lunes, julio 03, 2006

El Evangelio del Día

EVANGELIO DEL DIA
¿Señor a quién iriamos ? Tienes las palabras de la vida eterna. Jn 6, 68

lunes 03 Julio 2006
Hoy la Iglesia celebra : Santo Tomás Apostol

Basilio de Seleucia : Sé creyente, y sé mi apóstol



Carta de San Pablo a los Efesios 2,19-22.

Por lo tanto, ustedes ya no son extranjeros ni huéspedes, sino conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios. Ustedes están edificados sobre los apóstoles y los profetas, que son los cimientos, mientras que la piedra angular es el mismo Jesucristo. En él, todo el edificio, bien trabado, va creciendo para constituir un templo santo en el Señor. En él, también ustedes son incorporados al edificio, para llegar a ser una morada de Dios en el Espíritu.

Salmo 117,1-2.

¡Alaben al Señor, todas las naciones, glorifíquenlo, todos los pueblos!
Porque es inquebrantable su amor por nosotros, y su fidelidad permanece para siempre. ¡Aleluya!


Evangelio según San Juan 20,24-29.

Tomás, uno de los Doce, de sobrenombre el Mellizo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús. Los otros discípulos le dijeron: "¡Hemos visto al Señor!". El les respondió: "Si no veo la marca de los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no lo creeré". Ocho días más tarde, estaban de nuevo los discípulos reunidos en la casa, y estaba con ellos Tomás. Entonces apareció Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio de ellos y les dijo: "¡La paz esté con ustedes!". Luego dijo a Tomás: "Trae aquí tu dedo: aquí están mis manos. Acerca tu mano: Métela en mi costado. En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe". Tomas respondió: "¡Señor mío y Dios mío!". Jesús le dijo: "Ahora crees, porque me has visto. ¡Felices los que creen sin haber visto!".

Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por :

Basilio de Seleucia (?- hacia 468) obispo
Sermón para el día de la Resurrección, 1-4

Sé creyente, y sé mi apóstol


«Mete tu dedo en la marca de los clavos.» Tú me buscabas siendo así que yo no estaba allí. Y yo conocía tu deseo a pesar de tu silencio. Antes de que me lo digas, yo sé lo que piensas. Te he oído hablar y, aunque invisible, estaba junto a ti, cerca de tus dudas; sin hacerme ver, te he hecho esperar, para ver mejor tu impaciencia. «Mete tu dedo en la marca de los clavos. Mete tu mano en mi costado y no seas incrédulo sino creyente.»

Entonces Tomás le toca, y cae totalmente su desconfianza; lleno de una fe sincera y de todo el amor que se debe a Dios, exclamó: «¡Señor mío y Dios mío!» Y el Señor le dice: «Porque me has visto, has creído; ¡dichosos los que creerán sin haber visto!» Tomás, lleva la buena nueva de mi Resurrección a aquellos que no me han visto. Arrastra toda la tierra a creer, no a sus ojos, sino a tu palabra. Recorre todos los pueblos y ciudades lejanas. Enséñales a llevar, sobre las espaldas, la cruz elugar de las armas. No hagas otra cosa que anunciarme: ellos creerán y me adorarán. No exigirán otras pruebas. ¡Diles que están llamados por la gracia, y tu, contempla su fe: Dichosos, de verdad, los que no me han visto y han creído!

Así es el arma que levanta el Señor; así son los hijos de la piscina bautismal, las obras de la gracia, la cosecha del Espíritu. Han seguido a Cristo sin haberle visto, lo han buscado y han creído. Lo han reconocido con los ojos de la fe, no con los del cuerpo. No han metido su dedo en las marcas de los clavos, sino que se han apegado a su cruz y la han abrazado con sus sufrimientos. No han visto el costado del Señor abierto, pero por la gracia, han llegado a ser miembros de su cuerpo y han hecho suya su palabra: «¡Dichosos los que creerán sin haber visto!»