ABC Historia recomienda Gálvez conquista a los niños: el aguerrido oficial español que destrozó los sueños de la Pérfida Albión en América
En los últimos años, el nombre de Bernardo de Gálvez ha pasado del ostracismo más absoluto (algo más que típico en la historia de nuestro país), a resonar con orgullo en España y Estados Unidos. Así lo demuestra el que este ilustre oficial y político cuente, desde 2014. con la ciudadanía norteamericana y que un cuadro suyo guarde los pasillos del Senado del país regido por Donald Trump. Sus méritos avalan estos honores, pues el hispano colaboró con las Trece Colonias en la lucha que estas mantuvieron contra la poderosa Inglaterra por la independencia. Como gobernador de Lousiana en el sigo XVIII, a este castizo militar no le venía nada mal que se mandara a los casacas rojas de vuelta a la Pérfida Albión, pues por entonces los ingleses eran nuestros máximos enemigos por tierra y mar.
Su colaboración y sus buenas relaciones con los gobernantes de los futuros Estados Unidos en la Guerra de la Independencia derivaron en una contienda abierta entre España e Inglaterra (la enésima, vaya). Lid en la que Bernardo de Gálvez se destacó por su valentía en batallas como la toma de Pensacola justo a la Infantería de Marina española. El episodio, que le valió el apodo de «Yo solo» (pues le puso naso y se aventuró el primero en su navío contra las férreas defensas de la plaza) es el argumento central de un nuevo libro de ilustraciones para niños («Conoce a Bernardo de Gálvez») que acaba de salir al mercado en castellano e inglés de la mano de la editorial Santillana USA. Una curiosa obra escrita por el periodista y humorista Guillermo Fesser que pretende acabar de raíz con el olvido tradicional (y en muchos casos el desprecio) que sufren en España los héroes más famosos.
El sueño americano
Como se muestra a base de ilustraciones en «Conoce a Bernardo de Gálvez», la historia de este personaje en el que fuera el Nuevo Mundo comenzó allá por 1762. Por entonces, y con apenas 16 primaveras a sus espaldas, nuestro protagonista pisó con sus botas Nueva España como capitán del Ejército Real.En aquellos meses, vivió una ingente ristra de aventuras al más puro estilo «far west» combatiendo contra las tribus apaches y comanches. La época le marcó el destino, como bien dejó patente en una «Noticia» y una «Instrucción» que escribió sobre su participación en el enfrentamiento: «Ha de hacerse la guerra sin intermisión en todas las provincias y en todos tiempos a los apaches que la tienen declarada, buscándolos en sus rancherías, pues es el único modo de castigarlos y de que nos vayamos acercando a la pacificación de los territorios».
A pesar de la juventud, sus heridas combatiendo en América le terminaron catapultando al puesto de teniente coronel y, en 1776 (con 30 años), fue nombrado gobernador de la Lousiana Oriental. Un territorio que, tal y como afirma el investigador Antonio Sánchez de Mora en su dossier «Bernardo de Gálvez y la independencia de los EEUU», estaba ubicado «al oeste del río Misisipi» y «había sido recibido de Francia».
Por entonces las Trece Colonias ya andaban dando guerra a Inglaterra tras haberse sublevado en 1775 debido (entre otras tantas cosas) a los altísimos impuestos a los que la metrópoli les obligaba a hacer frente. Aquel enfrentamiento -la posteriormente conocida como la Guerra de la Independencia- fue recibida con los brazos abiertos por el futuro «Yo solo». Y es que, este se percató de que si prestaba si ayuda a los rebeldes, molestaría bastante a la misma Inglaterra que había ganado (poco tiempo antes) la Guerra de los Siete Años (1756-1763) a su patria y a Francia.
