LA REVISTA DEL FORO
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RAPACES HÁBILES Y NEGOCIADORES TORPES RAPACES HÁBILES Y NEGOCIADORES TORPES
RAPACES HÁBILES Y NEGOCIADORES
TORPES
Las características
del ave rapaz llamado buitre lo definen como una especie que por tener
dificultades para cazar presas vivas porque sus garras son planas, se
alimenta de cadáveres. Todo cuando hace por instinto de conservación,
preservación y perpetuación de su especie, se trasmite a los pichones bajo
precisos códigos genéticos. Poner en paralelo con estos bichos carroñeros
a los poseedores de bonos de la deuda externa argentina por su modo de
comportarse, sugeriría que habitamos un país financieramente cadavérico.
Pero no es así ni lo será nunca. Nuestro pueblo sustenta valores
sustanciales innegociables y reservas morales suficientes, en
contraposición con los desatinos, flaquezas éticas y malas costumbres de
gobiernos de turno.
La herencia
genética de los seres humanos (forma en que los progenitores dan a su
descendencia los caracteres que ellos poseen, es decir que el genotipo del
nuevo ser está constituido por el aporte de ambos) es una cosa. Pero otra
cosa son las malas costumbres, la voracidad y la falta de escrúpulos ante
la insaciable predilección por el dinero, que cada uno incorpora haciendo
uso de su libre albedrío.
Convalidar el mote
de buitres exclusivamente a ciertos grupos de holdhouts conociendo sus
opciones nutricionales, es una ofensa que nos hacemos a nosotros mismos.
Han habido administraciones que fueron criando rapaces de las finanzas y
que ahora nos quieren sacar los ojos. Los buitres obran conforme a su
naturaleza; los hombres según sus ambiciones muchas veces
malsanas.
Los buitres comen
hasta saciarse y allí paran. Los holdhouts tienen un rasgo particular:
nunca se llenan, nunca se detienen, nunca se satisfacen. Pero existe un
componente fundamental que interviene en esta obsesión de ahorro
oportunista y especulador para colmar al máximo su apetito y es que ello
no se genera en una propuesta propia sino que se pone en acción cuando
algún país les pone sobre su mesa alimentos muy apetitosos. Y ellos
aceptan, siempre aceptan, porque las condiciones que se pactan les
garantizan enormes réditos con cero esfuerzo y porque hasta recostados en
una mecedora sienten que sus capitales se engordan.
Pero dejemos de
lado las analogías de ciertos bicharracos con el género humano y
desechemos eufemismos y juegos semánticos que buscan arteramente dispersar
la comprensión del drama que hoy nos aflige a los argentinos Hablar de
default real o virtual, selectivo o semi default (?), resulta
hilarante, como si una mujer pudiese estar sólo algo embarazada. Si
existen los holdouts renuentes y angurrientos y si existe un juez Thomas
Griesa hierático y severo, es porque detrás y en el tiempo existieron
funcionarios aviesos y mal intencionados que condujeron la economía del
país hacia el abismo. Porque en cadena hubieron una estatización de la
deuda privada, un corralito, un Plan Canje, un Plan Brady, un Megacanje y
una intolerable pesificación de los depósitos en dólares y reprogramación
de los depósitos producidos en 2001 y 2002, más la entrada y salida de la
convertibilidad.
Cuando el recordado
periodista deportivo Horacio García Blanco debió dejar de tratarse en
Europa por una patología terminal porque el banco (todos los bancos) en el
cual confió se apropió salvajemente de sus depósitos en moneda verde,
deviniendo ello en su fallecimiento por interrupción de terapia, tuvimos
la dimensión del peor despojo registrado en la Argentina, por argentinos y
contra argentinos. Todo un fratricidio financiero alentado por gobernantes
traidores a la patria.
Un réquiem para los
ahorristas que hoy, como el que se quemó con zapallo y termina soplando
hasta la sandía, duermen con un ojo abierto. ¿Porqué no temerle a una
nueva maniobra bajo supuestas necesidades patrióticas de un gobierno que
no sabe cómo salir del atolladero? ¿Qué plantea malintencionadamente las
opciones Griesa o Cristina, Buitres o Patria. ¿No fueron buitres
vernáculos los que se llevaron los fondos de Santa Cruz?
Entonces, cuando
escuchamos a nuestro impulsivo y arrogante ministro de Economía, hablar
con tanta autoridad y buscar el modo de victimizar al gobierno ante el
fracaso de las negociaciones, nos genera vergüenza ajena. No era el tenor
de la noticia que todos anhelábamos escuchar frente al televisor. En todo
momento se refirió con desprecio a quienes les debemos pagar. Y juzgó a
Thomas Griesa con malas maneras, ignorando que hay países donde la
justicia es independiente del poder gobernante y allí los Oyarbide no
tienen sitio ni salvoconducto para la prevaricación impune.
