martes, diciembre 11, 2007

LA IGLESIA CATÓLICA Y LAS CATACUMBAS DE HOY4ta.

LA IGLESIA CATÓLICA Y LAS CATACUMBAS DE HOY.

Por Alberto Caturelli. Gladius, Editorial.

d) “ La corrupción de la idea del martirio “. P.43. 4ta. Parte. El Director.

En el monofisismo actual se lleva a cabo uno de los más grave ataques contra el supremo Mártir de Dios que es Cristo. El medio es la alteración de la idea del martirio. El testigo por excelencia, el Mártir, es Cristo que ha venido “ no para ser servido, sino para servir y dar la vida en rescate por muchos ( Mt 20,28 ). Victima inocente , su martirio salva a los hombres y funda su Iglesia. Por eso, el mártir cristiano participa de Martirio de Cristo y en esa medida se injerta es la savia misma de la Iglesia. En cuanto a testimonio de Cristo, el martirio es esencialmente sobrenatural y gratuito. Cuando el Señor murió en la Cruz, su martirio no tuvo por objeto la “ liberación “ de los judíos respecto del poder romano, ni la larga historia de la alianza había sido un progresivo “ proceso de liberación “ respecto de estructuras socio-político-económicas, sino expectación de Aquél que había de liberar al hombre de su esclavitud del pecado haciéndole siervo de la justicia de la justicia. Tal es el testimonio de san Juan Bautista que Le señala y se anonada y el de San Esteban que muere mártir confesándoLe como el Salvador. La “ liberación “ es infinitamente diversa de la dialéctica destrucción de sucesivas “ estructuras de pecado “ creadas por los “ opresores “: es la salvación del hombre por Cristo, que lo rescata del dominio del pecado y del demonio.

El martirio cristiano es distorsionado y vaciado de sentido porque el testimonio de la sangre no se identifica con el testimonio del Mártir Jesucristo, sino con el perecer con las armas en la mano luchando contra el capitalismo liberal en procura de una sociedad socialista. El primero es “ estructura de pecado “ ; el segundo ¿deberá llamarse “ estructura de la gracia?. Por este camino habría que canonizar al bandolerismo o la subversión armada ejercida por los curas apóstatas y por cierta “ juventud revolucionaria “. Si se entregan a una lucha en la cual se puede morir, allá ellos ; pero llamar “ mártires “ a quienes encuentran así la muerte, es una blasfemia.. No hay mártires de bienes seculares , ni siquiera en procura de todos los bienes de este mundo; solamente son mártires los que mueren por confesar a Cristo, haciéndose semejantes a Él en su misión de salvación sobrenatural . Como enseña el Concilio : El martirio […] con el que el discípulo llega a hacerse semejante al Maestro, que aceptó libremente la muerte por la salvación del mundo, asemejándose a a Él en el derramamientos de sus sangres, es considerado por la Iglesia como un supremo don y la prueba mayor de la caridad. Y ese don se da en pocos, conviene que todos vivan preparados para confesar a Cristo delante de los hombres y a seguirles por el camino de la cruz en medio de las persecuciones que nunca faltan a la Iglesia “- Lumen gentium, 42- Aunque el Evangelio ilumine todo el orden social ( cargado siempre de males hasta el fin de los tiempos mientras los hombres arrastren el reato del pecado ) “ la misión propia que Cristo confió a la iglesia no es de orden político, económico o social. El fin que le asignó es de orden religioso-Guadium et spes, 42-.

Por ese fin religioso y sobrenatural dieron y siguen dando su sangre los mártires cristianos. Lo único que se le preguntó a San Justino y a sus compañeros fue si eran cristianos, si eran discípulos de Jesús. Ellos se limitaron a responder que sí. Y en el acto fueron muertos. Y exultaban de alegría en el momento de morir.

(El Director se ha permitido destacar en negros frases para recordar…)