jueves, febrero 21, 2008

BOLETIN DEL CENTRO NAVAL-7ma.parte

BOLETIN DEL CENTRO NAVAL.Nº 766

“ CONFLICTO DEL ATLÁNTICO SUR “.

7MA. Parte.

POR EL SEÑOR ALMIRANTE JORGE ISAAC ANAYA.

“ LA RESOLUCIÓMN POLÍTICA “.

Las evidencias analizadas desde el poder político y las conclusiones que derivamos de ellas, indicaban que debíamos concentrarnos en dos amenazas .La agresión británica, por un lado, y el retroceso en la lucha por la recuperación de nuestros derechos soberanos ( a épocas anteriores al año 1965 ).

Requeríamos, por lo tanto, una política que anulara esta doble amenaza, que lograra revalidar nuestros derechos y que nos colocara en un situación favorable, para discutir con seriedad nuestras diferencias y reclamos con el Reino Unido, a la luz de la opinión pública internacional.

Con el asesoramiento y el apoyo del Ministerio de Relaciones Exteriores y de los responsables en las diferentes áreas relacionadas con él, consideramos uno a uno los cursos de acción probables y llegamos a esquematizar cuatro alternativas posibles:

1. “ Continuar negociando con el Reino Unido, a la manera 1965/82, pero con los cambios favorables a Gran Bretaña, o sea, no negociar soberanía y aceptar a los kelpers como una tercera parte “.

Este modo de acción dejaba en pie las amenazas vigentes, sin beneficio alguno, y su adopción debilitaba la posición negociadora que siempre había defendido la Argentina, con mengua de su prestigio internacional.

Si Gran Bretaña ,a su vez desalojaba por la fuerza al Grupo Davidoff, podía centrar la cuestión de las Giorgias del Sur, extendiendo a toda el área su pretensión de fortalecerla en vista de los avances de los argentinos. Un buen argumento para dar largas a la conversación y congelar todo tratamiento de la soberanía.

Si aceptábamos su intimación para retirar el personal argentino con nuestros propios medios, evitando la vergüenza de ser forzados a ello. O si reconocíamos su derecho a sellar y visar sus pasaportes, en ambos casos admitíamos que estábamos en tierra extranjera, bajo administración y soberanía de Gran Bretaña, con la consiguiente pérdida de credibilidad de nuestra posición y la creación de un funesto precedente jurídico.

La actitud de los kelpers- representados por su gobernador, asistido a su vez por el Consejo isleño durante la crisis- había sido de abierta intervención e interferencia. La aceptación de esta actitud como hecho legítimo convalidaría su presencia en toda tramitación futura, originándose otra concesión inadmisible, nunca reconocida por ningún gobierno argentino desde 1883.

Por último, conocíamos por experiencia de más de tres lustros, la manera británica de negociar y su desdeñoso incumplimiento de las reiteradas recomendaciones dictadas con sobrados argumentos por la Organización de la Naciones Unidas. De modo que hubiera sido un ingenuo optimismo creer que después de semejante crisis y de soportarles el hostigamiento y la agresión, pudiéramos esperar algo mejor que lo ya conocido.

Por lo tanto desechamos este curso de acción.

2. “ Buscar un tercer país que lograra persuadir a Gran Bretaña para abandonar su posición poco seria y dilatoria “.

En la práctica, ello significaba nombrar implícitamente como mediador a los Estados Unidos, la potencia hegemónica de occidente, miembros de la Organización de estados Americanos ( OEA ) y del Consejo de Seguridad de la Naciones Unidas, así como también del tratado Interamericano de Asistencia Recíproca ( TIAR ) y de la Organización del Tratado del Atlántico Norte( OTAN).

Este curso de acción nunca fue desechado, pero no fue asumido por los Estados Unidos, cuyo máximo esfuerzo antes del 3 de abril, consistió en oponer a nuestro gobierno una mediación parcial reducida a Giorgias sin atender a la cuestión global que le fue debidamente explicada. Recién comprendió su verdadera dimensión, el gobierno de los Estados Unidos nombró un asistente mediador , con los resultados y efectos conocidos. Y es también un hecho conocido, el enorme apoyo logístico de todo tipo que prestó a Inglaterra durante la contienda.

