miércoles, febrero 28, 2018

Arbol borbon


Aborto y Fe, conceptos irreconciliables

Publicado el:
La ciencia h
aborto
a sido clara: la vida humana se origina en el momento de la concepción. Sin lugar a dudas. Ya ese minúsculo conjunto de células tiene lo necesario para ser llamado Ser Humano. Abundan las fotografías de fetos en etapas tempranas del embarazo que exponen la clarísima distinción de órganos aun en tan iniciales momentos. Eso da por tierra la discusión de si abortar luego de tal o cual semana es más o menos homicidio. Cualquier aborto es un crimen, porque se arrancan los organos y la vida misma de una vida humana insertada en el seno de una madre. Las discusiones de si la madre quiso o no quiso el embarazo, son obviamente legítimas. Sin embargo, ¿vamos a incurrir en homicidio para resolver esa cuestión? Como dijo un político americano con ironía respecto de los abortistas: “me resulta curioso que todos los que conozco que defienden el aborto, ya habían nacido”. O sea, ¿Cómo consultamos la opinión de todos aquellos que fueron cercenados de la posibilidad de continuar su vida y desarrollarse como adultos? Es muy fácil opinar sobre asesinar a otro, si es que uno ya pasó esa etapa y no fue sometido a semejante crimen.
Y todo esto sin haber siquiera introducido ningún razonamiento vinculado a la fe. Seamos claros a este respecto: es absolutamente indubitable que el aborto no es compatible con la fe cristiana. Es un pecado gravísimo que pone una línea divisoria entre los que están con Dios, y los que están contra El. No hay otra forma de verlo.
La Madre Teresa de Calcuta ha dicho: el resultado del aborto será la tercera guerra mundial. Yo opino que el país más pobre es el que mata a los niños no nacidos para poder tener placeres y cosas extras. Temen tener que alimentar a Un niño más.
Nosotros desde www.ReinadelCielo.org difundimos los mensajes de la Virgen María en Medjugorje como La Reina de la Paz, entre tantas otras revelaciones privadas. Ella no solo está preocupada por el aborto que avanza en todo el mundo, sino por la amenaza que representa a las almas de madres y padres abortistas. Mirjana Dragicevic, una de los seis videntes de Medjugorje, a la pregunta de si la Santísima Virgen había mencionado el aborto en Estados Unidos, contestó: No sólo en Estados Unidos si no en todo el mundo. La Santísima Virgen dijo que no hay pecado para Dios que no pueda ser perdonado. Pero para el aborto hay que hacer penitencia toda la vida, no sólo la Madre si no también ambos padres, madre y padre. Dios perdona todos los pecados, incluyendo el aborto. Dios sólo pide que uno regrese a Él y busque Su amor y su perdón.
Otro de los videntes de Medjugorje, Iván Dragicevic, habló de sus experiencias con la Virgen María al mencionar que el aborto causa profundo dolor a la Madre de Dios. En su testimonio Iván reforzó la dignidad de toda vida humana desde la concepción hasta la muerte natural. Dijo que el gran número de abortos en el mundo producen lágrimas en los ojos de la Virgen María, que nos llama a respetar la vida desde el momento de la concepción hasta la muerte natural.
De este modo, Dios nos advierte a través de Su Madre que el pecado del aborto es mucho más grave que otros pecados, porque es un crimen contra un alma totalmente pura, inocente, y por eso requiere ser confesado a un sacerdote con verdadero arrepentimiento, pero luego de ello realizar mucha penitencia durante todo el resto de la vida.
El aborto es el gran pecado de nuestros tiempos ya que configura un verdadero genocidio, porque  a traves de ello se persigue a un generico de seres humanos indefensos y dispersos por el mundo entero. Como católicos practicantes, no podemos apoyar ninguna política de estado que esté a favor del aborto, ni votar a candidatos que lo aprueben.
Es una cuestión seria de conciencia, porque aborto y fe son dos términos absolutamente irreconciliables.

Monseñor Aguer, duro contra Macri por haber dado luz verde a debatir el aborto: "Es un gobierno sin principios"

"Creo que ni sabe hacerse bien la señal de la cruz, y ahora sale con estas cosas", dijo el religioso acerca del Presidente.

Lanzada la discusión sobre el aborto legal, monseñor Héctor Aguer, arzobispo de La Plata, fue durísimo este sábado con el presidente Mauricio Macri, al sugerir que "ni sabe hacerse bien la señal de la cruz" a pesar de su formación religiosa. "Este es un gobierno sin principios de orden moral y natural", denunció.

Aguer adhirió al pronunciamiento de la Conferencia Episcopal Argentina, que reclamó un "diálogo sincero y profundo" sobre la interrupción voluntaria del embarazo, de cara al debate en el Congreso. En ese sentido, habló de "una serie de contradicciones" del Gobierno por su decisión de no obstruir el tratamiento del proyecto.

"Hay una serie de contradicciones en el caso del Presidente actual, un hombre que ha sido formado en el colegio Newman y en la UCA, que yo creo que ni sabe hacerse bien la señal de la cruz, y ahora sale con estas cosas", dijo el arzobispo en declaraciones al programa Sábado Tempranísimo, por radio Mitre.

A su vez, reiteró que "la doctrina de la Iglesia siempre ha ubicado al aborto dentro del mandamiento 'No matarás'".
"Lo que me llama la atención de este proyecto es que se despenalizaría el aborto a partir de las 14 semanas (de gestación). Yo me pregunto, ¿por qué no después? ¿Antes qué es eso, un bicho? ¿Se convierte en humano repentinamente a las 14 semanas?", se preguntó.

Insistió entonces en que "está suficientemente claro en las evidencias científicas que desde el momento de la concepción hay una vida humana que se va a desarrollar", y además planteó "razones teológicas, doctrinarias", ya que "nuestro señor Jesucristo, el hijo de Dios hecho hombre, fue un embrión, fue un feto en el seno de la Virgen Santísima, y nació como un niño".
Aguer sumó otro argumento en contra del aborto legal: "Hay disposiciones internacionales a las cuales hemos adherido que dicen que desde el instante de la concepción (hay vida). Tendrían que explicar qué es ese bicho que hay en el seno de una mujer, cualquiera sea el modo en que se haya engendrado, incluso si fue en una violación".

  En tanto, pidió que "muestren las estadísticas" sobre muertes causadas por abortos y advirtió que a las mujeres que incurren en esa práctica "no se las asiste para que no aborten".
Puso como ejemplo los casos de aborto por violación. "Para liberarla de ese peso se mata al niño... ¿por qué no se pena de muerte al violador? ¿No nos atrevemos a eso?", cuestionó, aunque luego aclaró que no está a favor de la pena de muerte para abusadores: "Con esto muestro, con una analogía, lo que no se puede hacer".
Además, Aguer descartó que tengamos derecho a hacer lo que queramos con nuestro cuerpo. "El hombre no es un 'pegote' de cuerpo y libertad, sino una unidad", argumentó.
Por último, negó que la decisión del Gobierno de habilitar el debate tenga que ver con un avance contra el Papa Francisco. "Ya ha habido iniciativas de este tipo y hay algunos diputados que insisten en eso tenazmente", dijo.
"Conozco al Papa hace 40 años y tengo un trato frecuente con él. Me disgusta un poco que muchos oportunistas se agarren de la sotana blanca y el Vicario de Cristo. No metan al Papa en cuestiones en las que el Papa no desea meterse", remató.

