosas por su nombre
Sobre el conflicto
salarial ocurrido entre el gobierno nacional y las Fuerzas de Seguridad, muchas
voces se han alzado expresando sus opiniones, desde las más sensatas hasta las
más disparatadas y malintencionadas. Entre las más sensatas están las que reconocen
y encuadran al conflicto como un justo y legítimo reclamo salarial, mientras
que entre las disparatadas se incluyen las que sostienen que en realidad se
trata de un golpe de estado al mejor estilo “carapintada”. Y
respecto a las mal intencionadas, están las que pretenden involucrar la
situación planteada con la figura del coronel Seineldín
y de quienes lo acompañamos en los pronunciamientos dignificadores
de las FFAA. En tal sentido no han faltado quienes han querido comparar aquellos pronunciamientos de un sector de las Fuerzas
Armadas y de Seguridad con este planteamiento salarial que tiene como protagonistas exclusivos a los
suboficiales.
Para no sumarnos a
la confusión ante tan erróneos y malintencionados conceptos, quienes fuimos
protagonistas de dichos pronunciamientos y, en particular del 03 de diciembre
de 1990 que lideró el Coronel Mohamed Alí Seineldín
consideramos oportuno hacer algunas aclaraciones y llamar a las cosas por su nombre:
1. Sobre la acusación de
golpistas: la Cámara Federal
que nos condenó, en los fundamentos de dicha condena expresó taxativamente que
“los hechos del 3 de diciembre de 1990 no pueden ser
considerados como un golpe de estado ni siquiera en grado de tentativa”.
Y consideró como atenuantes que “los protagonistas
habían actuado guiados por motivos de elevado valor moral y social”.
2. Sobre la ruptura de la
cadena de mandos: el pronunciamiento del 3 de diciembre de 1990 se ejecutó bajo la conducción
de un oficial superior, (el coronel Seineldín), un estado
mayor compuesto por oficiales superiores y jefes, jefes de objetivos de la
jerarquía de oficiales jefes. Los suboficiales que en forma voluntaria
participaron patrióticamente de los hechos, cumplieron su rol de auxiliares del
personal superior y sus responsabilidades no superaron esos límites. Siempre
tuvieron claro que estaban ahí para defender valores y principios superiores. Dios
y la Patria
fue su consigna y por esos valores supieron dar la vida el Sargento Guillermo
Verdes y el Cabo 1ro Rolando Daniel Morales, y su testimonio de lucha, todos
los bravos suboficiales que debieron pasar largos años en la cárcel. Ninguno de
ellos fue condenado con penas superiores a la de los jefes responsables,
cuestión esta que específicamente los jefes solicitamos a los jueces para
evitar mayores consecuencias sobre la ruptura de la cadena de mandos. En
nuestros alegatos pronunciados ante los jueces de la Cámara Federal,
entre otras cosas, denunciamos que si la conducción de las FF.AA. no asumían
sus responsabilidades y continuaban siendo cómplices del poder político que
busca y sigue buscando la destrucción de las mismas, no debería extrañarse la
ciudadanía que el día de mañana en lugar de encabezar un pronunciamiento un
coronel, lo haga entonces, un capitán, un teniente, o hasta un sargento. Los pronunciamientos
“carapintadas” generaron una fractura vertical de las Fuerzas,
manteniendo las jerarquías; el planteo actual, al no tener personal superior
que lo conduzca, implica una fractura horizontal y la consecuente ruptura de la
cadena de mandos.
3. Sobre las motivaciones
salariales:
jamás el tema salarial estuvo presente en los reclamos
“carapintadas” por más que éramos conscientes que la política de
reducir a niveles miserables el presupuesto de las FFAA instaurado por Alfonsín
y continuado por los sucesivos gobiernos, inexorablemente llevaba a estas a su
desnaturalización. Y en particular, el pronunciamiento del 3 de diciembre de
1990 denunció la destrucción total de la Defensa Nacional
como paso previo de la entrega de la
Nación (lo que hoy estamos viviendo). Los generales de la
época, con Balza a la cabeza, artera y falsamente,
utilizaban la excusa de las rebeliones “carapintadas” para amedrentar
al poder político y así obtener aumentos salariales.
Al margen de lo expresado,
entendemos como muy justos los reclamos salariales de las FFSS, reclamos que
debieron hacer los comandantes de las mismas y no su personal subalterno,
porque el bienestar del personal es una función propia del Comando y de todo
buen jefe que se precie de tal.
¡Por Dios y por la Patria!
Hugo Reinaldo Abete
Ex
Mayor E.A.