lunes, junio 25, 2007

Un historiador argentino reconstruye el turbio pasado del abuelo de Néstor Kirchner

Proxeneta, usurero, confidente y «zángano de la colmena social»
Un historiador argentino reconstruye el turbio pasado del abuelo de Néstor Kirchner
JUAN I. IRIGARAY. Especial para EL MUNDO

BUENOS AIRES.- Al contrario del caso del abuelo del presidente José Luis Rodríguez Zapatero, que murió fusilado en la Guerra Civil española y se ha convertido en un símbolo de la defensa de la legalidad, la historia del abuelo del presidente argentino Néstor Kirchner juega últimamente en contra de su popularidad y le acarrea algunos quebraderos de cabeza.

Ayer salió a la luz que el suizo Karl Kirchner colaboró en 1920 con el Ejército argentino en la matanza de trabajadores en la Patagonia y fue prestamista en la ciudad de Río Gallegos, capital de la provincia de Santa Cruz, en la que Néstor Kirchner nació y llegó a ser alcalde y gobernador, antes de llegar a la Casa Rosada.

Esa historia negra del abuelo del presidente fue destapada por el historiador Osvaldo Bayer, considerado un intelectual de prestigio en su país y Alemania, donde vive la mitad del año, por su labor de exhumar varios escándalos de corrupción y matanzas de jornaleros en La Pampa y en la inabarcable meseta del fin del mundo.

En 1974, Bayer publicó su obra de investigación La Patagonia rebelde revelando los fusilamientos de miles de peones rurales por el Ejército en 1920 y 1921, porque hacían huelgas revindicando mejores condiciones de trabajo. De aquel lamasacre se salvó de milagro el gallego Antonio Soto Canalejo, uno de los líderes de la protesta.

En base a aquella investigación se realizó la película homónima La Patagonia rebelde que fue prohibida por el entonces Gobierno de Juan Perón. Amenazado por la banda terrorista Triple A, en 1975, Bayer debió refugiarse en Berlín hasta el final de la dictadura militar en 1983.

«Karl Kirchner era el fotógrafo de los militares. Los acompañaba y sacaba las fotos de los obreros que eran detenidos ilegalmente y luego fusilados» detalló Bayer, y mostró a la revista Noticias los retratos de aquellas capturas, a cuyo pie el propio reportero escribía «los revoltosos» en referencia a los huelguistas.

Bayer también explicó que el abuelo de Kirchner facilitaba dinero a quien se lo pidiera en Río Gallegos a cambio de una devolución con suculento interés. «Tenía un restaurante con señoritas ¿Me entiende?», dijo el historiador para referirse en forma elegante al tipo de actividad a la que se dedicaba Kirchner abuelo y agregó: «Además era prestamista o usurero, como se decía en aquella época».En los panfletos que la Sociedad Obrera de Río Gallegos repartía por entonces puede leerse hoy que ese sindicato llamaba al boicot contra Karl Kirchner y otros cinco comerciantes de renombre en la ciudad, a todos los cuales acusaban en el lenguaje propio de la época de «explotadores» y «zánganos de la colmena social».

«Como mi padre también hablaba alemán se juntaban a charlar.Y un día el viejo Kirchner le pidió prestados 10.000 pesos (unos 24.000 euros de hoy en día). Era mucho dinero. Con eso se podía comprar una casa. Después nunca la devolvió por eso fue la persona que más odió mi padre», asegura Bayer. La publicación de este pasado hizo que tanto Kirchner como su esposa, Cristina Fernández, trataran de cambiar la opinión de Bayer. «El presidente me invitó a la Casa Rosada, me abrazó con fuerza y me dijo al oído: No era mi abuelo sino mi hermano. Y yo lo miré como diciéndole: Vamos a tu familia la conozco bien». «Y a ella le dije: el abuelo de tu marido era un atorrante (timador)».

La estela de estas anécdotas también salpicaron al propio presidente y su patrimonio. Muchos argentinos comentan, aunque no está documentado, que Kirchner trabajó en una financiera durante la dictadura militar y que se habría apropiado de las casas de los morosos. Hoy reconoce tener 22 propiedades y su hijo las administra.