Crisis nerviosa de CFK por la tragedia de Once
Crisis nerviosa de CFK por la tragedia de Once
El gobierno temería que, si le sueltan la mano, Cirigliano se convierta en un nuevo Schoklender.
Ayer la salud presidencial fue otra vez tema. En este caso, debido a un trascendido que comentaron dirigentes de La Cámpora que viajaron a El Calafate este fin de semana. La versión, inquietante, se refiere a que la tragedia de Once y, sobre todo, las responsabilidades oficiales sobre la misma, habrían provocado una crisis nerviosa en la presidente, que primero habría estalladlo culpando a Julio De Vido por la desastrosa gestión de TBA, para luego caer en un estado depresivo. La misma fuente señala que los médicos presidenciales habrían optado por sedar a la primera mandataria, ordenando que cesara toda actividad oficial.
Algunos conocedores del tema explican que la crisis empezó a manifestarse una semana antes de la catástrofe ferroviaria, cuando CFK, sumamente irritada por el escándalo de Ciccone Calcográfica, decidió no atender reiterados llamados telefónicos de Amado Boudou, poniendo de manifiesto su creciente tensión con varios ataques de mal humor.
Cuando ninguna solución es buena
Lo que aumentó la preocupación de algunos dirigentes de La Cámpora fue que, ya en su residencia de El Calafate, Cristina habría tenido una fuerte discusión con su hijo Máximo, cuyo contenido se desconoce, pero que tendría relación directa con la decisión del rumbo a seguir con la concesión de TBA y que habría llevado a expresiones como “me están matando”, por parte de la presidente. Es sabido que Máximo -y también Carlos Zannini y Guillermo Moreno- presionan para que el Gobierno corte públicamente sus profundos vínculos con Cirigliano, anunciando en las próximas horas la rescisión del contrato de TBA. Los más recalcitrantes hablan incluso de que esto debería terminar con el procesamiento de Mario y Claudio Cirigliano como responsables culposos de la tragedia. Sin embargo, no sólo De Vido sino otras voces en el gabinete advertirían que acorralar al empresario satisfaría la vindicta pública por un lado pero abriría un enorme riesgo por el otro. Que aquél, sintiéndose el chivo expiatorio, asuma el rol que el año pasado tuvo Schoklender y empiece a difundir cómo funcionaban sus relaciones especiales con el poder, desde el 2003 a la fecha. Al parricida no le fue del todo mal con sus amenazas de contar intimidades de su relación con el Secretario y el Subsecretario de Obras Públicas, Jose López y Abel Fatala. El caso es que su situación procesal, al menos por ahora, no sería tan grave, gracias al temor oficial de que termine diciendo lo que todavía no dijo pero amenazó con decir. De algún modo, el primero que utilizó este método fue justamente un antiguo socio de Cirigliano, el ex Secretario de Transporte Hugo Jaime, que luego de veladas -y no tan veladas- amenazas, consiguió hasta el momento al menos evitar la prisión preventiva.
El quiebre de la salud presidencial este fin de semana -siempre según las mismas fuentes- aumentaría la incertidumbre sobre el rumbo a tomar en una crisis que no admite demoras.