Desde el mismo momento en que las Trece Colonias decidieron darse de bruces contra la Pérfida Albión, Gálvez no dudó en meter el dedo en el ojo de forma sucinta a los ingleses. Así lo señala Sánchez en su dossier al destacar que «asentó a pobladores procedentes de los dominios británicos en Norteamérica que huían del conflicto bélico» en las regiones bajo su mando. A su vez, mantuvo contactos con las comunidades indígenas de la región para evitar la expansión por el continente de los casacas rojas y para «afianzar el dominio hispano». La actitud no gustó demasiado a los «british», pero el futuro «Yo solo» no hacía (hasta ese momento) nada lo suficientemente reprochable como para alzar las armas contra él.
La ayuda a EEUU
La colaboración, palpable ya, se hizo todavía más oficial cuando los rebeldes norteamericanos acudieron a Lousiana para solicitar una entrevista con Bernardo de Gálvez. El andaluz pactó con ellos de buen agrado, aunque -como bien explicaba el experto en Historia Militar José Manuel Guerrero Acosta en una entrevista para ABC ubicada en el artículo «La ayuda española a la independencia de los Estados Unidos sale del olvido»- trató de esconder esta ayuda para evitar la revuelta de las propias colonias hispanas y, por descontado, para evitar el conflicto directo con Inglaterra. Salía mucho más rentable para la Corona mantener su intervención en la sombra hasta estar preparados para enfrentarse a la Pérfida Albión por tierra y mar.En principio, la ayuda española consistió en el aprovisionamiento de las Trece Colonias, como bien explica Antonio Sánchez de Mora en su dossier «El apoyo de Bernardo de Gálvez a la causa independentista»: «Apenas unos días después de que los representantes […] declarasen su independencia de la corona británica, el 22 de mayo de 1776, propusieron al gobernador de Lousiana la colaboración comercial, política y militar en aras del interés mútuo y en clara oposición a la monarquía británica».
El gobernador (que había asumido su cargo el 1 de febrero de 1777) no se hizo de rogar y envió todas aquellas solicitudes al correspondiente organismo superior para que le diesen el visto bueno. La respuesta fue positiva (¿cabía alguna duda?), y le permitió abrir la bolsa para repartir algo de calderilla entre los sublevados y cortar los accesos británicos desde al Misisispi desde Nueva Orleans.
En secreto, Gálvez logró pertrechar a 30.000 rebeldes con uniformes, cañones y munición. Todo ello, acompañado de material médico, más de 200 piezas de artillería y víveres. Así lo afirma Sánchez en su dossier «La afinidad personal de Bernardo de Gálvez con los padres de la Nación Estadounidense»: «El nuevo gobernador español habilitó el préstamo de dinero y facilitó el tránsito de víveres y municiones a lo largo y ancho del distrito que tenía bajo su mando». El futuro «Yo solo» logró, así pues, iniciar su particular guerra de guerrillas contra la Pérfida Albión al otro lado del océano.
Estas relaciones serían tan buenas que, posteriormente, el Congreso de los Estados Unidos propuso al militar realizarle un retrato mediante el que reconociera públicamente su apoyo a la causa. El español se mostró encantado: «Repito a vuestra merced las más atentas gracias», señaló el andaluz en una carta fechada el 19 de diciembre de 1779. Por desgracia, este lienzo se terminó perdiendo para siempre.
Comienza la contienda
La ayuda fomentada por Gálvez continuó en secreto hasta que en España triunfaron las tesis políticas que hablaban de enfrentarse abiertamente y sin tapujos contra la Pérfida Albión. Unas ideas que, allá por 1779, provocaron que nuestro país declarara la guerra de una vez a Gran Bretaña.Por mucho que quieran hacernos creer hoy los «british», no les gustó ni un pelo que nos declárasemos dispuestos a darnos de tortazos contra ellos, pues se veían obligados a dividir sus fuerzas para enfrentarse a la vez a Francia y España en el Canal de la Mancha, el Mediterráneo y el Golfo de México. Gálvez, aguerrido como el que más, decidió entonces tomar Pensacola en 1781 por ser uno de los principales focos de población «british» en la región. La armada estaba formada, en palabras de Joaquín de la Santa Cinta («50 héroes españoles olvidados») por «1.400 hombres de infantería, unos 150 artilleros y gastadores, y alrededor de 1.400 tripulantes de la armada y 400 de los transportes». Los buques partieron el 28 de febrero de 1781.