3 “ Someter el caso al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas “..Este curso de acción parecía eficaz, al menos idealmente, pero confrontado con la realidad resultaba inviable por dos razones primordiales que apuntaron los entendidos en relaciones internacionales.

La primera porque a pesar de ser las Naciones Unidas el foro donde más se había progresado en beneficio de nuestro interés nacional, el organismo a recurrir era el Consejo de Seguridad y no la Asamblea General. Y se sabía que el Consejo es notoriamente lento, tardío, y renuente a intervenir en las etapas previas a un conflicto, y que sólo actúa ante el hecho consumado. Su reconocida inoperancia era un serio obstáculo para decidirse por él.

La segunda y definitoria razón era que Gran Bretaña podía obstruir e impedir todo tratamiento de la cuestión, sosteniendo que defendía lo que consideraba legítimas posesiones de ultramar o colonias en proceso de dejar de serlo, a lo que había que agregar que, siendo miembro permanente del Consejo de Seguridad, tenía derecho al veto y con ello el poder de anular nuestro intento.

Una pronta confirmación de estos argumentos la tuvimos al presentar la nota del gobierno argentino al Consejo de Seguridad el 1º de abril, en la que se describía la situación creada y se denunciaba la agresión- Cabe acotar que la presentación ante el Consejo de Seguridad, recién se efectivizó el 1º de abril, ya que la información de la zarpada de los submarinos nucleares y otras unidades británicas el jueves 25 de marzo había sido obtenida por inteligencia, y recién el día 30 y 31 de marzo tomó estado público, sin que Reino Unido lo desmintiera.- El organismo ignoró la denuncia, dejándola sin repuesta ni discusión, aprobando en cambio rápidamente el texto de la Resolución 502 gestada por el Reino Unido, aunque en ella no pudieron calificarnos como agresores y debieron establecer iguales obligaciones para Gran Bretaña y la Argentina.

4 “ Recurrir al empleo del poder militar “.

Este modo de acción resultaba propicio para alcanzar el objetivo político deseado y cumplía con la inevitable exigencia de hacer frente a la agresión, impidiéndole a Gran Bretaña su propósito de retroceder al tiempo diplomático sin ningún costo.

Con sólo desnudar, ante el concierto internacional, el comportamiento prepotente e irracional de Gran bretaña, al agredirnos sin una verdadera motivación y obligarla a revaluar cuidadosamente los costos en que incurriría de seguir adelante con sus propósitos, descomprimíamos el espacio de maniobra política que se nos había acotado y ganábamos tiempo para nuevos intentos desde una distinta perspectiva.

La conveniencia política del recurso del poder militar se fortalecía porque adquiríamos la iniciativa, en circunstancias en que el tiempo disponible para resolver el conflicto era muy corto, mientras que en las otras alternativas quedábamos sujetos al ritmo y derrotero que el Reino Unido nos impusiera.

¿ Cuál eras el límite de ese tiempo y que hizo lo marcaba ?

La ejecución del ultimátum británico y desalojo del grupo de desembarco en Giorgias , era nuestra frontera circunstancial en el tiempo.

De no mediar otro cambio en la situación, los ingleses alcanzarían la superioridad militar al arribar la vanguardia de su fuerza naval, es decir el primer submarino con propulsión nuclear a la zona en problema, lo que según los cálculos ocurriría a partir del 10 de abril.

Esta desfavorable modificación de la relación de fuerzas, de acuerdo a las conclusiones del Grupo de trabajo Conjunto, no haría factible la recuperación militar, de modo que esta fecha- 10 de abril- resultaba el término del período durante el cual podíamos operar con éxito .

Nuestro punto de aplicación de la fuerza no podía ser el lugar del incidente, demasiado alejado del continente y con la desventaja de las Malvinas en sus manos, ubicada como lugar central para su apoyo y protección.

Era necesario recuperar las Islas Malvinas, con lo que Gran Bretaña perdería todo sostén .en el área, debiendo para ello recurrir directamente a la metrópoli. Había en efecto un importante obstáculo para que recurriera a la Isla Ascensión como punto intermedio ,por cuanto involucraba el compromiso de su arrendatario, los Estados Unidos, que debía darle la autorización expresa (*)

El esfuerzo exigía en forma extrema las propias capacidades disponibles del agresor y, en relación con el objetivo, los costos relativos parecían injustificables.