EL ABORTO

EN ESTOS DÌAS  SE ESTA TRATANDO EL PROBLEMA DEL ABORTO.YO SOY  UN MEDICO-CIRUJANO YA CON 91 AÑOS Y QUIERO REFERIRLES ALGUNOS PUNTOS IMPORTANTES QUE ME HA TOCADO.VIVIR : PRIMERAMENTE AL RECIBIRME DE MÈDICO ME TOCÒ AL RECIBIR MI DIPLOMA, EL "jURAMENTO HIPOCRÀTICO"; DONDE NO`DEBIA REALIZAR ABORTOS.
DESPUÈS, YA EN TERCER AÑO ENTRAR EN LA S GUARDIAS DE PRACTICANTES DEL HOSPITAL ALVEAR DE BS.AS, LOS DÌAS SÀBADOS Y DONDE LA MAYORIA ERAMOS ENTRERRIANOS Y CRISTIANOS.ALLÌ APREDÌ, MUCHAS COSAS: 32 SALAS QUE ATENDER ADENTRO Y CERCA DE 300.000 ALMAS AFUERAS QUE NOS TURNABAMOS CADA QUINCE DÌAS.
 NO QUIERO OLVIDARME , QUE LA MAYORIA ERAMOS CATÒLICOS...
EN VARIAS OPORTUNIDADES  ME TOCÒ ASISTIR VER  A UN MÈDICO QUE HABIA PASADO POR ESA GUARDIA A MUJERES A QUIENES LES PRACTICABA UN ABORTO PROVOCADO.POSICIÒN GINECOLÒGICA,UN MORFINA INTRAMUSCULAR Y LUEGO CON BUJIAS DE HEGAR IR DILATANDO EL CUELLO UTERINO LO SUFICIENTE PARA QUE PUDIERA ENTRAR LA "CURETA". CON UN HISTERÒMETRO,MARCADO EN CM.ROMPÌA LA BOLSA Y COMENZABA A CURETIAR Y ANTE MI ASOMBROS Y LOS GRITOS DE LA MUJER ,EMPEZABAN A SALIR PIERNAS , BRAZOS Y CABEZAS Y PEDAZOS DEL FETO QUE ESTABA MATANDO. yO NO ENTENDÌA NADA, PUES NO HABIA DADO LA MATERIA DE GINECOLOGIA POSTERIORMENTE COMPRENDÌ LO BRUTAL DEL HECHO.ESTO.CUANDO ESTO LO REPITIÒ EN OTRAS VECES.AHORA PUEDO PENSARQUE ESTOS ABORTOS PROVOCADOS - Y COBRADOS EN BUENOS $- EN CLINICAS O SANATORIOS QUE LOS PERMITEN CONTODOS LOS MEDIOS ASEPTICOS Y ANESTESIAS GENERALES-GENERALMENTES ENGAÑADOS COMO METRORRAGIAS EXPONTANEAS Y NECESIDAD URGENTE DE DETENERLAS-SE LOS PODRÌA FILMAR PERFECTAMENTE Y PROYECTARLOS EN LA SALA DEL CONGRESO DE LA NACIÒN.CREO NO EQUIVOCARME QUE LA INMENSA MAYORÌA DE LAS QUE AGITAN LO PAÑUELOS VERDES DEBERIÀN VER COMO YO LOS VÌ ,LOS PEDAZOS HUMANOS AMPUTADOS POR LA CURETA ASESINA.y LUEGO SÌ VOTAR SI LES PARECE BIEN ESTA VIDA QUE NO TIENE CULPA Y ES ASESINADA BRUTALMENTE..MUCHO PARA HABLAR Y DISCUTIR SOBRE ESTE MALIGNO PROCESO CUANDO ES PROVOCADO CON CONSENTIMIENTO Y ALEVOSÌA, DONDE EL ÙNICO CULPABLE ES EL INOCENTE AJUSTICIADO Y DESTROZADO. SI SON CATÒLICOS POR EL CANON 2.350 SEPAN : "LOS QUE PROCURAN EL ABORTO, INCLUSO LA MADRE, INCURREN, SI  EL ABORTO SE VERIFICA EN EXCOMUNIÒN LATAE SENTENTIE RESERVADA AL ORDINARIO; Y SI SON CLÈRIGOS, DEBEN SER  DEPUESTOS "Y PARA AGREGAR  ALGO DE LOS TANTOS ARGUMENTOS QUE LEAN " HUMANAE VITAE " CARTA ENCICLICA DEL PAPA PAULO VI A PUNTO DE SER BEATÌFICADO.
 
EL DIRECTOR


Argentina sanciona con 400.000 euros al buque gallego apresado por pesca ilegal

Las autoridades del país austral deciden confiscar toda la carga del pesquero y anuncian que aplicarán una rebaja de la multa si se abona en menos de 10 días

Argentina multará al barco gallego apresado por pesca ilegal el pasado 4 de febrero con diez millones de pesos, equivalente a unos 400.000 euros. Según adelanta Faro de Vigo, las autoridades del país austral han decidido además confiscar las más de 330 tolenadas de pescado que el buque llevaba a bordo, aunque anuncian que, si la armadora gallega Pesquerías Marinenses abona el pago antes de diez días hábiles, la sanción podría verse reducida en un 25%.
La armadora del Playa Pesmar Uno -que permanece amarrado desde hace unos 20 días en el puerto de Comodoro Rivadavia- admitió haber faenado durante unas dos horas a unas 0,4 millas aguas adentro de la zona económica exclusiva de Argentina. No obstante, atribuyeron este hecho al error de uno de los navegadores vía satélite GPS de la embarcación, que servía para reflejar las posiciones en la carta electrónica. De hecho, según Pesquerías Marinenses, las autoridades argentinas verificaron que uno de los tres GPS que lleva a bordo presenta una desviación, en tanto que los otros dos coinciden.
El Playa Pesmar Uno fue interceptado por la Prefectura Naval de Argentina pescando en su zona económica exclusiva con 330 toneladas de piezas frescas en bodega. El buque, de 63 metros de eslora y 12,50 de manga, llevaba 34 tripulantes a bordo en el momento de ser apresado por el guardacostas GC 27 Fique, después de partir de Montevideo, la capital de Uruguay, el pasado 11 de enero.
El personal de Prefectura Naval estableció comunicaciones por radio con el capitán del pesquero, con el objeto de que detuviera su navegación y no levantara la red de pesca que tenía desplegada en el mar, a lo cual accedió.

 

Sr. Director:

¡Balza!... Cosecharás tu siembra

Desde hace muchísimos años, en varias cartas de lectores y artículos he venido denunciando todas las canalladas, hipocresías, vilezas e indignidades del traidor Balza. En la mayoría de esos escritos siempre dejé claro como idea fuerza, el hecho de que algún día este vil militar iba a pagar todo el daño irreparable que causó en el Ejército Argentino y en el resto de las FF.AA. Y hoy nuevamente, el larguirucho general nos vuelve a convocar porque está cosechando toda la basura que sembró.

Ocurrió que en el día de ayer, 21 de febrero de 2018, el inimputable personaje se hizo presente en el Regimiento de Patricios para participar de la ceremonia de asunción del nuevo JEMGE, el general Claudio Pasqualini. Y de entrada nomás, esta actitud ya nos plantea algunos interrogantes: ¿Cómo siendo el militar más despreciado por sus pares de la historia militar, se atreve a presentarse en público?... ¿Cómo es posible que lo inviten sabiendo que es el más grande traidor de sus camaradas y destructor de las FF.AA. Sanmartinianas?.

Intentando encontrarle alguna explicación a semejante despropósito, digo que Balza es como Cristina Kirchner, ambos son enfermos y no tienen conciencia cabal del mal que han hecho, es más, ambos creen que son próceres a quienes los argentinos les debemos mucho. Tienen una enajenación total de la realidad que se ve alimentada por esos grupos de obsecuentes que nunca faltan y que siempre quieren quedar bien con los que están cerca del poder. Sin haberlo visto porque no estuve presente, no tengo dudas que de esta clase de gente, ayer hubo varios que se acercaron a saludarlo ¿cómo está mi general? ¿qué dice mi general? ¿tanto tiempo mi general?... pusilánimes, cobardes y obsecuentes…

Y si este tipo destruyó al Ejército y la mayoría de sus cuadros lo desprecia, ¿quién lo invita? ¿y para qué lo invitan?. Sinceramente no encuentro respuesta coherente a semejante desacierto. Solamente se me ocurre que todo se debe a esa deformación militar que hace que si el ceremonial militar dice que hay que invitar a los que fueron jefes del Ejército, se lo invita sin importar que este sinvergüenza destruyó a la institución.

Pero la cosecha en algún momento llega… Y un grupo de valientes mujeres se le plantó delante y lo increpó diciéndole lo que muchos militares deberían haber hecho y no hicieron. Bravo por esas valientes esposas de oficiales que lo trataron de canalla, traidor, hipócrita y otros epítetos por los cuales el sinvergüenza debió retirarse del histórico Regimiento.

Y llama la atención cómo siendo ésta una extraordinaria noticia para cualquier periodista, la misma no haya sido levantada en los principales medios de comunicación.
¿Acaso complicidad?... qué duda cabe.
¡Por Dios y por la Patria!
Hugo Reinaldo Abete
Ex Mayor E.A.


El número de catalanes partidarios de la independencia cae ocho puntos hasta el 40,8%

Un estudio de la Generalitat apunta que el el 53,9% de los catalanes se declaran partidarios de continuar formando parte de España

en Videos
.

Opinión de la Generalitat (CEO) que señala que solo el 40,8% los catalanes son partidarios de la secesión frente al 48% que apuntaba la última oleada del sondeo, presentada en octubre.
Asimismo, el 53,9% de los catalanes se declaran partidarios de continuar formando parte de España. Con estos resultados el pulso entre los catalanes partidarios y contrarios a la independencia vuelve a las cotas anteriores a la declaración unilateral de independencia y el referéndum ilegal celebrado en otoño. La encuesta se realizó entre el 10 y el 30 de enero con una muestra de 1.200 entrevistas.
Preguntados sobre su sentimiento de pertenencia, el cuál debería ser el estatus jurídico de Cataluña, el 36,3% de los entrevistados opina que debería seguir como una comunidad autónoma dentro de España, asimismo, 6,6% piensa que debería ser una «región» y un 19,4 un «estado» que formara parte de una España federal. Finalmente, el 32,9% asegura que este territorio debe ser un «Estado independiente».
La encuesta presentada hoy también apunta que el 60,3% de los encuestados opina que Cataluña tiene un nivel «insuficiente» de autonomía, mientras que el 23% cree que la comunidad tiene un nivel correcto de autogobierno y un 8,5 piensa que el gobierno catalán tiene demasiadas atribuciones.

