ABC.es - Betancourt
Betancourt: «Nos ataron manos y pies. Y dijeron de repente "ustedes están libres"»
A las dos y quince minutos de la tarde de ayer, las calles bogotanas se llenaron de pitidos y aplausos. «Fue liberada, fue rescatada, está sana, ¡Que viva el presidente Álvaro Uribe!», gritaban todos. Televisiones en las tiendas, radios encendidas en los coches, gente hablando por el móvil. De los cuarenta «canjeables», como se conocen los secuestrados que las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) quieren cambiar por centenares de rebeldes presos, la candidata presidencial franco-colombiana, Ingrid Betancourt, se había convertido en la joya de la corona. Que resultara libre, tras más de seis años de secuestro, parecía una utopía. Era la mujer que Francia, Venezuela, Ecuador y Colombia querían rescatar. Era el símbolo del flagelo. Era la que se moría en cautiverio, la Juana de Arco, la que lo había resistido todo.
Pero ayer el Ejército colombiano, en una osada y milimétrica operación en el sur de Colombia en la que colaboró Estados Unidos, rescató a Betancourt de 46 años, a tres contratistas estadounidenses —Thomas Howes, Keith Stansell y Mark Gonsalves—, secuestrados en 2003 después de que su avioneta fuera derribada en una operación antidrogas. También quedaron libres once soldados y policías que llevaban hasta una década de secuestro.
«Debo confesar que cuando vi los helicópteros blancos sentí algo muy raro porque siempre era amenaza», dijo en sus primeras palabras Betancourt a una emisora del Ejército. «Eran personas como de las FARC, “esto es una comisión internacional”, me dijeron. Nos subían con mucha dificultad al helicóptero. Nos ataron las manos, los pies. Y nos dijeron de repente: “Ustedes están libres”. Es muy bello. Gracias, Colombia, gracias», dijo, y en medio de una voz fuerte empezó a llorar. Ingrid reveló que los militares que les rescataron «hablaban como guerrilleros y se vestían como tales», con camisetas del Che. La política colombiana consideró que esta liberación múltiple es «una señal de paz para Colombia», que la operación «fue absolutamente impecable» y dio las gracias a «Dios y a los soldados de Colombia».
«Por los que quedan»
Pero, al tiempo, se comprometió a «seguir luchando, con el presidente Sarkozy, por la libertad de los que quedaron cautivos». Y afirmó que si no se consigue por la negociación, «hay que confiar en las fuerzas militares colombianas».
Los detalles de la operación «Jaque», sin precedentes en Colombia, fueron entregados uno a uno por el ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, en una rueda de prensa, en la que dijo que fue «un rescate de película». Según explicó Santos, las FARC cayeron en una trampa que le tendió la inteligencia militar. «Se logró infiltrar la primera cuadrilla de las FARC y luego el secretariado (comando compuesto por siete líderes). Como (los secuestrados) estaban divididos en tres grupos, se logró que se reunieran en un solo sitio y se trasladaran al sur del país para que pasaran a órdenes de Alfonso Cano (el hombre que reemplazó a Manuel Marulanda Vélez, alias «Tirofijo», jefe supremo, muerto de infarto en marzo)».
Santos contó que los secuestrados fueron recogidos por un helicóptero blanco ruso. «Logramos engañarlos y hacerles creer que era de una organización ficticia. Pero el helicóptero era del Ejército y recogió a los liberados en San José del Guaviare (sur de Colombia) en un paraje sobre el río Apaporis». Varios guerrilleros fueron capturados, entre ellos un jefe de las FARC conocido como «César».
«Seguiremos trabajando en la liberación de los demás secuestrados (700 personas). Hacemos un llamamiento a los cabecillas para que no se hagan matar, liberen a los (otros) secuestrados y no sacrifiquen a sus hombres», agregó Santos, quien les ofreció una paz digna. «El país y sus seres queridos no tendrán cómo agradecerles semejante operación», que llevaba un año de preparación.
Por eso, ayer, cuando Uribe se presentó en la inauguración de un hospital, todo el auditorio se puso de pie y lo aplaudió durante diez minutos. No dijo una sola palabra. Sólo que llegaba tarde por estar reunido con las Fuerzas Militares, y pidió rezar.
El ex presidente Andrés Pastrana afirmó: «Este es un golpe muy duro, sobre todo para la nueva cúpula de las FARC».