La alternativa militar resultaba apta para el fin político perseguido, ya que una vez materializada la recuperación de las Islas en forma incruenta, se lograría la atención del Consejo de Seguridad primero y de las Naciones Unidas después, pudiéndose negociar a partir del hecho nuevo en una situación diferente y con mayores posibilidades.

Se hizo un análisis comparativo para deducir el posible procedimiento británico, partiendo de casos similares, notándose que en varios de ellos y a partir de 1945, Inglaterra había preferido siempre la negociación seria al enfrentamiento.

La última reacción desproporcionada de Gran Bretaña, en la que optó por el enfrentamiento armado ante que por las negociaciones – invasión de Suez en 1956- había fracasado por las presiones de sus aliados , los Estados Unidos y la Naciones Unidas. El primer ministro Anthony Eden , arriesgó un alto porcentaje del poder militar en procura del objetivo que consideró vital y que era tradicionalmente importante para los intereses de su país. Aun así fracasó.

Otro hecho más reciente , aunque de menor magnitud- el caso Rhodesia Zimbawee

en 1975 -.pero que involucraba un número significativo de ciudadanos británicos en peligro de perder sus bienes y vidas, resultó un serio revés para el prestigio británico. Es esta oportunidad la Corona apreció que la apuesta no era rentable, a pesar de los ingredientes de la situación..

En nuestro caso, como efecto residual, Gran Bretaña tendría que justipreciar su interés nacional en relación con los costos y adquirir su interés nacional en relación con los costos y al adquirir notoriedad la cuestión Malvinas, su conducta quedaría sometida al juicio de la comunidad internacional .Es posible que las negociaciones avanzaran a partir de una mejor posición propia.

Tampoco dudamos de la intensidad y de la profundidad afirmativa de la repuesta de nuestra población- tal como ocurrió- ya que Malvinas es el símbolo que unifica a todos los sentimientos de tendencia nacional.

Aun tomada la decisión, el uso de la fuerza quedó supeditado a la marcha de las negociaciones, medio que siempre se extendió como superior a todos y el mejor , modo de acción válido para la argentina.

No obstante, la situación política no dejaba alternativa. Nuestro canciller, el doctor Nicanor Costa Méndez, fue claro al respecto, manifestando que tanto él como sus asesores del Ministerio de Relaciones Exteriores, las circunstancias indicaban que no existía mejor opción que el uso del poder militar –Caso Malvinas. Acusación y defensa. Boletín del Centro Naval, Suplemento 751-D-5 ( 1987) pág. 75. Declaración del doctor Costa Méndez, párrafos 240-241 del informe CARECAS-

Esta opción, sin embargo, no tuvo nunca un carácter excluyente.

A partir de su adopción y hasta el 14 de junio, no se rechazó ninguna posibilidad de negociación, escuchando todas las propuestas y formulando las propias sin interrupción.

La Junta de Gobierno acordó que : “ La recuperación de las islas no tendría como propósito una escala bélica, ni dar por terminadas las negociaciones o sustituir ellas, ya que tampoco era esa la medida más aceptable para el logro del objetivo político. Bien por el contrario, se intentaba conseguir el inicio de una negociación seria y de fondo, por lo que se adoptaban las previsiones para suspender la ocupación de haber signos positivos al respecto”. Por lo mismo se enfatizó que la operación debía ser incruenta.

Así fue como concluyó en que la mejor alternativa era el recurso al poder militar con los condicionamientos señalados. Las posteriores discusiones y apreciaciones complementarias sobre el comportamiento probable de la comunidad internacional y de la propia Gran Bretaña, algunas de ellas agriamente criticadas por especialistas y aficionados- pero siempre con la historia ya escrita- no corresponden al propósito de este escrito y otras ya han sido publicadas.

(*) El Director, vuele a recordar el “despojo urgente” por los Estados Unidos de los pobladores de la Isla Diego García en el O. Indico ,como punto de ataque al Golfo Pérsico e Irak…

(Continuaremos con la 8va. parte: “ LA GUERRA JUSTA “ .El Director-