Ramiro de Maeztu

Este artículo trata sobre el escritor. Para el centro de enseñanza, véase Instituto Ramiro de Maeztu.
Ramiro de Maeztu y Whitney (Vitoria, 4 de mayo de 1874-Aravaca, 29 de octubre de 1936) fue un ensayista, crítico literario y teórico político español.
Afecto en su juventud a una cosmovisión nítidamente nietzscheana y darwinista social,1​ perteneció a la generación del 98. Enviado en 1905 como corresponsal al Reino Unido, allí flirteó ideológicamente en primera instancia con la Sociedad Fabiana, para después, hacia 1912, aproximarse a grupos distributistas y al socialismo corporativo.2​ Maeztu, que terminó migrando a posiciones reaccionarias, y que estuvo destinado durante la dictadura de Primo de Rivera en Argentina como embajador, fue un impulsor del concepto de «Hispanidad». Militarista convencido a lo largo de su trayectoria, destacó durante la Segunda República como figura de la sociedad cultural Acción Española, de cuño contrarrevolucionario y monárquico, así como de la revista homónima.
Diputado por Guipúzcoa en la segunda legislatura de las Cortes republicanas, fue asesinado al comenzar la Guerra Civil, en el curso de una de las numerosas sacas que elementos del bando republicano efectuaron en el Madrid posterior al golpe de Estado de julio de 1936.

Biografíaeditar

Fotografía publicada en 1915 por Whiteley.
Nacido el 4 de mayo de 1874 en Vitoria,3​ fue hijo del ingeniero Manuel de Maeztu Rodríguez, un hacendado cubano de origen navarro que conoció a su madre, Juana Whitney, hija de un diplomático británico, en París, y con la que se casó cuando ella tenía dieciséis años.
Del matrimonio nacieron cinco hijos: Ramiro, Ángela, Miguel, la pedagoga María de Maeztu, y el pintor Gustavo de Maeztu.
La familia se estableció en Vitoria. Pronto Ramiro queda huérfano de padre y en 1894 se hunden los negocios de la familia en Cuba por confusos problemas administrativos (el padre, Manuel, vivía de los negocios derivados de la pertenencia de Cuba a España; la independencia de Cuba acabó con sus actividades).
Para poder hacer frente a la repentina viudez y a las necesidades de sus hijos, su madre Juana marchó a Bilbao.
Ramiro pasó parte de su juventud en París y en La Habana dedicado a oficios diversos y se inició en el periodismo. Autodidacta y de ideas combativas, se trasladó a Madrid en 1897, un hecho decisivo en su vida literaria, ya que inició entonces una colaboración importante con distintos periódicos y revistas, como Germinal, El País (editado de 1887 a 1921), Vida Nueva, La España Moderna o El Socialista, entre otros, con una orientación socialista reformista. Empleó por esta época el pseudónimo «Rotuney».4nota 1​ En esos años también da inicio a su amistad con regeneracionistas e intelectuales, especialmente con Azorín y Baroja, con quienes formó el grupo conocido bajo el nombre de «Grupo de los Tres» y fue un exponente destacado de la llamada Generación del 98. En sus colaboraciones de prensa —una pequeña parte de las cuales recogió en su primer libro, Hacia otra España—, examina las causas de la decadencia española, hace una crítica muy dura de la vida nacional y propone una renovación de estilo europeísta.
Entre 1905 y 1919 residió en Bayswater, Londres, donde trabajó como corresponsal para La Correspondencia de España, Nuevo Mundo y Heraldo de Madrid. Viajó por Francia y Alemania y fue corresponsal de guerra durante la Primera Guerra Mundial en Italia entre 1914 y 1915. Este periodo representa su fase liberal y de admiración a las instituciones británicas, ocupando su atención en numerosas disciplinas (filosofía, política o literatura) cuya actualidad acercaba al público español. Publica en inglés Authority, Liberty and Function in the Light of the War (1916)5​ —aparecido cuatro años después en español como La crisis del humanismo— donde somete a examen los conceptos de autoridad y libertad en la sociedad moderna.
Militarista convencido,6​ tras su regreso a España, en 1919, comienza su desconfianza en la democracia liberal y va cuajando su evolución hacia el tradicionalismo de signo católico, que se consumará durante la dictadura de Primo de Rivera. A comienzos de 1927 ingresó en la Unión Patriótica.7​ Durante un breve período de tiempo fue miembro de la Asamblea Nacional Consultiva instaurada por la Dictadura, entre 1927 y enero de 1928.8​ En diciembre de 1927 fue nombrado embajador extraordinario y plenipotenciario en Argentina,9​ ejerciendo el cargo entre febrero de 1928 y febrero de 1930.10​ Allí tuvo ocasión de tratar con el nacionalista Leopoldo Lugones y con el jesuita Zacarías de Vizcarra,11​ introductor este último en 1926 de la idea de la «hispanidad» (que propuso como sustituto del espurio término raza); una idea que Maeztu asumió como propia y después abanderó. En esos años mantiene su concepto de decadencia, esencial en la actitud intelectual de los hombres del 98, e intensifica su defensa de los valores católicos y de las tradiciones hispánicas.
Casa madrileña en la que vivió Maeztu hasta su muerte.
Nada más producirse la caída de Primo de Rivera, Maeztu dimitió de su cargo de embajador y regresó a España. Se movió entonces en la órbita de la Unión Monárquica Nacional, construida sobre los restos de la Unión Patriótica.12​ Por entonces conoció al joven integrista Eugenio Vegas Latapie; ambos, con el concurso del marqués de Quintanar, proyectaron la creación de una sociedad cultural y una revista de pensamiento que acabó llamándose Acción Española (aunque Maeztu propuso en principio denominarla Hispanidad). La sociedad se creó en octubre de 1931 —tras la proclamación de la Segunda República Española— y el primer número de la revista apareció el 15 de diciembre de 1931. En la nueva organización Maeztu adquirió de inmediato «un claro perfil de líder espiritual».13​ En su artículo inaugural, Maeztu representó a España como una encina, que hunde sus raíces en la tierra (en la tradición), pero se encuentra sofocada por la hiedra, «es decir, por la intelligentsia progresista —resume González Cuevas—, ajena a la savia vivificadora de la historia, e incapaz, por tanto, de regenerar la nación».14​ Ese artículo de presentación de la revista le valdría el Premio Luca de Tena otorgado por el diario ABC. Desde el número 28 de la revista, Maeztu figuró formalmente como su director, y lo fue hasta el último número, el de junio de 1936.
El 20 de marzo de 1932 ingresó como miembro de número en la Academia de Ciencias Morales y Políticas con la lectura de El arte y la moral.15
En esta última fase su ideario intensifica su relación con el viejo tronco de pensamiento tradicionalista español (Donoso Cortés, Menéndez Pelayo, etc.) y mantiene afinidades con los teóricos del integralismo lusitano. Este ideario en pro de la civilización hispánica y católica, desarrollado en sus artículos publicados en Acción Española, fue recogido en su libro Defensa de la Hispanidad, que se convirtió en su obra más influyente y en exponente de su pensamiento. Su doctrina de la Hispanidad, un mundo espiritual que uniría a España y a sus antiguas colonias por medio del idioma español y la religión católica, constituyó una de las herramientas ideológicas de la derecha antirrepublicana y el franquismo.16​ Terminó militando en Renovación Española, partido político significado por su oposición frontal al régimen de la República, en cuyas filas fue elegido diputado en las Cortes por Guipúzcoa en las elecciones de noviembre de 1933. Ya en 1931 abogaba por la instauración de una «monarquía militar» con el monarca como dictador.17​ Tras la huelga revolucionaria de octubre de 1934 exacerbó todavía más sus posiciones contrarrevolucionarias y abogó por llevar a cabo una represión ejemplar que dejara a España pacificada «por una o dos generaciones».18
El 30 de mayo de 1935 leyó su discurso de ingreso en la Academia Española, titulado La brevedad de la vida en nuestra poesía lírica.19
Al inicio de la Guerra Civil Española fue detenido por los milicianos republicanos. Tras haber sido encarcelado, en la madrileña cárcel de Ventas el 30 de julio de 1936, fue fusilado en el cementerio de Aravaca el 29 de octubre de 1936, víctima de una de las sacas (traslados y ejecuciones sumarias de presos) que ocurrieron durante la Guerra Civil. Sus últimas palabras, se ha dicho, fueron:2021
Vosotros no sabéis por qué me matáis, pero yo sí sé por lo que muero: ¡Para que vuestros hijos sean mejores que vosotros!
En 1974 se le otorgaría de manera póstuma el título de conde de Maeztu.22
En 2011 el Ayuntamiento de Madrid colocó una placa en la casa en que vivió hasta su muerte, situada en el número 13 de la calle Espalter.


La decapitación pública del general catalán que se rebeló contra Felipe V

Josep Moragues -uno de los miliatares austracistas más destacados del siglo XVIII- terminó sus días linchado por alzarse contra las Dos Coronas. Su cabeza quedó expuesta en una jaula durante doce años

Su historia es una de las muchas que se recogen en la obra «Cabezas cortadas y cadáveres ultrajados» (editado por «Desperta Ferro»)

 

en Videos
.

