lunes, noviembre 06, 2006

Tensiones de crecimiento

¿TENSIONES DE CRECIMIENTO?


El siglo XXI se presenta en nuestro país como una época política, económica e ideológica donde los engaños, los chantajes y el soborno aparecen como medios preferidos para el logro de pretendidos consensos.

Mediante planificadas operaciones de prensa y aún de terrorismo de baja intensidad, interesados participantes buscan inclinar voluntades: esta es la democracia real que los dirigentes lograron establecer luego de veintitrés años de ejercicio electoral.

Tanto “progresistas” como “globalizadores”, por denominar al socialismo y al capitalismo según la híbrida terminología de los actuales medios de comunicación, intentan las más variadas explicaciones del fenómeno escandalizándose con hipocresía por la situación. Terminan finalmente atribuyéndolo a “tensiones de crecimiento”: aconsejan entonces “tomar más sopa”, insistiendo en que la democracia se perfecciona con más democracia.

Un más acertado diagnóstico puede explicar que el padecimiento es causado por “contracturas”de un cuerpo social atrofiado por desidia, pereza y mal empleo del movimiento (libertad) promoviendo con preferencia lo contranatural y lo contracultural. Se lleva de este modo lo vital a límites con la morbosidad, logrando solo anticipar los peligros de muerte (desintegración).

Las interpretaciones y estadísticas oficiales y partidarias se muestran optimistas, pero la dura realidad encubierta demuestra que “no es verdad que estemos creciendo”. El crecimiento se exterioriza en desarrollo y se acompaña de madurez, situaciones que no se perciben en nuestra sociedad. Los violentos hechos políticos recientes, las forzadas medidas económicas implantadas y la renovada conflictividad social bastan para demostrarlo.

La madurez de un pueblo comienza precisamente en la búsqueda del bien común y la unión nacional, con descalificación y rechazo por toda extorsión, además de una especial aversión por los forzamientos para lograr simulados consensos electorales y legislativos. Este particular tipo de extorsión contiene el germen de lo antisocial y clausura toda posibilidad de legítima acción política democrática.

La compra o usurpación de voluntades no constituyen tensiones de crecimiento, ni tampoco pueden favorecerlo. Son manifestaciones de atrofia social, cultural y espiritual. Marco Tulio Cicerón, político, pensador y orador romano, supo en su tiempo así explicarlo:

“Pues es por nuestras propias faltas, no por casualidad o un hecho accidental, por lo que conservamos solamente la forma de la república, habiendo perdido hace ya mucho tiempo su sustancia y realidad”.

Autor: Lic. Claudio Valdez

Claudioar2006@yahoo.com.ar

Publicado en La Historia Paralela el 1/11/2006