El servilismo de la
prensa militante K cambió los términos al titular: Argentina rechaza la
presión de los buitres y no hay acuerdo, siendo que los acreedores, aunque
no nos agrade, no hacen más que usufructuar las condiciones que nuestros
negociadores les ofrecieron aceptando previsibles riesgos. La evidente
incompetencia está llevando a que los bonistas que aceptaron el canje en
otros términos se rebelen exigiendo igual trato en los montos a
recibir. No será lo mismo pagar 1.500 millones de dólares que tener que
abonar entre 15.000 y 20.000 millones más.
Un aspecto esencial
en la historia de esta tragedia, es que durante décadas las discusiones y
acuerdos fueron encarados soslayando la intervención del Congreso que
dispone el artículo 75º, inciso séptimo.
Ahora, caído el
relato de un ministro idolatrado por la presidente, cuyo mensaje dio pena,
se pretende barajar y dar de nuevo. Se está jugando con el futuro de 41
millones de argentinos y peor aún, de hijos y nietos que acarrearán con
las consecuencias de un festival de desatinos. Pero nos olvidamos de que
el mundo sigue andando (en eso tuvo razón CFK) y el país debe seguir
soportando sus graves problemas domésticos donde nada tienen que ver las
aves rapaces.
El señor Axel
Kicillof, sabe que deberá ocuparse de la inflación, la recesión, el
desempleo, los efectos materiales y emocionales de su frustrada tarea en
Nueva York –donde cumplió órdenes de Cristina Fernández y descartó
consejos valiosos de prestigiosos economistas compatriotas– y del drenaje
de divisas del Banco Central. Hoy pareciera que todo el mundo es culpable
menos los sucesivos gobiernos que nos metieron en tamaño maremágnum.
Qué lejos se ven
los eufóricos anuncios cristinistas de que las reservas habían alcanzado
récords históricos y que los superávits gemelos (fiscal y comercial) no
paraban de crecer. El saqueo de fondos del BCRA “prestados” de por vida al
Poder Ejecutivo y las descendentes cifras de los “gemelos”, ya no pueden
edulcorar el relato. De un ministro que se jacta de un arreglo leonino a
favor del Club de París y de un pago indebido a una multinacional, ¿qué se
puede aguardar de bueno para el país?
No se puede
alardear de ejercicio soberano, cuando se reconoce al Club de París una
deuda de U$S 9.690 millones, de los cuales la mitad es por intereses de
punitorios y a los que habrán que agregarse futuros intereses que cerrarán
la deuda en 11.000 millones de la verde moneda. Los acreedores jamás
esperaron tantas atenciones. Y agreguemos el pago acordado con la
multinacional Repsol que, según dijo Axel Kicillof, nos debía pagar a
nosotros por daños ambientales y le pagaremos U$S 6.500 millones en bonos
que con intereses llegarán a 9.000 millones. Y además, está el pago al
CIADI (Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a
Inversiones), por 500 millones de dólares. Tal parece que le debemos a
cada santo una vela. Y existe otro riesgo, el de ser obligados a cancelar
el total del crédito cuando no saldemos en tiempo y forma una cuota
vencida.
Detrás de todos los
estragos ocurridos en casi cuatro décadas a partir de una deuda exterior
de 7.000 millones de dólares en 1976, ha habido nombres propios. Domingo
Felipe Cavallo fue el responsable de estatizar la deuda privada, pero hubo
otros que, como él, provocaron gran perjuicio y hoy circulan orondos por
la república. Salen al exterior, dan conferencias y vuelven sin
problemas.
¿Cuándo nuestra
presidente se dignó condenar la deuda espuria, ilegal, inmoral y
fraudulenta? ¿Cuándo, mientras ocupó bancas del Congreso, impulsó la
formación de la comisión dispuesta por el histórico fallo del juez Jorge
Ballestero para investigar el vasallaje sufrido? El olvido se entiende si
miramos que nada se ha hecho por cancelar la deuda interna.
“Las deudas con los
centros financieros del poder reemplazan hoy a las armas de los viejos
imperialismos. La deuda es, pues, el yugo del nuevo imperio”, escribió
Alejandro Olmos en su libro Todo lo que usted quiso saber sobre la deuda
externa y siempre se lo ocultaron – Quiénes y cómo la
contrajeron.
El estratega militar prusiano
Carl von Clausewitz (1780-1831), dijo que “la guerra es la continuación de
la política por otros medios”. Nosotros, modestamente, nos arriesgamos a
pensar que la deuda externa es la guerra por otras formas.
Nota de Redacción: La publicación de
artículos en La Revista del Foro no implica que el Editor comparta
total o parcialmente las opiniones de sus
autores.
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