SACERDOTES POR EL TERCER MUNDO Y ALESSIO
Felicitaciones por el artículo titulado: “El Papa y Alessio”.
La Iglesia Católica es la última instancia conservadora que queda a la civilización occidental y cristiana.
Cualquier sociedad necesita que genuinos desarrollistas y auténticos defensores de la tradición se complementen mutuamente.
Lo de Alessio y su defensa del gaymonio se explica cuando leemos que milita en el movimiento “Sacerdotes por el Tercer Mundo”: la cantera que desnaturalizando el evangelio empujo al genocidio (propio y ajeno) a miles de jóvenes en la década del 70 y hoy brega por el matrimonio gay, la despenalización de la droga y el aborto entre otras lindezas.
Son la “subversión” del cristianismo en el sentido más propio del término. A mi entender, “ateos, agnósticos y descreídos” que encuentran en la Iglesia Católica -en la que no creen- y el peronismo -al que desprecian- los portadores ideales del virus marxista que sobrevive camuflado en el mensaje evangélico merced a la desidia de las jerarquías y la ingenuidad de las bases.
Leyendo literatura montonera asusta enterarse que la inmensa mayoría de los terroristas genocidas (más del 90%) salieron del ala de la Iglesia Católica infiltrado por el marxismo (Curas por el Tercer Mundo, Teología de la Liberación, Sacerdotes por el Socialismo) que aprovechando la buena fe de las familias que creían que sus hijos estaban rezando y dando catecismo, les quemaban el cerebro enseñándoles que amar es matar (sic. ref.: “la voluntad” de Caparrós).
Soy originario del norte de Santa Fe, donde la inmensa mayoría de los productores militó en las ligas agrarias en el 70. Este movimiento surgió a partir de los grupos rurales de Acción Católica, devino en ligas agrarias con la inocente y buena intención de defender a los pequeños productores y termino siendo infiltrado por la izquierda (¿católica?) que lo usó como mascarón de proa de sus propósitos y semillero de militantes montoneros.
Cuando los productores se dieron cuenta y abandonaron el movimiento los “lideres iluminados” ya estaban en Francia con sus documentos prolijamente provistos por ONGs internacionales y la vida a salvo, mientras dejaban a la tropa a merced de la represión.
Nada de esto hubiera pasado si la caterva inmunda de curas por el tercer mundo (a la que pertenece Alessio) no hubiera utilizado el prestigio y la autoridad moral que entre los pequeños y medianos productores tiene la iglesia católica, para instrumentalizarlos y engañarlos de manera astuta, artera, falsa, inmoral y despiadada, ocultando sus verdadera ideología y objetivos.
Vueltos del exilio los dirigentes marxistas de las ligas agrarias cobraron una jugosa indemnización, se reciclaron como neoliberales menemistas en los 9o y en una memorable voltereta recuperaron sus ideales neomarxistas en el 2000 de la mano de Nestorca.
Afortunadamente Juan Pablo II no anduvo con medias tintas y condenó sin más a todos estos movimientos (que hoy resurgen). Benedicto XVI hace lo mismo. No será carismático como el polaco pero hay que apoyarlo (con más razón).
Quien quiera cristianismo a la carta, que funde una iglesia propia.
No podemos dejarle la iglesia católica a la izquierda atea (es un contrasentido).
Al que no le guste el “club” que se busque otro.
Gabriel Vénica