martes, febrero 05, 2008

LA IGLESIA FRENTE AL CAPITALISMO 2da-parte.

LA IGLESIA FRENTE AL CAPITALISMO.

Edit. “ Poco y Bueno “.Serie Doctrina .

Por José María Permuy Rey.

2da. Parte.

Por otra parte, no hay más que comparar lo que los abanderados del “ capitalismo católico “ entienden por propiedad privada y mercado libre, con el sentido que la Iglesia atribuye a esas mismas palabras, para darse cuenta de que, si bien coiciden los términos, los significados son diametralmente opuestos.

En lo referente al mercado es claro el distanciamiento del Magisterio con respecto a las ideas liberales. Según la CENTESIMUS ANNUS “ existen numerosas necesidades humanas que no tienen salida en el mercado.Es estricto deber de justicia y de verdad impedir que queden sin satisfacer las necesidades humanas fundamentales y que perezcan los hombres oprimidos por ellas “.

“ Es deber del Estado proveer a la defensa y tutela de los bienes colectivos, como son el ambiente natural, cuya salvaguardia no pueden estar aseguradas por los simples mecanismos de mercado “

“ he ahí un nuevo límite del mercado: existen necesidades colectivas y cualitativas que no pueden ser satisfechas mediante sus mecanismos ; hay exigencias humanas importantes que escapan a su lógica ; hay bienes que, por su naturaleza, no se pueden ni se deben vender o comprar. Ciertamente, los mecanismos de mercado ofrecen ventajas seguras. No obstante conllevan el riesgo de la “ idolatría “ del mercado, que ignora la existencia de bienes que, por su naturaleza, no son ni pueden ser simples mercancías “.

Con respecto a la propiedad privada, conviene recordar que la Iglesia no ha dejado de denunciar que, históricamente- y más aún hoy- han sido y son precisamente los partidarios del liberalismo quienes,, en virtud de la libre concurrencia para ellos, postulada, más han contribuido a destruir la pequeña propiedad que, ante la competencia del gran capital , tiende a desaparecer , a ser absorbida y concentrada en manos de unos pocos. En MATER Y MAGISTRA , JUAN XXIII, refiriéndose a los tiempos de PIO XI- en sus días, los nuestros la situación es todavía peor-, escribía : “La libre concurrencia, en virtud de una dialéctica que le era intrínseca, había terminado por destruirse a si misma ; había conducido a una gran concentración de la riqueza y a la acumulación del poder económico enorme en manos de pocos, y éstos muchas veces no son ni dueños siquiera, sino sólo depositarios y administradores, que rigen el capital a su voluntad y arbitrio. “.

Y es que, como señalábamos más arriba, media un abismo entre el concepto de propiedad liberal y el católico.

Para la Iglesia Católica “ la propiedad de los medios de producción, tanto en el campo industrial como agrícola, es justa y legítima cuando se emplea para dar trabajo útil ; pero resulta ilegítima cuando no es valorada o sirve para impedir el trabajo de los demás u obtener unas ganancias que no son frutos de la expansión global del trabajo y de la riqueza social, sino más bien de su comprensión, de la explotación ilícita, de la especulación y de la ruptura de la solidaridad en el mundo laboral. Este tipo de propiedad no tiene ninguna justificación y constituye un abuso ante Dios y los hombres “ (C.A) . Es por ello que el principio cristiano del derecho a la propiedad, como bien explica LABOREM EXERCEN ( L.E )., “ se diferencia del programa del capitalismo, practicado por el liberalismo y por los sistemas políticos que se refieren a él, en el modo de entender el derecho mismo de propiedad .La tradición católica no ha sostenido nunca este derecho como absoluto e intocable. Al contrario siempre lo ha extendido al contexto más amplio del derecho común de todos a usar de los bienes de la entera creación: el derecho a la propiedad privada como subordinado al derecho del uso común, destino universal de los bienes “

“ Además. La propiedad según las enseñanzas de la Iglesia nunca se han entendido de modo que pueda constituir un motivo de contraste social en el trabajo .Como ya se ha recordado anteriormente en este mismo texto. La propiedad se adquiere ante todo mediante el trabajo. Esto se refiere de modo especial a la propiedad de los medios de producción. Desde ese punto de vista pues, en consideración del trabajo humano y del acceso común a los bienes destinados al hombre, tampoco conviene excluir la socialización, en las condiciones oportunas, de ciertos medios de producción “.

“ Desde esta perspectiva, sigue siendo inaceptable la postura del “ rígido “ capitalismo, que defiende el derecho exclusivo a la propiedad privada de los medios de producción , como un “ dogma “ intocable en la vida económica. El principio del respeto del trabajo, exige que este derecho se someta a una revisión constructiva en teoría y en la práctica. En efecto, si es verdad que el capital, al igual que el conjunto de los medios de producción, constituye a su vez producto del trabajo de generaciones, entonces no es menos verdad que ese capital se crea incesantemente gracias al trabajo llevado a cabo con la ayuda de ese mismo conjunto de medios de producción, que aparecen como un gran lugar de trabajo en el que, día a día, pone su empeño la presente generación de trabajadores. Se trata aquí, obviamente, de las distintas clases de trabajo en el que, día a día, pone su empeño la presente generación de trabajadores .Se trata aquí,, obviamente, de las distintas clases de trabajo, no sólo del trabajo llamado trabajo manual, sino también del múltiple trabajo intelectual, desde la planificación al de dirección. Bajo esta luz adquieren un significado de relieve particular las numerosas propuestas hechas por expertos en la doctrina social católica y también por el Supremo Magisterio de la Iglesia. Son propuestas que se refieren a la copropiedad de los medios de trabajo , a la participación de los trabajadores en la gestión y o en los beneficios de la empresa, al llamado “ accionarios “ del trabajo y otros semejantes, independientes de la posibilidad de aplicación concreta de estas diversas propuestas ,sigue siendo evidente que el reconocimiento de la justa posición del trabajo y del hombre del trabajo dentro del proceso productivo exige varias adaptaciones en el ámbito del mismo derecho a la propiedad de los medios de producción “.

Continuaremos : ..paso de los medios de producción a propiedad del estado en el sistema colectivista…”-El Director.