Guerrillero y líder rebelde para unos. Héroe que se negó a rendirse para otros. La figura del general José Moragues (también Josep Moragues) navega entre la realidad, la controversia y la manipulación. Y es que, no falta quien le retrata como un mártir de la independencia catalana a pesar de que se limitó a elegir el bando austracista durante la Guerra de Sucesión. Más allá de su utilización como icono de la emancipación, la realidad es que el oficial se hizo tristemente famoso por ser decapitado por sus enemigos allá por el año 1715. Su cabeza, posteriormente, fue expuesta en una jaula ubicada en uno de los accesos a Barcelona durante más de una década.
La ejecución del general Moragues es una de las muchas historias que recoge el último libro de Francisco Gracia Alonso: «Cabezas cortadas y cadáveres ultrajados» («Despeta Ferro», 2017). Una completa obra en la que este catedrático de Prehistoria por la Universidad de Barcelona analiza la importancia de estas prácticas desde la época de los egipcios, hasta la actualidad (pues, a día de hoy, los narcotraficantes todavía recurren a ellas en América Latina para aterrorizar a sus enemigos). Así pues, y más allá de quedarse en la mera anécdota, el español se adentra en campos como el valor antropológico de este castigo o su significado para las diferentes culturas.
«La decapitación y toda la serie de ultrajes que se practican con los cuerpos de las víctimas, como las mutilaciones, las emasculaciones, el descuartizamiento, la extirpación de los órganos internos, la quema y el desollamiento, sin olvidar en algunos casos el canibalismo ritual, tienen además un componente ideológico que sobrepasa el concepto específico de la muerte. Buscan la humillación, el quebranto de la memoria de los actos del individuo muerto mediante su degradación pública cuando se trata de personas conocidas o destacadas en sus estructuras sociales, o el ejercicio del terror cuando los asesinatos innecesarios o masivos», explica el autor en «Cabezas cortadas y cadáveres ultrajados».

Realidad contra mito

Moragues vino al mundo allá por 1669 en Gerona y, ya desde su infancia, demostró estar predestinado al mundo de las armas. Así lo explica el historiador y arqueólogo Joan Llinàs i Pol en su dossier «El general Moragues. De les Guilleries al capdavant de la Guerra de Successió»: «Fue el heredero de una hacienda situada entre Sant Hilari Sacalm y Joanet». El autor le define también como «un campesino acomodado» cuyo padre murió cuando él sumaba apenas 16 primaveras. Poco más de dos décadas después, el futuro mártir contrajo matrimonio con Cecilia Regàs, a quien este experto define como miembro de «una familia de ciudadanos honrados de Girona» acaudalada.
Moragues comenzó su andadura castrense tras las escaramuzas perpetradas por los galos contra España a finales del siglo XVII en el marco de la guerra de los Nueve Años. «En el transcurso de esta guerra, Francia se enfrentó en solitario a una coalición liderada por Inglaterra, Provincias Unidas y Austria (que había firmado el Tratado de Viena en 1689 por el que Guillermo III reconocía una sucesión austríaca en caso de la muerte de Carlos II) a la cual se añadieron otros miembros de la llamada Liga de Augsburgo, constituida el 9 de julio de 1686: la Monarquía Hispánica, Suecia y los círculos germánicos de Baviera, Franconia y el Alto Rín», explica Antonio Espino López en «Las guerras de Cataluña: El teatro de Marte 1652 – 1714».
Para ser más concretos, Moragues se alzó en armas cuando el invasor francés conquistó Sant Hilari. Y lo hizo en una compañía de fusileros en la que demostró sus buenas dotes de mando.
Josep Moragues i Mas
Josep Moragues i Mas
En palabras de Joan Llinàs i Pol, a partir de entonces «entró en contacto con una serie de personajes de extracción social similar con los que formaría el grupo de los “Vigatans”, declarado antifrancés, con el que nunca perdería el contacto a pesar del fin de la guerra». Aquel fue el inicio de su odio hacia lo gabacho. Una inquina que, posteriormente, derivó en la repulsión hacia el candidato galo (el Borbón Felipe V) en la Guerra de Sucesión. Todo ello, en favor del archiduque Carlos de Austria, a quien apoyaron a partir de 1701 desde los ingleses, hasta los holandeses pasando por los imperiales.
Su aversión hacia Felipe V llevó a nuestro protagonista a contribuir por la causa austracista. «En 1705, Moragues y los “Vigatans” recibieron la propuesta de movilizar el país contra el nuevo orden borbónico», explica Joan Llinàs i Pol. El militar no lo dudó y se unió al llamado «Pacto de los “Vigatans”». Un tratado que favoreció la llegada de los ingleses a España y, posteriormente, la conquista de Barcelona por parte del archiduque Carlos.
Felipe V, candidato de la casa Borbón
Felipe V, candidato de la casa Borbón
Así explica la importancia que tuvo el tratado a la hora de aupar al poder al archiduque la autora Dolores Luna-Guinot en su obra «Desde Al-Andalus Hasta Monte Sacro»: «Por medio de este pacto, los ingleses se comprometían a garantizar el sistema foral catalán fuera cual fuese al final de la contienda, negociando los ingleses con varios disidentes catalanes, entre ellos Josep Moragues, […] comprometiéndose los catalanes a aportar 6.000 hombres cuando los ingleses volviesen a desembarcar en Barcelona, tras un posible levantamiento contra los borbones que quedaría asegurado en el caso de presencia de la flota aliada en Cataluña para entronizar al archiduque Karl».
Sin duda, el plan les salió en principio a pedir de boca. Y es que, tras el prometido desembarco, el archiduque se nombró rey y se dio a conocer como Carlos III. «Aunque el nuevo rey premió a Moragues ascendiéndolo a coronel y poniéndolo a la cabeza de un regimiento, él era hombre más de acción que de honores, y pronto formó una compañía que contribuyó a rechazar los intentos de Felipe V de recuperar Barcelona», añade el experto.

Principio del fin

Ávido en el uso de las armas y experto en los movimientos militares, Moragues fue nombrado, previo ascenso a general, gobernador de la fortaleza de Castellciutat. Urbe que José Balari y Jovany define de esta guisa en «Orígenes históricos de Cataluña»: «Está situada en una pendiente entre dos colinas a la derecha de los ríos Segre y Balira. En la colina de la derecha […] hay un castillo o ciudadela de Urgell».
Nuestro protagonista cumplió su encargo y, tras organizar la defensa de la urbe, se convirtió en el verdadero muro que combatió contra la alianza franco-española. Si antes ya era conocido, a partir de entonces se ganó un nombre todavía mayor entre los partidarios de Felipe V. Posteriormente conoció a su segunda esposa, Margarita de Giralt, tras enviudar.
Sin embargo, su causa estuvo siempre condenada a un fracaso que empezó a vislumbrarse en 1713. Y es que, fue ese año cuando -a pesar de ser un verdadero baluarte de la resistencia- recibió la orden de retirarse de Castellciutat. En principio se negó a marcharse y aguantó el envite enemigo durante tres meses. Con todo, al final se vio obligado a firmar la rendición.
Enfermo, se retiró a Sort, desde donde trató de volver a hacerse con Castellciutat, aunque de forma inútil. «Su familia fue hecha prisionera, llevada a Balaguer y liberada (menos uno de sus sobrinos) en una acción de película dirigida por él mismo», explica el historiador. Tras este curioso suceso, el militar se puso a las órdenes del marqués del Poal, quien dirigía la defensa de Barcelona de las tropas de Felipe V.
Asalto sobre Barcelona (1714)
Asalto sobre Barcelona (1714)-Jacques Rigaud
Allá por el verano de 1714, Moragues trató de defender a ultranza las regiones que todavía permanecían en poder de los austracistas (entre ellas, Cardona). Sin embargo, el 11 de septiembre recibió la orden de rendirse a los vencedores tras la caída de Barcelona. «Fue indultado y se retiró con su familia a Sort, donde se mantuvo alejado de la política», añade Luna-Ginot.
Para su mala suerte, la tranquilidad no le duró demasiado. Poco después se presentó Barcelona para tratar de sacar de prisión al hijo de su cuñado. No pudo cometer un error peor, pues las autoridades le quitaron el pasaporte y le obligaron a presentarse diariamente en Capitanía para asegurarse de que no huía a otro país. Todo ello, por orden del Capitán General de la urbe.
Desesperado, nuestro protagonista trató entonces de huir hasta Menorca (en poder inglés tras la firma del tratado de Utrecht). Pero también fue en vano, pues el capitán del bajel le reconoció y ordenó el regreso a puerto. En tierra, Moragues intentó esconderse en las montañas, pero fue delatado y arrestado junto a otros dos oficiales austracistas, los capitanes Jaume Roca y Pau Macip, el 22 de marzo de 1715.