La armada llegó Pensacola posteriormente. La dificultad radicaba en que, para tomar la región, tocaba adentrarse con los navíos en una bahía y soportar el fuego de las baterías inglesas que arrojaban cañonazos desde tierra y mar (en este último caso, mediante dos fragatas). Con ese percal delante, los oficiales no estaban dispuestos a que les dieran de bolazos. La respuesta de Gálvez fue clara, y queda representada mediante unas ilustraciones más que destacables en el nuevo libro para niños.
Su primer paso fue subir sus reales a un bajel de poco calado para poder acceder a la bahía sin problemas y, después, afirmó que estaba dispuesto enfrentarse solo contra los ingleses. Lo hizo mientras sostenía una esfera maciza de esas que pueden mandar al infierno a un buque: «Una bala de a treinta y dos recogida en el campamento, que conduzco y presento, es de las que reparte el Fuerte de la entrada. El que tenga honor y valor que me siga. Yo voy por delante con el Galvez-town para quitarle el miedo».
«El que tenga honor y valor que me siga. Yo voy por delante con el Galvez-town para quitarle el miedo»El resultado fue el sabido: una batalla cruenta representada también en la nueva obra para niños y que terminó con la conquista española de Pensacola. Aunque no sin bajas. Gálvez recibiría gracias a la toma de Pensacola el nombramiento de mariscal de campo, además de un título que no le abandonaría jamás… «Yo solo». Aquella batalla culminó una ayuda a los nuevos Estados Unidos (abría un nuevo frente para los «british» tras la pérdida de una de sus principales urbes) que jamás olvidó el que, a día de hoy, se define como uno de los países más poderosos del mundo. Una nación que no debería olvidar (y no lo hará, gracias a libros tan curiosos como «Conoce a Bernardo de Gálvez») que hubo una época en la que su independencia dependió de la rojigualda, y esta no le falló a la bandera de las «stars and stripes».
La verdad, narrada para niños
«Conoce a Bernardo de Gálvez» es la nueva apuesta de Santilla USA. La obra ha sido elaborada mediante los textos de Guillermo Fesser (periodista y cofundador de Gomaespuma) y el dibujante Alejandro Villén. Este último ha puesto imágenes a una historia -la de uno de los marinos más destacados de la Historia de España- que pretende cautivar a los más pequeños de los Estados Unidos (y, por qué no, de nuestro país) de una forma didáctica y sencilla.La obra se centra el la toma de Pensacola, la batalla que hizo que el gobernador fuese conocido, a partir de entonces, como «Yo solo». «Es el tipo de encargo que siempre he querido recibir, me encanta la historia y la ilustración infantil, el texto es una golosina para un ilustrador y además es sobre un personaje malagueño, como yo. Espero haber estado a la altura», señalaba el ilustrador en una entrevista replicada por la editorial.
La obra narra la historia de Gálvez a través de la imagen de la joven Mari Pancartas. Una chica que se esfuerza en demostrar a lo largo de las páginas a las autoridades norteamericanas la importancia de este héroes español en la independencia de los Estados Unidos. La jugada no le puede salir mejor en el libro, pues logra que el Congreso le otorgue al histórico personaje la nacionalidad del país y que se coloque un cuadro suyo en el Senado. Tal y como se explica en el mismo libro, el personaje de Mari es realmente Teresa Valcarce, la joven gallega residente en Washington (y perteneciente a la Asociación Bernardo de Gálvez) que logró con su trabajo que el militar se volviese a ganar sus galones en el país que ayudó a liberar.
«El nuevo libro va a tener muchas ilustraciones», explicó a la agencia EFE Fesser. El humorista, que está casado con una estadounidense, afirmó también que «a los niños no es que no les guste leer sino que no saben que les gusta».