Malvinas-BIM 5.
Malvinas-BIM 5, el batallón que se lleno de gloria  | |
Pasan  los años y se van conociendo mas historias de Malvinas. Por eso, acá  esta la historia del escuadrón argentino más fuerte en el conflicto  bélico, el que se no se rindió y entro el 14 de junio desfilando y  portando casi todas sus armas a Puerto Argentino.  |  |
Cuenta  la historia que el día 14 de junio, a las 11, el Capitán de Fragata  Carlos H. Robacio (jefe del BIM 5) informo al comando superior: "Mis  hombres, un Batallón reforzado con dos Compañías, han luchado contra el  Segundo Batallón de Guardias Escoceses; Primero y Séptimo de Fusileros  Gurkas y parte del Batallón de Guardias Galeses. También nos hemos  enfrentado contra el Escuadrón 42 de Comandos de Infantería de Marina.  Hemos producido las bajas más sustanciales sufridas por la Infantería  británica en la conquista de las Islas Malvinas." Una  hora y media más tarde, Robacio recibió la orden de repliegue pues ya  habían cesado las hostilidades. Pocos momentos después de haber recibido  la orden, fueron atacados desde helicópteros, dos de los cuales fueron  derribados por hombres del BIM 5. A las 14.30, el BIM 5 entro desfilando y portando casi todas sus armas a Puerto Argentino. El  total de bajas del BIM 5 fue de 16 muertos, y 68 heridos de un total de  800 infantes de marina más 200 conscriptos del Ejercito Argentino; los  ingleses sufrieron más de 300 bajas. Con ello quedo demostrado que el  enemigo no declaro nunca las cifras reales. Carlos  Hugo Robacio alcanzo la jerarquía de contralmirante y tuvo cuatro  condecoraciones. Murió, a los 76 años, el 29 de mayo de 2011. La historia “Malvinas: Dos batallas sangrientas y la caída de Puerto Argentino” es un libro escrito por el periodista Alberto Amato. En parte de su relato, Amato cuenta la experiencia del BIM 5: “De  pronto, las tropas británicas descubrieron que frente a ellos tenían a  casi once mil prisioneros argentinos y no tenían ni carpas para  albergarlos ni agua para calmarles la sed ni raciones para alimentarlos.  Después de 74 días, la guerra de Malvinas había llegado a su fin y los  ingleses volvían a ocupar las islas, por la fuerza, como lo hicieron en  el siglo XIX. El  avance británico final empezó en la noche del 11 y la mañana del 12 de  junio, para dominar las alturas que rodean a Puerto Argentino: Monte  Kent, Monte Harriet, Dos Hermanas, Tumbledown, Monte Longdon. El alto  mando ingles calculaba que a las tropas argentinas se les habían  terminado las raciones frescas el 10 de junio y, revela el historiador  Lawrence Freedman en su libro "The Official History of the Falklands  Campaign" "había versiones que indicaban que no contaban con pan desde  hacía un mes y que muchos soldados argentinos padecían deficiencia de  proteínas, desnutrición avanzada y comienzos de problemas psiquiátricos  graves". La  mañana del 12 de junio unos cuatro mil quinientos soldados ingleses  atacaron Monte Longdon y Monte Harriet. Las posibilidades de ataque a  los británicos por parte de la Fuerza Aérea Argentina eran cada vez más  difíciles: los Sea Harrier británicos cubrían buena parte del cielo  malvinense. De todos modos, el 13 de junio, dieciocho misiones aéreas  argentinas cayeron sobre las tropas enemigas. Una de ellas casi cambia  el curso de la guerra. A las tres y diez de la tarde del 13 de junio,  siete aviones A4B Skyhawks lanzaron sus bombas sobre Monte Kent,  alrededor de la base de la Tercera Brigada. En ese momento los  comandantes Jeremy Moore y Julian Thompson evaluaban el ataque final a  Puerto Argentino. Salvaron sus vidas por milagro. Los  británicos también tenían problemas de abastecimiento. Al mando de la  flota naval, el almirante John "Sandy" Woodward empezaba a notar la  escasez de barcos y de municiones: le quedaban dos mil quinientas  ráfagas de proyectiles Mk8 y la fragata Plymouth y el Glamoran estaban  averiados. Igual, la noche del 12 de junio, el Arrow y el Active  dispararon ciento ochenta y seis andanadas contra objetivos argentinos  en Moody Brock, no muy lejos del que había sido cuartel de los marines  británicos y a Sapper Hill, la ultima colina antes de Puerto Argentino. Pero a esas horas la lucha no era ni naval ni aérea. Era por tierra. Los  Guardias Escoceses asumieron la misión de tomar Tumbledown junto a las  unidades gurkas. Se toparon con una resistencia feroz y violentísima del  Batallón de Infantería de Marina 5 conformado en un setenta y cinco por  ciento por conscriptos. En su diario, el general inglés John Kiszley  