lunes, diciembre 10, 2007

LA IGLESIA CATÓLICA Y LAS CATACUMBAS DE HOY

LA IGLESIA CATÓLICA Y LAS CATACUMBAS DE HOY.

Por Alberti Caturelli. GLADIUS. Edit .. P.35. El Director.

5.EL MENOSPRECIO DE LOS SOBRENATURAL.

La sustitución de la dependencia ontológica (*) por la autosuficiencia del hombre , de la creación por el ser inmanente a si mismo, del espíritu de Dios por el espíritu del mundo, corrompe la sobrenatural y la natural ; respecto de lo primero, se interponen algunas reflexiones, teniendo a la mano el documento citado en la nota 5

a) LA SUSTITUCIÓN DEL AGAPÉ POR EL EROS.

En la medida que se acepta ( y muchos cristianos lo hacen más o menos inconscientemente ) una “ interpretación “ inmanentista del mundo donde debe lograrse la “ liberación material como condición para la liberación espiritual del pecado “, en esa misma medida se acentúa la lucha “ secular “ y se pierde la profetizada “ liberación del pecado y sus consecuencias “. El objetivo proclamado desaparece y solamente resta la praxis y la lucha del aquí y ahora. Al cabo, ni lo uno ni lo otro. Esta verdadera crisis de la sensatez cotidiana sería menos grave si los “ apóstoles “ “ de este falso profetismo arrojaran lejos de sí toda referencia al Cristianismo propugnando sólo “ el cambio radical de todas estructuras “. Así las cosas estarían más claras.

En el mundo de la inmanencia, del falso “ progreso “, sin tradición, se produce una contradictoria reinstalación de los “ viejo “ sobre la destrucción de lo “ antiguo “ y una corrupción correlativa de lo nuevo ; el resultado más visible es la corrupción del hombre nuevo es la ruina del amor humano que es vida divina .No hay amor para el tú ( mi prójimo ) sin el vivificante amor de Cristo que es el amor subsistente. Por eso, el amor humano es siempre amor de Dios. El amor conyugal “ copia “ del amor esponsal de Cristo esposo y la Iglesia Esposa, es como dice Paulo VI, plenamente humano, total, fiel, y exclusivo y fecundo- Humanae vitae l, 9 – La revisión del Mensaje al “ mundo “ corrompe el amor cristiano por el eros ; es un retroceso hacia lo viejo falsamente propuesto como “ nuevo “. Por eso el erotismo actual pierde el amor, absolutiza el grado meramente somático del amor humano, pierde lo somático mismo, corrompe la naturaleza y rechaza lo sobrenatural. Diríase que no existe mejor método para corromper el amor humano natural que la destrucción de la caridad entre los hombres. El erotismo corrompe el amor y el sexo, porque al absolutizarlos sin conferirles un lugar central en la economía de la salvación , los pierde como amor humano y como amor sexual .El mayor enemigo del sexo es el erotismo.

En esta perspectiva, es bastante frecuente ( lo he oído de labios de un sacerdote católico ) sostener que el amor lo justifica todo. El matrimonio se funda y se justifica por el “ amor “ ; la unión se autofunda y se mantiene como tal sólo mientras dura el “ amor “ ( empleando aquí esta palabra en un sentido subjetivista y, sobre todo, relativista ) ; por consecuencia, cuando el “ amor “ por diversas circunstancias se extingue, el vínculo se disuelve y no hay más matrimonio. Aquel desdichado no hablaba del amor cristiano y no siquiera del amor natural, sino del eros relativo a la realidad corporal y, como tal, ni siquiera al sexo ( que implica a toda la persona ) sino de lo genital que es sólo la determinación orgánica de lo sexual.

El monofisismo de un “ cristianismo “ secularizado concluye por sustitución del agapé y la pérdida consiguiente del amor de los esposos en Cristo. Basta pensar en la actual en la actual marea universal del erotismo pornográfico para recibir la inconmensurable crisis del amor humano

b)EL MENOSPRECIO DE LA SANTIDAD .

