No incumbe solo al Gobierno
“Una flecha sola, puede
ser rota fácilmente, pero, muchas flechas son indestructibles”
Gengis Kan
Hasta ahora, los
nacionalistas catalanes distinguían muy consideradamente a los inmigrantes
procedentes de otras partes de España, con el calificativo de “xarnegos”,
lo que en la lengua de Cervantes, se traduce como inmigrante castellano
hablante no adaptado, que no habla catalán, residente
en Cataluña, expresión manifestada con carácter despectivo.
Últimamente, el
concepto de los nacionalistas catalanes hacia aquellos que no han nacido en
Cataluña y no ostentan ocho apellidos catalanes, ha elevado su nivel de
estimación hasta el extremo de que Carles Puigdemont, el nuevo presidente de la Generalidad, prometió
expulsar a los “invasores” de una Cataluña independiente.
Esos invasores que
durante décadas han ayudado con su sudor a situar a Cataluña a un nivel
privilegiado por encima del resto de los españoles.
Esos invasores a
los que solo se les ofrecía los trabajos que los catalanes no querían hacer.
Esos invasores de
los que Jordi Pujol, en su libro "La inmigración, problema y esperanza
para Cataluña", dice: “Ese hombre anárquico y humilde que hace
centenares de años que pasa hambre y privaciones de todo tipo, cuya ignorancia
natural le lleva a la miseria mental y espiritual y cuyo desarraigo de una
comunidad segura de sí misma hace de él un ser insignificante, incapaz de
dominio, de creación. Ese tipo de hombre, a menudo de un gran fuste humano, si
por la fuerza numérica pudiese llegar a dominar la demografía catalana sin
antes haber superado su propia perplejidad, destruiría Cataluña".
No me extrañaría
escuchar dentro de poco sobre esos a los que el nuevo Presidente de la Generalidad catalana
ha llamado invasores, algo similar a lo que Hitler dijo en defensa del
genocidio judío que llevó a cabo:
-
"Creo hoy que estoy actuando
de acuerdo con el Creador Todopoderoso. Al repeler a los judíos estoy luchando
por el trabajo del Señor".
Lo que acaba de
ocurrir en el parlamento catalán y lo que aún puede suceder en el futuro es un
hecho tan grave como como en su día lo fue el golpe de Estado de Tejero, pero
sin pistolas.
Los nacionalistas,
siempre que España ha tratado de iniciar una nueva andadura, han puesto una
bomba de espoleta retardada debajo de la línea de flotación de esa andadura y
como ahora, han aprovechado el momento en que el Estado se encontraba en
situación de debilidad, para hacerla explotar.
España atraviesa
una situación de emergencia nacional y este es el momento en el que los
partidos constitucionalistas deben dejar de lado sus diferencias e intereses
políticos para atender los intereses de España y los españoles.
No es momento de
anteponer ambiciones personales, porque el desafío planteado y la situación por
la que atravesamos, no incumbe solo al gobierno, sino que exige una altura de
miras y una generosidad que haga posible el concurso de todos.
La diversidad de
los españoles, no significa que queramos sumergirnos en la tormenta de la
confrontación y la experiencia de las últimas décadas nos ha demostrado que
sólo la unidad y la solidaridad de nuestros dirigentes garantizan la grandeza, el
bienestar y el progreso de España.
César
Valdeolmillos Alonso