El «regreso» del anillo perdido que Juana de Arco salvó antes de ser quemada viva
La joya perdida ha vuelto a casa. Según han informado varios medios internacionales, el anillo que la mítica Juana de Arco salvó de la hoguera cuando iba a ser quemada viva, fue comprado el pasado viernes por 425.000 dólares (unos 390.000 euros) por la fundación «Puy de Fou» -dueña de un parque temático histórico-. Su objetivo, como cabe esperar, es hacer que regrese a su país de origen después de que haya estado dando vueltas por Inglaterra durante casi siete siglos.
Poco se sabe de este anillo más allá de que, durante el juicio que llevó a Juana de Arco a la hoguera por hereje en Rúan tras ser atrapada por los ingleses, la gala pudo portarlo en sus manos. De hecho, parece que fue preguntado por él en el proceso. «Le preguntaron quién le dio el anillo que tenían los borgoñones, a lo que respondió que su padre o su madre y creía que en él estaban escritos los nombres de Jesús y María», explican los historiadores Georges y Andrée Duby en su obra «Los procesos de Juana de Arco».
Sin embargo, se desconoce a ciencia cierta sí este anillo que deascriben los historiadores se correspondía con el que ha sido vendido. Con todo, desde la casa de apuestas se afirma que Juana de Arco entregó la sortija al cardenal inglés Henry Beaufort en la víspera de su ejecución. Todo ello, con el objetivo de salvarlo del fuego. El religioso se lo habría llevado a Inglaterra después de que la francesa fuese quemada viva en 1431.
Según la versión que ha trascendido sobre esta joya, Juana de Arco la recibió de manos de sus padres de pequeña y llevaba inscrita -como bien señalan los Duby- «IHS» y «MAR», en referencia a Jesús y María. «Juana no sabía quién los había hecho escribir [los nombres]. No tenía ningún tipo de pedrería. El anillo se lo dieron en Domremy. Además dijo que su hermano le dio el otro anillo que tenían y que encargaron que se lo diese a la iglesia», explican los expertos en su obra.
El anillo fue vendido el viernes por el hijo de James Hasson, un francés que adquirió la joya después de la Segunda Guerra Mundial por unos 200 euros. Ahora, ha regresado a su legítimo hogar después de ser adquirido por «Puy de Foy», un parque de atracciones ubicado al oeste de Francia -cerca de un castillo medieval- y que se caracteriza por usar como telón de fondo la historia.