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  viernes 15 Octubre 2010Santa Teresa de ÁvilaSanta Teresa de Ávila
 Los escritos de Santa Teresa subrayan sobre todo el espíritu de  oración, la manera de practicarlo y los frutos que produce. Como la  santa escribió precisamente en la época en que estaba consagrada a la  difícil tarea de fundar conventos de carmelitas reformadas, sus obras,  prescindiendo de su contenido y naturaleza, dan testimonio de su vigor,  laboriosidad y capacidad de recogimiento. Escribió el "Camino de  Perfección" para dirigir a sus religiosas, y el libro de las  "Fundaciones" para alentarlas y edificarlas. En cuanto al "Castillo  Interior", se puede considerar que lo escribió para la instrucción de  todos los cristianos. En esta obra se muestra como verdadera Doctora de  la Iglesia. Los carmelitas, como la mayoría de las religiosas, habían decaído  mucho del primer fervor, a principios del siglo XVI. Las religiosas  podían salir de la clausura con el menor pretexto, de suerte que el  convento se convirtió en el sitio ideal para quien deseaba una vida  fácil y sin problemas. Las comunidades eran sumamente numerosas, lo cual  era causa y efecto de la relajación. Por ejemplo en el convento de  Ávila había 140 religiosas. Santa Teresa que llevaba ya 25 años de vida religiosa en el convento  de la Encarnación de Ávila, emprendió el reto de llevar a cabo la  iluminada idea de fundar una comunidad más reducida y reformada. La  santa estableció la más estricta clausura y el silencio casi perpetuo.  El convento carecía de rentas y reinaba en él la mayor pobreza; las  religiosas vestían toscos hábitos, usaban sandalias en vez de zapatos  (por ello se les llamó descalzas) y estaban obligadas a la perpetua  abstinencia de carne. Santa Teresa no admitió al principio más que 13  religiosas, pero luego aceptó que hubiese 21. En 1567, el superior general de los carmelitas, Juan Bautista Rubio  (Rossi), visitó el convento de Ávila y quedó muy satisfecho con el  trabajo realizado allí por la santa, así que le concedió a ésta plenos  poderes para fundar otros conventos del mismo tipo y aun la autorizó a  fundar dos conventos de frailes reformados (carmelitas contemplativos).  Santa Teresa murió en los brazos de la Beata Ana el 4 de octubre de 1582. Su canonización se realizó en 1622. 
 
 Oremos
 
 
 Himno (laúdes)
 
 Veisme aquí, mi dulce Amor,
 Amor dulce, veisme aquí.
 ¿Qué mandáis hacer de mi?
 Veis aquí mi corazón.
 
 
 Yo le pongo en vuestra palma
 mi cuerpo, mi vida y alma,
 mis entrañas y afición;
 dulce Esposo y redención,
 pues por vuestra me ofrecí.
 ¿Qué mandáis hacer de mí?.
 
 
 Dadme muerte, dadme vida:
 dad salud o enfermedad,
 honra o deshonra me dad,
 dame guerra o paz cumplida,
 flaqueza o fuerza à mi vida,
 que à todo diré que sí.
 ¿Qué queréis hacer de mi?
 
 
 Dadme riqueza o pobreza,
 dad consuelo o desconsuelo,
 dadme alegría o tristeza,
 dadme infierno o dadme cielo,
 vida, dulce, sol sin velo,
 pues del todo me rendí.
 ¿Qué mandáis hacer de mí?
 
 
 Si queréis, dadme oración,
 si no, dadme sequedad,
 si abundancia y devoción,
 y si no esterilidad,
 soberana Majestad,
 sólo hallo paz aquí.
 ¿Qué mandáis hacer de mí? .
 
 
 Si queréis que esté holgando,
 quiero por amor holgar,
 si me mandáis trabajar,
 morir quiero trabajando. Amén
 
 
 Himno (Vísperas)
 
 Vivo sin vivir en mí,
 y tan alta vida espero,
 que muero porque no muero.
 
 
 Cuándo me gozo, Señor,
 con esperanza de verte,
 viendo que puedo perderte
 se me dobla mi dolor:
 viviendo en tanto pavor,
 y esperando como espero,
 que muero porque no muero.
 
 
 Sácame de esta muerte,
 mi Dios, y dame la vida,
 no me tengas impedida
 en este lazo tan fuerte;
 mira que muero por verte,
 y vivir sin ti no puedo,
 que muero porque no muero.
 
 
 Lloraré mi muerte ya
 y lamentaré mi vida,
 en tanto que detenida
 por mis pecados está.
 ¡Oh mi Dios, cuándo será
 cuando yo diga de nuevo
 que muero porque no muero!
 
 
 Vivo ya fuera de mí
 después de que muero de amor;
 porque vivo en el Señor
 que me quiso para sí:
 cuando el corazón del di,
 puso en mí este letrero:
 que muero porque no muero.
 
 
 Vivo sin vivir en mí,
 y tan alta vida espero,
 que muero porque no muero. Amén
 
 
 Señor todopoderoso, que quisiste que Santa Teresa, bajo el impulso  del Espíritu Santo, manifestara a tu Iglesia el camino de la perfección,  haz que encontremos en sus escritos nuestro alimento y que encendamos  con ellos en nosotros el deseo de una verdadera santidad. Por nuestro  Señor Jesucristo, tu hijo.
 
 
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