Decapitación

Tras ser torturado, Moragues fue decapitado. Así lo narra Francisco Gracia Alonso en «Cabezas cortadas y cadáveres ultrajados»: «Fue juzgado y ejecutado en Barcelona el 27 de mayo de 1715, después de que le retiraran los honores militares por “haber cometido el crimen de una repetida rebelión abusando en dos ocasiones de la clemencia real, por lo que finalmente a la tercera fue detenido y ejecutado por la justicia”. Vestido con un hábito de penitente y arrastrado por un caballo a través de las calles de la ciudad hasta llegar al patíbulo, fue degollado, decapitado, y su cuerpo descuartizado».
Su cabeza decapitada fue, posteriormente, expuesta por orden real en el interior de una jaula de hierro ubicada en el Portal del Mar, una de las entradas principales de Barcelona. Allí permaneció, en palabras de Gracia Alonso, hasta 1727. «El escarnio cumplió su cometido unido a la represión de las guerrillas austracistas en el interior y sur de Cataluña», finaliza el experto en la obra editada por «Desperta Ferro».
El contenido de su testamento se conoce perfectamenet a día de hoy:
José Moragues (1669-1715), con residencia en Sant Hilari Sacalm, otorga testamento. Nombra albaceas a su esposa Magdalena de Giralt, a José Balmes, presbítero beneficiado de la parroquia de Sant Hilari Sacalm, a Isidro Verneda, agricultor, de esta misma parroquia, y a sus "tíos valencianos" (tíos segundos). 
Deja la elección de sepultura a voluntad de su esposa y ordena que sean celebradas doscientas misas por su alma, cien en la iglesia del Buen Suceso de Barcelona y cien al convento de San Agustín de la Seo de Urgel. Nombra heredera universal a su esposa, a condición de que esta disponga sus bienes a favor de sus hijos y que designe heredero universal al mayor de sus hijos varones, y escoge como tutores de aquellos a sus cuñados Jacinto y Aleix de Giralt.
A continuación, enumera todas las deudas que tiene pendientes de cobrar, en especial una de quinientas dobles de la que hace albarán, para evitar que vayan a parar a la hacienda real, ya que José Patiño, intendente general, le tiene confiscada toda su documentación. 
Testamento de Moragues
Testamento de Moragues-CNC

miércoles, febrero 21, 2018

¡Memoria histórica y foto inédita!: Dalí siempre tuvo en su casa un retrato de José Antonio

Dali-Salvador-Cuadro-Jose-Antonio-Primo-de-Rivera
Por mucho que la “memoria histórica” trate que olvidemos todo, no lo consentiremos. Dalí, era un español hasta el tuétano. Franquista desbordado y en su casa tenía siempre un retrato de José Antonio. El retrato desapareció nada más inaugurar la casa-museo. ¡Qué sorpresa!
Durante la Guerra Civil la suya y otras familias acomodadas de Figueras sufrieron la represión de la retaguardia republicana. Anna Maria Dalí, su hermana, fue detenida el 4 de diciembre de 1938 acusada falsamente de espionaje. Estuvo diecisiete días encarcelada en varias prisiones donde sufrió múltiples torturas y violaciones.
Dalí nunca se olvidó de ello (no como otros que para ganarse cargos en la democracia, vendieron su pasado y su alma).

Explore Art History, Austria, and more!

https://ar.pinterest.com/pin/682576887244575445/

Fusilamiento de Jose Antonio primo de Rivera

https://www.google.es/search?q=fusilamiento+de+jose+antonio+primo+de+rivera&biw=1366&bih=643&tbm=isch&tbo=u&source=univ&sa=X&ved=0ahUKEwjmp5jw7OnOAhXPERQKHQu7D74QsAQIGw#imgrc=MjecFvBGT_YQkM


La Defenestración de Praga: la matanza que se evitó con un «milagro» en forma de montón de estiércol

El 23 de mayo de 1618, la ira de la aristocracia local, de color protestante, estalló contra los dos gobernadores imperiales, Jaroslav Martinitz y Wilhelm Slavata, como muestra de descontento por el ascenso de un Emperador que amenazaba con finiquitar los privilegios de la parte no católica de Bohemia

Los ruegos de Jaroslav Borita von Martinitz para que le facilitaran, al menos, un confesor encolerizaron al grupo de hombres armados que habían irrumpido en el castillo de Hradschin, en Praga, con la intención de matar a los representantes del Emperador Fernando II. El 23 de mayo de 1618, la ira de la aristocracia local, de color protestante, estalló contra los dos gobernadores imperiales, Jaroslav Martinitz y Wilhelm Slavata, como muestra de descontento por el ascenso de un Emperador que amenazaba con finiquitar los privilegios de la parte no católica de Bohemia, hoy República Checa. En tanto la religión era la sustancia del conflicto, la demanda de un confesor católico antes de morir envalentonó todavía más al grupo armado.
Como narra el historiador Peter H. Wilson de forma magistral en el arranque de «La guerra de los Treinta Años» (editado en castellano por Desperta Ferro Ediciones), que saldrá a la venta el próximo 28 de febrero, los cinco hombres armados arrojaron de cabeza a Martinitz por la misma ventana en la que colgaba Slavata, quien minutos antes había corrido la misma suerte. A la vista de sus habilidades felinas, los agresores causaron heridas en las manos de Slavata para que se soltara, de modo que también cayó con pesadez sobre una distancia de 17 metros. Slavata se golpeó la cabeza, sin graves consecuencias, contra el alféizar de una de las ventanas inferiores; mientras Martinitz se levantó con apenas raguños. A continuación, los atacantes la tomaron con Philipp Fabricius, secretario de Slavata, al que lanzaron por la ventana de la misma manera.
Portada del nuevo libro editado por Desperta Ferro
Portada del nuevo libro editado por Desperta Ferro
Sorprendentemente, los tres «defenestrados» (del verbo «defenestrar», 1. tr. Arrojar a alguien por una ventana) sobrevivieron a la caída y huyeron del lugar mientras a sus espaldas silbaban los proyectiles. Según la tradición, los tres cayeron suavemente sobre un montón de estiércol depositado en el foso del castillo. Su supervivencia se vislumbró en los círculos católicos como una señal de que la voluntad divina estaba del lado de su fe.
Slavata, ayudado por Martinitz, logró refugiarse en la residencia del canciller de Bohemia. La intervención de la esposa del canciller, una mujer de armas tomar llamada Polyxena, impidió que el grupo de revoltosos remataran al herido Slavata. El secretario Fabricius, por su parte, escapó hacia Viena, corazón de la Monarquía de los Habsburgo, a poner sobre aviso al Emperador de que una rebelión estaba en ciernes.
El episodio en el castillo vendría a llamarse Segunda Defenestración de Praga –la primera se emplaza en 1419– y está considerada la causa, o al menos el detonante, de la Guerra de los 30 años, un conflicto que causó ocho millones de muertos y cambió por completo las fronteras de Europa. En el mencionado libro, que Desperta Ferro pondrá a la venta en España tras numerosos reconimientos internacionales, Peter H. Wilson recuerda que «la guerra ocupa un lugar en la historia alemana y checa similar al que las guerras civiles ocupan en Gran Bretaña, España y los Estados Unidos o las revoluciones en Francia y Rusia: un momento determinante, de trauma nacional que dio forma al modo en el que los países se definían y se situaban en el mundo».
Cuadro de Václav Brožík representando a la esposa del canciller frenando a los atacantes
Cuadro de Václav Brožík representando a la esposa del canciller frenando a los atacantes

El germen de la rebelión de Bohemia

¿Cómo se llegó al punto de arrojar por la ventana a los gobernadores como quien lanza pan a las palomas? Las guerras de religión en Alemania tienen la respuesta... Desde que la Paz de Augsburgo de 1555 puso en pausa las tensiones religiosas del Sacro Imperio Germánico, los luteranos fueron ganando más terreno sin que pudieran inmiscuirse ni la corte de Viena ni la de Praga, donde el Emperador Rodolfo II estableció a principios de su reinado su sede. El acuerdo permitió a los distintos príncipes del imperio elegir entre dos confesiones cristianas (luterana y católica) para que aquella fuera la religión «oficial» en sus estados. Claro está, que esta cesión en «tolerancia religiosa» excluía a otra fe cada vez más pujante.
Los calvinistas, mucho más activos y militantes en los asuntos de fe que los luteranos, no estaban incluidos en la Paz de Augsburgo. La casa imperial e incluso algunos príncipes protestantes se negaban a aceptar a esta herejía fuertemente arraigada en el norte y este de Alemania. A la muerte del extravagante Emperador Rodolfo II, que contra todo pronóstico mantuvo la calma en el Imperio, los príncipes católicos y protestantes comenzaron a llenar sus arsenales y a levantar ejércitos de mercenarios en previsión a un conflicto que, nadie lo supo preveer entonces, iba a suponer una auténtica guerra civil europea.
Retrato de Fernando de Estiria
Retrato de Fernando de Estiria
El Reino de Bohemia, a donde Rodolfo II trasladó la corte imperial, emergió como el epicentro del conflicto. En 1617 heredó el trono de Bohemia el archiduque de Estiria, Fernando. Este sobrino del Emperador Matías se educó en el colegio jesuita de Ingoldstad y gozaba de una merecida fama de católico intransigente. Los parlamentarios protestantes de la Dieta de Bohemia, reunidos en Praga contestaron a su entronización, en 1618, destituyendo a Fernando y rechazando a sus enviados al sospechar que el futuro Emperador no pensaba respetar las concesiones religiosas de Rodolfo II y luego Matías.
La conocida como Defenestración de Praga escenificó el 23 de mayo de 1618 su descontento y el principio de la Guerra de los 30 años.