escribió: "El enemigo (por el BIM 5) estaba bien colocado y espero a que  estuviéramos a cien metros de distancia para abrir fuego con todo lo  que tenia. Los dos pelotones de avanzada estaban detenidos, y cada vez  que avanzaban sufrían bajas. No podíamos imponernos. Al contrario de lo  que se esperaba, el enemigo estaba en pie y luchaba". En  Monte Longdon, en la noche del 13 al 14 de junio, las tropas del  Regimiento 7 de Infantería de La Plata también se trenzaron en una  batalla feroz con las tropas británicas, que en muchos casos, como en  Tumbledown, llego a la lucha cuerpo a cuerpo. Las fuerzas británicas  usaron "un intenso bombardeo con todas las armas disponibles" y poco a  poco el avance hacia Puerto Argentino se hizo incontenible. Al  amanecer del 14 de junio, la primera avanzada británica llego a las  inmediaciones de la capital malvinense, junto con una intensa nevada. El  general Moore insto al General Mario Menéndez a rendirse "sin  involucrar al gobierno argentino" y le dijo lo que Menéndez ya sabía: la  resistencia solo podía aumentar las bajas. Lo  demás es historia conocida. Sin embargo, el documento de la rendición  no se firmo hasta muchas horas después. Había algo que los ingleses  temían y Menéndez no podía garantizar: los ataques de la Fuerza Aérea. Se  pidió vicecomodoro Eugenio Miari, uno de los testigos firmantes de la  rendición, que hablara al continente con el jefe de la Fuerza Aérea Sur,  brigadier Ernesto Crespo para que se rindiera. Miari anticipo: "No lo  va a hacer". Esa  fue la respuesta de Crespo. Hubo horas de cabildeos hasta que los  británicos hallaron una fórmula: "Que nos de su palabra de honor de que  no nos va a atacar". Esta vez fue el brigadier Luis Castellanos quien  hablo con Crespo, que ya tenía su decisión pero igual la respuesta:  "Dejamelo pensar". Horas después dio su palabra de honor. La  rendición se firmo casi en el primer minuto del 15 de junio. Se hizo  una traducción al castellano en la que, como en el original, Menéndez  tacho la palabra "incondicional". Pero  en la traducción, y con el apuro, se escribió a mano que la rendición  "surtirá efecto a partir de la 0 hora del 10 de junio". Cuatro días antes que en el original. Todo importaba ya muy poco”. Robacio y su palabra Los  británicos, no demasiado propensos al elogio, no vacilan en señalar que  las fuerzas argentinas más difíciles de enfrentar en Malvinas fueron  las del Batallón de Infantería de Marina 5. Se enfrentaron a los  ingleses en Tumbledown, una de las batallas finales, junto a la de Monte  Longdon. Así, Robacio dio una entrevista hace algunos años y allí dio detalles del BIM 5. Dice  Robacio: “Estábamos convencidos de que peleábamos por lo nuestro.  Malvinas hoy no solo es un sentimiento, fue una gesta y creo que es tal  vez la única cosa que nos puede unir a todos los argentinos. Yo estuve  hace muy poco en una reunión en Gran Bretaña con los comandantes que me  atacaron. Empezamos a combatir el 13 de junio. El 13 a la tarde nos  hacen un ataque con una compañía reforzada que la aniquilamos. Teníamos  muy buen fuego preparado. Pero cometimos muchos errores, hacia casi  doscientos años que no estábamos en guerra, por lo menos en guerras  clásicas. El  BIM 5 era la única unidad que estaba equipada, ambientada y adiestrada  para estar en Malvinas. Pero yo me enamore del Ejército porque mis  camaradas, sin tener nada, pelearon muy duro. Es difícil entender las  condiciones en las que peleamos en Malvinas. Por eso cuando regresamos  no me importo que nos sacaran medio ocultos porque yo pensé que, al  haber sido derrotados, y yo que era comandante, íbamos a ser fusilados. Tuve  un batallón con gente de un valor encomiable. El comandante de los  gurkas me escribió para decirme que jamás pasaron tanto miedo como  cuando atacaron Tumbledown. Los ingleses no pueden creer que yo tuviera  conscriptos: "No, sus hombres eran veteranos. No podíamos sacarlos de  los pozos", me dicen hoy. Por  eso creo también que las bajas inglesas triplican a las argentinas. La  munición que pensábamos nos iba a durar veinte días, se agoto en un día y  medio de combate. Nuestra artillería tiro diecisiete mil proyectiles en  dos días. Y todos los hombres que lucharon en Malvinas fueron muy  valientes. No hay registros en todo el siglo XX de unidades que hayan  sido bombardeadas durante cuarenta y cuatro días y en el terreno de  combate por más de sesenta, sin haber sido relevadas”. Más información www.politicaydesarrollo.com.ar Contacto: politicaydesarrollo@gmail.com  | |