lunes, octubre 31, 2011

¿Metamorfosis de ETA?
La fundamental solidaridad de los partidos y poderes del régimen imperante


Durante este mes de octubre, desde la Comunión Tradicionalista se ha contemplado -no con sorpresa, pero sí con disgusto- cómo se daban pasos hacia la impunidad de los terroristas de ETA y hacia la consecución de sus más amplios objetivos políticos, con la complicidad y el aliento del Gobierno constitucional, de la supuesta oposición parlamentaria y de la Jefatura del Estado; todo ello ante la suicida inacción de otros órganos del mismo.

Se habló, con relación a la presencia de Bildu y otras listas en las elecciones municipales del pasado mayo, del retorno de ETA a las instituciones. En realidad, ETA nunca las ha abandonado. La tupida red de colaboradores, activos o pasivos, del separatismo marxista-leninista abarca desde el ámbito nacionalista del que ETA nació, hasta una izquierda oficial e incluso "española" que, desde las plataformas conjuntas de inicios de la década de 1970, nunca rompió del todo sus lazos con ellos. Y, por supuesto, abarca al vergonzante imitador de toda política izquierdista, el Partido Popular. Sin la coalición PP/PSOE que desgobierna las Provincias Vascongadas, habría sido imposible el nuevo "clima político" que tanto favorece a ETA, o la ficción de una paz que no es sino el triunfo de los asesinos, la victoria definitiva de quienes han aterrorizado y oprimido a los demás durante décadas.

Octubre ha presenciado dos hechos de gravedad singular. El primero, la llamada "conferencia internacional de paz" celebrada el día 17 en San Sebastián, extraordinaria afrenta a Guipúzcoa y a España entera, que habría obligado a cualquier gobierno a declarar personae non gratae y proceder a expulsar a personajes extranjeros tan turbios como el exsecretario general de la ONU, Kofi Annan; el irlandés Gerry Adams; el ex ministro francés Pierre Joxe; la noruega Gro Harlem Bruntland, o el británico Jonathan Powell. Siempre en términos de "conflicto" entre dos poderes, los intrusos y sus anfitriones han venido a pedir que se trate igual a víctimas y victimarios; que se "compense" a los terroristas y sus cómplices; que se atiendan las reivindicaciones de éstos. En suma: han venido a pedir que se oficialice, se dé carta de naturaleza y se cargue a los presupuestos del Estado lo que ya viene practicándose hace años.

Con el terreno preparado, tres días después ETA anunciaba el "cese definitivo" de su "actividad armada". Un comunicado como tantos otros anteriores, abyecto, que no se creen ni sus autores ni quienes lo han celebrado con entusiasmo: el Gobierno, el Partido Popular, los nacionalistas y hasta L’Osservatore Romano. Las víctimas del terrorismo han sido tratadas como un estorbo y un obstáculo para la "paz". Habrán de darse por buenos la radical devastación y transformación que el separatismo ha llevado a cabo durante cuarenta años en Vizcaya, Guipúzcoa, Álava y Navarra; el destierro de centenares de miles de personas; el asesinato de casi mil y los daños a miles más; el terror constante que ha alterado las relaciones sociales. Habrá de renunciarse a la justicia, a la reintegración foral, a la unidad de España; y rezar, quizá, por no ser bombardeados por la OTAN, como Serbia, en caso de querer algún día restablecer la justicia y el orden en este nuestro Kosovo.