La fase más favorable para España

En lugar de Fernando de Estiria, la asamblea protestante coronó tras la Defenestración de Praga al elector Federico V del Palatino, el más destacado de los príncipes calvinistas. Su reinado fue breve, tanto como un invierno, de ahí que se le apodaran «el Rey de invierno».
La muerte del Emperador Matías entregó toda la corona imperial a Fernando, que destinó la maquinaría militar de la Liga Católica, a cuyo frente estaba el Duque de Baviera, a la tarea de aplastar la rebelión de Praga. Y no se conformó Fernando II con la Liga Católica, pues en esas fechas reclamó también la intervención de su primo Felipe III de España. Fernando ofreció a España la soberanía sobre Alsacia a cambio de entrar en la guerra. Así aceptó la corte madrileña, revuelta con el ascenso al trono de Felipe IV, y toda una generación deseosa de recuperar el prestigio de las armas españolas tras un tiempo de repliegue.
Federico V por Gerrit van Honthorst.
Federico V por Gerrit van Honthorst.
Ambrosio Spínola, general en auge del Imperio español, dirigió un ejército de 10.000 infantes y 3.000 jinetes hacia lo que todos creían, holandeses incluidos, iba a ser la ocupación de Bohemia. No era así. En un brillante movimiento de distracción, Spínola cayó con los tercios sobre el Palatinado, dominio personal del elector Federico, y conquistó para España la mayor parte de este territorio, a pesar de enfrentarse a un ejército de más de 24.000 mercenarios. Dueño de las dos orillas del Rin, el general banquero envió parte de sus tropas, en concreto tres tercios de valones y uno de napolitanos, a unirse a los ejércitos de la Liga Católica, que se enfrentaron a los protestantes en la batalla de la Montaña Blanca (1620). La aplastante victoria imperial abrió las puertas de Praga a Fernando II, y con él a los padres jesuitas. El elector Federico tuvo que exiliarse y buscar refugio en La Haya.
La fase más favorable a la causa católica llegó así a su fin. Los años siguientes alumbrarían el esplendor protestante y el despliegue militar del revolucionario ejército sueco de Gustavo II Adolfo. «Vivimos como animales, comiendo cortezas y hierba. Nadie podía imaginar que fuera a ocurrirnos algo semejante. Mucha gente dice que no hay Dios», escribió una familia de campesinos de Suabia (Baviera) en la solapa de una Biblia en 1647.
La lucha derivó en una gran catástrofe europea. Dinamarca, Suecia, España, Francia, la República Holanda…. prácticamente toda Europa acabó involucrada en la Guerra de los Treinta años con tantas fases que la religión terminó por ser algo secundario en el tablero de juego.

 


La trágica muerte de Aníbal, el general tuerto que hizo temblar a Roma y fue abandonado por su país

Tras la guerra con Roma, el genio militar se integró en el escenario político como magistrado en un intento de reformar el sistema de gobierno y evitar, en calidad de comandante de las fuerzas de defensa de la ciudad, que Cartago entrara en una guerra civil. Su esfuerzo le costó la enemistad de parte de la nobleza

Grandes imperios exigen grandes enemigos. Pero ni Pirro de Epiro, el que diera nombre a las victorias «pírricas»; ni el exótico Mitrídates VI, víctima del gran Pompeyo; ni Vercingetorix, compatriota de Asterix y Obelix; ni el héroe de los esclavos, Espartaco… ningún rival de la Antigua Roma estuvo a la altura de su leyenda. Ninguno estuvo verdaderamente cerca de hacer añicos la Ciudad Eterna, salvo en el caso de Aníbal Barca, el cartaginés que llevó la guerra al corazón de Italia.
Nacido en Cartago (al norte de Túnez), Aníbal Barca no tenía un nombre al azar, sino el recordatorio de que el mundo antiguo esperaba grandes cosas de él. Aníbal procedía de «Hanni-baʾal», «quien goza del favor de Baal»; y Barca de «barqä» («rayo», en lengua púnica). Hijo del general Amílcar Barca y de su mujer ibérica, Aníbal se crió en el ambiente helenístico propio de Cartago, una vieja colonia fenicia que había evolucionado hasta convertirse en un potente imperio con presencia en la Península Ibérica. Se sabe que aprendió de un preceptor espartano, llamado Sosilos, las letras griegas, y que juró a los 11 años que nunca sería amigo de Roma y emplearía «el fuego y el hierro para romper el destino» de esta ciudad.
Así lo empezó a hacer con la conquista en el año 219 a.C de Sagunto, ciudad española aliada de Roma, cuyo ataque precipitó una nueva guerra entre las dos grandes potencias mediterráneas, la República de Roma contra Cartago.
Busto de Aníbal
Busto de Aníbal
La respuesta de Roma fue inmediata: se preparó para llevar la guerra a África y a la Península Ibérica. Uno de los dos cónsules de ese año se dirigió a Sicilia a preparar un ataque sobre la propia Cartago, mientras el otro cónsul, Publio Cornelio Escipión (el padre de «El Africano»), se dirigió al encuentro de los hermanos Barca en la Península. No obstante, los planes de Aníbal iban más allá de combatir en España. Ante la sorpresa general, decidió invadir Roma a través de los Alpes, en parte obligado por la inferioridad naval y las dificultades financieras para armar una armada. Aníbal partió con un ejército compuesto por 90.000 soldados de infantería, 12.000 jinetes y 37 elefantes, que fue incrementándose al principio del camino con tropas celtas y galas, que también se sumaron a la ofensiva contra Roma.

La victoria decisiva que no lo fue

La travesía, que tuvo lugar en invierno, se desarrolló en quince días, pero el precio pagado en vidas humanas fue muy alto, ya que al llegar a la altura de Turín tan solo quedaban vivos 20.000 infantes, 6.000 jinetes y un elefante. Aníbal, además, perdió su ojo derecho a causa de una infección durante el dificultoso trayecto. Con todo, en la batalla de Cannas el 2 de agosto del 216 a.C. Aníbal venció a un ejército muy superior en número al suyo empleando una táctica envolvente y aprovechando las condiciones del terreno (estrecho y plano). Como resultado, las fuerzas de Aníbal causaron cerca de 50.000 muertos, entre los que figuraba el cónsul Lucio Emilio Paulo, dos ex-cónsules, dos cuestores, una treintena de tribunos militares y 80 senadores.
El dejar con vida a Roma condenó irremediablemente a Anibal a una guerra de desgaste
La derrota dejó vía libre para que Aníbal arrasara la ciudad, lo cual sorprendentemente no hizo. Ningún ejército romano se encontraba cerca de la ciudad y se sucedieron situaciones de pánico dentro de sus muros. Las mujeres escondieron a sus bebés, hasta el último de los hombres se armó y un único grito resonaba: «Hannibal ad portas» (Aníbal está a las puertas). El dejar con vida a Roma condenó irremediablemente a Aníbal a una guerra de desgaste, lejos de sus puertos y sin refuerzos a mano, que no podía ganar.
Un joven general que sobrevivió a Cannas, Escipión «El Africano», trasladó la guerra a Hispania y expulsó de allí a los africanos en pocos años. Sus esfuerzos obligaron a Aníbal a regresar a África y a abandonar para siempre Italia. Allí fue vencido en la batalla de Zama, en el 202 a.C. y Cartago se vio obligada a firmar una paz humillante, que puso fin al sueño cartaginés de crear un gran imperio en el Mediterráneo occidental.
Escipión neutralizó la amenaza de los 80 elefantes reunidos por el Aníbal en Zama, cerca de Cartago, aplicando varias tácticas: por un lado ordenó a sus hombres bruñir corazas, cascos y cualquier cosa de metal, de tal modo que el sol se reflejara en ellos y deslumbrara a los animales; además, pidió a varios músicos militares que desconcertaran con su ruido a los elefantes. Los romanos se encargaron de que los nerviosos animales (aterrados por el ruido y los reflejos) pasaran de largo a través de los pasillos que había dejado Escipión entre sus tropas. Atacados desde los flancos por las lanzas de los legionarios, los elefantes murieron o retrocedieron hacia las líneas cartaginesas.
Tempestad de nieve: Aníbal y su ejército atravesando los Alpes
Tempestad de nieve: Aníbal y su ejército atravesando los Alpes
Al final del combate, las bajas cartaginesas se elevaron a alrededor de 20.000 muertos y 15.000 prisioneros. Los romanos capturaron también 133 estandartes militares y once elefantes.

