Carta
del Papa Francisco al Presidente de la CEA, Mons. José
María Arancedo,
en ocasión de la Fiesta de San Cayetano
en ocasión de la Fiesta de San Cayetano
Vaticano,
1° agosto de 2016
S.E.R.
Mons. José María Arancedo
Presidente de la Conferencia Episcopal Argentina
Presidente de la Conferencia Episcopal Argentina
Querido
hermano:
Dentro
de pocos días celebramos la fiesta de San Cayetano. Por
medio tuyo quiero hacer llegar mi saludo y bendición a
tantos hombres y mujeres que se congregarán en los
diversos templos del país dedicados al Santo para pedir
pan y trabajo o para agradecer el hecho de que no les
falte.
Recuerdo
conmovido los 7 de agosto en Buenos Aires. La Misa en el
Santuario de Liniers y luego el recorrido de la cola de
la gente hasta el Estadio de Velez. Saludar, escuchar,
acompañar la fe de ese pueblo sencillo... y tantas
veces, ante la angustia de hombres y mujeres que quieren
y buscan trabajo y no encuentran ..., sólo atinaba a un
apretón de manos, una caricia, mirar esos ojos
humedecidos de dolor, y llorar dentro. Llorar sí, porque
es duro cruzar tu vida con un padre de familia que
quiere trabajar y no tiene posibilidad de
lograrlo.
A
San Cayetano pedimos pan y trabajo. El pan es más fácil
conseguirlo porque siempre hay alguna persona o
institución buena que te lo acerca, al menos en
Argentina donde nuestro pueblo es tan solidario. Hay
lugares en el mundo que ni esa posibilidad tienen. Pero
trabajo es tan difícil lograrlo, sobre todo cuando
seguimos viviendo momentos en los cuales los índices de
desocupación son significativamente altos. El pan te
soluciona una parte del problema, pero a medias, porque
ese pan no es el que ganás con tu trabajo. Una cosa es
tener pan para comer en casa y otra es llevarlo a casa
como fruto del trabajo. Y esto es lo que confiere
dignidad.
Cuando
pedimos trabajo estamos pidiendo poder sentir dignidad;
y en esta celebración de San Cayetano pedimos esa
dignidad que nos confiere el trabajo; poder llevar el
pan a casa. Trabajo, esa T (que junto con las otras dos
T: Techo y Tierra) está en el entramado básico de los
Derechos Humanos; y cuando pedimos trabajo para llevar
el pan a casa estamos pidiendo
dignidad.
La
sabiduría de nuestro pueblo usa un dicho para calificar
a quien, pudiendo trabajar no lo hace: "Ese vive de
arriba". Y nuestra gente menosprecia a quienes "viven de
arriba", porque arteramente atisban en ellos una cierta
falta de dignidad.
Querido
Arancedo: que en esta fiesta de San Cayetano todos los
Obispos sepamos acompañar a nuestros hermanos que piden
pan y trabajo. Y lo hagamos con cariño, cercanía y
oración, y pidamos también para nosotros esa gracia: que
nunca nos falte trabajo, ese trabajo al que nos envía el
Señor y que nos confiere dignidad.
Por
favor, no te olvides de rezar por mí. Que Jesús te
bendiga y la Virgen Santa te cuide.
Fraternalmente,
Francisco