¿ Que lugar queda, en ese mundo aceptado por tantos cristianos, para la santidad de la vida ?. ¿ Es que se puede, en él, aspirar a ser santos ?. En la cerrada inmanencia del mundo ¿ tiene sentido la simultánea aceptación de la vocación de todos los fieles a la perfección de la santidad ?- Concilio Vaticano II, Lumen Gentium, 11- No, en cierta ocasión, invitado a hablar a religiosas directoras de colegios privados, les dije claramente : “ Hermanas : ¡ la santidad se ha pasado de moda !”. En efecto la palabra “ moda “ la emplee deliberadamente en su sentido estricto, pues entendemos por tal ( d e modus , modo o manera ) el uso ,modo o manera que está en boga durante algún tiempo ; pasado éste, pasa la moda y viene otra, La moda depende del temporalismo de la existencia exterior en cada circunstancia y en cada situación y en cada situación se agota. Para muchos , la santidad se ha pasado de moda y aspirar a ella como vocación cristiana por excelencia, no deja de ser ridículo, “ fuera de tiempo “, como salir ahora a la calle con gorro de manga o las señoras de miriñaque.

Un día , hablando con cierto sacerdote ( de cuyo destino ya nada sé ) planteé el requerimiento evangélico de la santidad .Y él me contesto con sonrisa condescendiente : ¿ Pero que es la santidad ?. Ahora es necesario replantea el concepto de santidad referido a las condiciones socio-culturales de la época…Meditando el asunto más a fondo, creí comprender el problema. En efecto, para él la santidad, al menos el concepto de que ella hemos aprendido en los Evangelios, en los Santos Padres, en San Agustín, o Santo Tomás, en Luis María Grignion de Monfort o Don Bosco, en Esquiú o en Padre Brochero, está pasada de moda ; “ concepto “ emergente de una circunstancia concreta que ha cambiado, ya no se rige y debe cambiar ; ya no nos sirve ; aceptado el relativismo histórico, debe aceptarse el relativismo de la idea de la santidad y en la heroicidad de las virtudes. La “ heroicidad sólo tiene sentido en cuanto necesariamente referida a su situación histórica y socio-cultural.

Naturalmente, hablamos aquí de la santidad participada, es decir, de la santidad de los hombres ya que solamente Dios es santo. Cuando Jesús, preparándose para su pasión, ruega a Dios, le dice “ Padre Santo “ ( Jn 17, 11 ) porque sólo Él le compete per se , la santidad y su divino Hijo recibe también el nombre de “ Santo de Dios “ ( Mc 1,24 ) ; le reconocen y proclaman los demonios y es también Santo el espíritu por cuya efusión son santos los cristianos convertidos en “ templos del Espíritu Santo “ ( I Cor 6,11,20 ). Por consiguiente, es comunicación de la vida de Dios al hombre , comunicación en la cual consiste, precisamente, la santidad ; ésta es susceptible de crecer hasta el abrazo místico con Dios y a esta perfección han sido llamados todos los cristianos. Desde el instante en que hemos re-nacido por el Bautismo, todos sin excepción, hemos sido vocados a la santidad. Pero como nadie existe sino en una situación concreta ( que podría ser llamada pre- cristiana ) nadie es santo fuera de las circunstancias concretas de su vida tales circunstancias históricas son accidentales ( aunque inseparables ) de la santidad en el tiempo y, por eso, no puede hacerse depender esencialmente la “ santidad” de las circunstancias “ socio-culturales “ hasta el punto en que sea necesario replantear siempre el “ concepto “ de santidad. Nada nuevo digo si sostengo que el santo es al alter Christus al que todos somos llamados , las circunstancias históricas y también temperamentales de San Pablo son diversas a las de San Juan, las de Santo Tomás a las de San Francisco Solano, las de PÏO X a las de Maximiliano Kolbe; pero la santidad en cuanto a participación de la Santidad de Dios, es siempre la misma como es la misma la Vida sobrenatural que circula por los miembros del Cuerpo Místico. Querer “ replantear “ el concepto al tenor de las circunstancias socio- culturales, es no creer más en la santidad cristiana por haber reducido el Cristianismo a la inmanencias del “ espíritu del mundo “. Para el cristiano, no solamente la santidad no pasa de moda, sino que es esencial a la vida de la Iglesia. El “mundo “ siempre se ha burlado ( enfurecido ) de la santidad cristiana, porque él ( y quien es su Amo, el Príncipe de este mundo ) quisieran efectivamente, que la santidad “ pasara de moda “.

(*) Ontología-parte de la Metafísica, que trata del ser en general y de sus propiedades trascendentales .

Continuaremos con “ c) Aniquilamiento de la oración y vaciamiento de la liturgia. El Director.