Las reformas de Aníbal

La derrota de Aníbal desató una oleada de críticas de la clase oligárquica de Cartago, en su mayoría provenientes de la facción de los Hannón, rivales de los Bárcida, a pesar de que precisamente el derrumbe y la incompetencia en otros frentes había obligado a volver a casa al gran general cartaginés. Sus enemigos internos le acusaban de no haber aprovechado sus victorias en Italia y haberse enriquecido a costa de los botines de guerra. No obstante, Barca estuvo presente en la negociación entre Roma, literalmente a las puertas de Cartago, y el Senado de esta ciudad.
Incluso cuando no era partidario de una paz humillante, que asfixió la economía de la vieja colonia fenicia; ratificó el tratado y se enfrentó públicamente a un senador favorable a la guerra, al que sacó a empujones de la tribuna cuando comenzó a hacer su alegato.
La aristocracia se sintió amenazada por el espíritu reformista de Aníbal, hasta el punto que algunos se organizaron para orquestar su caída
Tras las negociaciones, Aníbal Barca se integró en el escenario político local como magistrado en un intento de reformar el sistema de gobierno y evitar, en calidad de comandante de las fuerzas de defensa de la ciudad, que Cartago entrara en una guerra civil. Durante su mandato combatió la corrupción en su ciudad y se enfrentó con los personajes más codiciosos del país. Incluso el Consejo de los Ciento Cuatro, compuesto por los aristócratas más poderosos, fue objeto de las reformas de Aníbal, que estaba respaldado ampliamente por el pueblo.
La aristocracia se sintió amenazada por el espíritu reformista del populista Aníbal, hasta el punto que algunos se organizaron para orquestar su caída. Recurriendo a sus contactos en Roma, la oligarquía difundió el rumor de que el cartaginés estaba en conversaciones para cerrar un pacto militar con el Rey seléucida Antíoco III, el más férreo sucesor de los imperios que sucedieron a Alejandro Magno en Asia, y reanudar así la guerra en Italia. El Senado romano, a excepción de Escipión y sus aliados, dio crédito a las murmuraciones y, en la primavera de 195 a.C., una delegación romana desembarcó en África con el pretexto de dirimir un litigio entre Cartago y la región cercana de Numidia.
Grabado de la Batalla de Zama, de Cornelis Cort (1567).
Grabado de la Batalla de Zama, de Cornelis Cort (1567).
Lo cierto es que a Roma le importaba un pito que fuera cierto o falso lo que se decía de Aníbal. La leyenda de Aníbal, el general que había aterrado la ciudad, seguía presente en Italia como sinónimo de alguien que gastaría hasta su último aliento a destruir Roma. Detrás de la excusa de Masinisa estaba la intención de exigir que Cartago entregara a su más brillante general para que Roma pudiera pasearlo encadenado por sus calles. No en vano, advertido de la conjura Aníbal abandonó su patria e hizo precisamente lo que le habían acusado sin pruebas, y más temían, sus enemigos: se ofreció a cualquier nación mediterránea, por pequeña que fuera, que quisiera contratar sus servicios y luchar contra Roma.
El primer destino en el exilio de Aníbal fue la corte de Antíoco III, el Monarca seléucida con el que le habían vinculado los romanos. Acogido con gran fanfarria al principio, el cartaginés asumió el cargo de asesor militar del Rey, quien empezó a torcer el gesto cada vez con más frecuencia ante las sugerencias de Aníbal para mejorar sus ejércitos. Para cuando estalló la guerra contra Roma en 192 a.C., Aníbal había sido silenciado bajo toneladas de palabras de consejeros aduladores del gusto del Rey.
Tras aplastar a los ejércitos de Antíoco y de su aliado Filipo V de Macedonia, la República de Roma exigió que le entregaran a Aníbal antes de empezar a dictar las condiciones de paz.

La última guarida del general

Aníbal pasó los siguientes años huyendo por Oriente Próximo con las tropas romanas pisándole los talones. Siria, Creta, Armenia… la última parada del hombre que había puesto en jaque Roma fue la Corte de Bitinia. Prusias, el Rey de Bitinia, se valió de sus servicios en su particular guerra con Eumenes II de Pérgamo, aliado de Roma. En uno de los choques navales del conflicto se achaca a Aníbal ser de los primeros en usar una versión primitiva de guerra biológica con el lanzamiento de calderos o tinajas repletas de serpientes vivas al barco contrario. Estos primeros éxitos en Bitinia, sin embargo, se tornaron en derrotas cuando Roma acudió en auxilio de su aliado.
Caricatura del siglo XIX que representa la muerte por envenenamiento de Aníbal.
Caricatura del siglo XIX que representa la muerte por envenenamiento de Aníbal.
Aníbal se convirtió pronto en una patata caliente también para el Rey bitinio, quien traicionó a su huésped cuando se encontraba en Libisa, en la costa oriental del Mar de Mármara. Ante la llegada del embajador romano Tito Quincio Flaminino y hombres armados, Aníbal decidió suicidarse en el invierno del 183 a. C. empleando un veneno que, según se dice, llevó durante mucho tiempo en un anillo. Las fuentes clásicas aseguran que su muerte coincidió, curiosamente, en el mismo año con la de Escipión «El Africano».
No resulta fácil separar el mito de la realidad en lo referido a su tumba. Según escribió el autor clásico Aurelio Víctor, su cuerpo reposó en un ataúd de piedra con la inscripción: «Aquí se esconde Aníbal» en una tumba situada en una pequeña colina de cipreses cerca de Diliskelesi, lo que hoy en día pertenece a la ciudad turca de Libisa (actual Gebze) en Kocaeli. Una estructura que fue restaurada en el año 200 por el Emperador Septimio Severo, quien ordenó cubrirla con una losa de mármol blanco, pero más tarde cayó en el olvido.
Durante el gobierno turco de Atatürk, se realizaron excavaciones en vano con la intención de encontrar la tumba. A pesar de ello se decidió hacer un parque en conmemoración a su persona, y más tarde en 1981 se añadió una inscripción en mármol.

 

Sin novedad en el Alcázar de Toledo: la victoria que hizo dictador a Franco

Cadáveres en las ruinas de la Plaza de Zocodover.
El 21 de julio de 1936 una guarnición de Guardias Civiles y militares sublevados se encerraron en la fortaleza con mujeres y niños
Durante setenta días aguantaron el asedio de los republicanos hasta que el 27 de septiembre las tropas de Franco liberaron la fortaleza en ruinas. Al día siguiente, el general sería nombrado jefe del Estado nacional
"A las 5.30 rompen el fuego las piezas de 15.5 emplazadas en Pinedo, y entre las 30 detonaciones que disparan se oye una de mayor intensidad que llena de polvo y humo muy negro todas las dependencias del Alcázar". Es el 27 de septiembre de 1936, la última entrada del diario del asedio del coronel José Moscardó, que dirige a los sitiados en el Alcázar de Toledo. Para entonces, un amasijo de hierro y ruinas.
"Se supuso pudiese ser la explosión de una mina pues en la explanada Este y cerca del Torreón Norte se veía el embudo producido por la mina, que tiene aproximadamente unos 30 metros de diámetro por cuatro o cinco de profundidad (...) Inmediatamente de la explosión y cañoneo, empieza el intento de asalto". Fuera de los muros, el comisario soviético Kolstov presencia el último ataque de las tropas republicanas, mientras a su espalda se divisan ya las columnas del Tabor de Regulares de Tetuán y la V bandera de la legión que avanzan para romper el cerco de los sitiados.
La detonación de "mayor intensidad" es la cuarta mina para volar lo poco que queda de la fortaleza. Dirigidas hasta los cimientos del edificio, las dos del 18 de septiembre, derribaron el torreón suroeste, y la fachada oeste. A los sitiados les quedaban provisiones para seis días como mucho.

El guión de la épica

El asedio del Alcázar era en sí mismo un guión inmejorable para la propaganda, de una irresistible épica. Lo protagonizó el entonces coronel Moscardó, aunque sería Franco, el 21 de septiembre de 1936, cuando ya llevaban dos meses largos de asedio, el que le daría la forma definitiva. Sus tropas avanzaban desde julio hacia Madrid para tomar la capital y poner fin a la República. Cuando llegaron a Maqueda, la capital estaba a tiro. Las defensas carecían de orden y armamento, su línea era débil, el camino casi expedito, las puertas de Madrid aguardaban tiritando.
Franco, que había prometido su liberación, tomó la decisión que cambiaría el transcurso de la guerra: había que abandonar la marcha hacia Madrid y dirigirse a Toledo, a socorrer a los sitiados. Una escueta orden que escondía un meditado relato y que le encumbraría como líder indiscutible de los sublevados. La República lo había convertido también en un símbolo. Dedicaron esfuerzos ímprobos para lograr su rendición: hasta el presidente del gobierno Largo Caballero fue en persona a comprobar el estado de la ofensiva; aunque para ninguno de los dos bandos tenía valor militar.

Los rehenes de los defensores

Setenta días antes, el 21 de julio de 1936, el coronel José Moscardó Ituarte director de la Escuela de Gimnasia del Ejército, oficial de mayor graduación en Toledo, había declarado el Estado de Guerra, que se lee en la plaza de Zocodover. Antes, había dado orden de recoger las municiones de la fábrica de armas de la ciudad hacia el Alcázar para encerrarse con una compañía de la Guardia Civil y los estudiantes de las academias. En total unos 1.000 hombres, 693 de la benemérita.
Con ellos, más de medio millar de mujeres y niños que se llevaron también a su interior. Muchos no habían elegido encerrarse dentro, y no todos eran familias de los Guardias Civiles y militares sublevados: "desde este momento empieza el asedió del Alcázar, adonde se llevó al Gobernador Civil con sus familiares y varias personas más izquierdistas en calidad de rehenes", tal y como declararía por escrito el entonces general José Moscardó el 5 de julio de 1939. Algunos detalles se soslayarían en las posteriores versiones.
Los elementos que convertirían el asedio en un episodio rayando el mito no tardarían en aparecer. Dos días después de haberse declarado el estado de Guerra desde una plaza numantina, sonó el teléfono en la centralita del Alcázar; la llamada más controvertida de la historia de España. El jefe de las milicias de Toledo, Cándido Cabello, pidió hablar con el coronel Moscardó:
A Luis Moscardó no le fusilarían en los diez minutos siguientes, ni diez horas después. Lo harían el 23 de agosto junto a una saca de otros sesenta presos de Toledo. La conversación, la heroicidad de Moscardó y la vileza de los milicianos se convirtieron en uno de los hitos del bando nacional. Sin embargo, no parece que cumplieran su amenaza, ni que su muerte fuera consecuencia de la conversación. El propio Moscardó dudaba de que lo fueran a asesinar, tal y como escribiría a su esposa en una de sus cartas, durante el asedio:

Carta de José Moscardó a su esposa, 25 de julio de 1936

"No te quiero decir la amargura que tengo sabiendo que nuestro Luis está en poder de esa gente. Ya sabrás que el jefe me llamó por teléfono el día 23 y me dijo que si en el término de diez minutos no nos rendíamos, lo mandaba fusilar, y por si yo dudaba, le hizo venir al teléfono y hablara conmigo para convencerme de que era él. Excuso decirte, mi hijo de mi alma, me habló con voz tranquila, y yo no hice más que decirle que encomendara su alma a Dios si llegara el caso y diera un Viva España muy fuerte. Yo espero que no sean tan crueles que quieran vengarse en la persona de mi hijo, completamente inocente en esta causa, y no pase de una amenaza, pero no obstante no puedo estar confiado (...)"
La versión de la conversación telefónica se puso en duda por algunos autores después de la guerra, especialmente por Luis Quintanilla -que vivió el asedio desde las filas republicanas- en su libro 'Los Rehenes del Alcázar' (1961) y el corresponsal del New York Times Herbert L. Mathews en 'The yoke and the arrows' (1957), aunque el estadounidense se retractaría públicamente en una carta pocos años después. Los argumentos fundamentales fueron que para entonces la línea telefónica estaba cortada, aunque en realidad estaba intervenida, al menos durante las primeras semanas: los sitiados no podían realizar llamadas pero si recibirlas.
Las cartas de Moscardó son reveladoras, porque parece poco probable una invención de la escena en una misiva personal. Por otra parte, se recogieron varios testimonios en ambos lados de la línea que aseguraron escuchar la conversación como recogerían Luis Togores y Alfonso Bullón de Mendoza. Un aspecto menos difundido es que apenas un día después, un grupo de los Guardias Civiles sitiados hicieron una incursión en la ciudad, mataron al dirigente del PSOE, Domingo Alonso, y se llevaron de rehenes a su mujer y sus hijas.

Carne de caballo racionada

El encierro entre los muros del Alcázar pronto demostraría su brutalidad: como albergaba la academia disponía de una nutrida despensa, pero al ser periodo vacacional estaba casi vacía. Dentro había cerca de 1.800 personas, a las que no les faltó el agua, debido a los pozos que disponía la fortaleza y que aunque, racionada, no escaseó, pero sí la comida. Las incursiones para lograr víveres fueron en su mayoría fallidas.
Se lograron obtener algunos sacos de trigo de un depósito cercano pero la base de la alimentación, racionada, fueron los caballos y las mulas de las cuadras de la academia en el perímetro exterior de la fortaleza aún bajo control de los sitiados. 190 caballos de los que al final sólo quedó uno.
El fuego de artillería fue incesante durante todo el asedio, aunque serían las minas las que provocarían los mayores destrozos. Las autoridades republicanas se volcaron en su destrucción. Hubo dos grandes asaltos y un intento de negociación que le fue encomendada al prestigioso Vicente Rojo, que había dado clase en el Alcázar. Rojo entró en la fortaleza para parlamentar con Moscardó el 8 de septiembre, ofreciendo la evacuación de las mujeres y los niños primero y la rendición después.
Mientras, en el Palacio de los Golfines, en Extremadura, el cuartel general de Francisco Franco, se dirimían las tensiones entre los golpistas. Franco era ya 'Primus inter pares'n como reconocían abiertamente ya la mayor parte de los generales sublevados. El éxito del avance de su Ejército de África, con las columnas del general Yagüe cosechando victorias y la confianza cada vez mayor que depositaban los nazis en el liderazgo de Franco, le habían situado como líder. Canalizaba ya la ayuda alemana, pero necesitaba el golpe de efecto.
El Alcázar, por su simbolismo y la atención internacional, era el objetivo. Según el historiador Paul Preston, Franco supeditó la dirección militar a su éxito político: (*) "Franco perdió dos semanas mientras tomaba Toledo y se ocupaba de lo relativo a su propio ascenso político. Esa dilación constituiría la diferencia entre una excelente oportunidad para entrar fácilmente en Madrid y el hecho de tener que emprender un largo asedio como resultado de la reorganización de las defensas de la capital y la llegada de la ayuda extranjera".

'Sois cojonudos'

La Junta de Defensa se tenía que reunir el día 28, aunque un acuerdo del día 21 tenía entre en sus puntos el de concederle la jefatura militar. Sin embargo, la decisión de desviar el avance sobre Madrid para liberar el Alcázar le otorgaría mucho más. Franco sustituyó a Yagüe, partidario de seguir hacia Madrid, por su amigo de las campañas del Rif, el general Enrique Varela. El día 21, siguiendo las órdenes de Franco se dirigió a tomar Toledo. Seis días después, estaban a las puertas. Para el historiador Luis Suárez, la decisión de Franco no implicaba renunciar a la capital, porque creía que ambos objetivos podían lograrse (**). Primó el golpe propagandístico.
Después de la ofensiva republicana de la mañana del día 27, y la explosión de la última mina, las columnas de Asensio, la vanguardia de Varela, llegaron a Toledo. A las nueve de las noche el Tabor de Regulares de Tetuán, alcanzó el esqueleto y los escombros de lo que una vez fue la antigua fortaleza, seguidos de un destacamento de la Legión. Unos soldados macilentos les recibieron con vítores a España. Rápidamente descendieron del éxtasis patriótico: "Sois cojonudos". La mañana siguiente el coronel Moscardó recibió al general Enrique Varela: "En el Alcázar, sin novedad".
Pero la cita con la historia estaba, ese mismo día, en Salamanca. Los generales golpistas de la Junta de Defensa, entre ellos Kindelán y Cabanellas, se habían reunido para firmar el decreto que unificaría el mando de las tropas rebeldes. Pero en la redacción del decreto no sólo se incluyó el de la jefatura militar para Francisco Franco, sino el de la jefatura del Estado.

Mando absoluto

Según Luis Suárez: "Kindelán recuerda que cuando leyó el decreto hubo vacilaciones porque Cabanellas y quienes le apoyaban no querían que nadie pudiera acumular en su persona tal plenitud de poder. Pero durante el almuerzo las noticias amplias del éxito logrado en Toledo, donde la resistencia enemiga había cesado y de las aclamaciones populares en Cáceres, quebraron toda resistencia", Se introdujo un aclaración "mientras dure la guerra", que molestó enormemente a Franco y su mención pronto desapareció.
A Moscardó, el peso de la épica le alcanzaría. Varela le había propuesto para la Laureada, la más alta condecoración militar, pero cuando salió de los muros derruidos, había perdido dos hijos. La defensa del Alcázar fue una gesta descomunal de nulo valor estratégico, tanto para los rebeldes como para los republicanos. No evitó que ambos bandos lo convirtieran en una cuestión de prestigio.
Franco llegó dos días más tarde de la liberación y les arengó con que "habían ganado la guerra", en un momento de exaltación. Se refería al cónclave del día anterior en el que había sido nombrado Jefe del Estado. Franco quería decir que con el mando único no habría forma de detenerles: "El 1 de octubre habiendo triunfado en Toledo, Franco asumiría el mando supremo; sus compañeros de armas le ofrecieron la dictadura, que rechazó: exigía más, la Jefatura del Estado, la del Gobierno y el mando absoluto sobre todo el Ejército" (***). Ya no eran rebeldes, sino el Ejército Nacional. Todos, bajo su mando supremo, para la guerra, y para la eventual paz.
(*) 'Franco', Paul Preston (Debate)
(**) 'Franco', Luis Suárez (Ariel)
(***) 'Franco y el Tercer Reich' Luis Suárez (La Esfera de los libros)