lunes, diciembre 19, 2011

Revelan contactos entre Madres de Plaza de Mayo y las FARC colombianas


El ex apoderado de la Fundación que dirige Hebe de Bonafini (foto) dijo que en los 90, la agrupación tuvo “la idea de enviar compañeros para formarse” con los narcoguerrilleros.
El escritor y periodista argentino Martín Caparrós publicó en su blog Pamplinas, del diario español El país, una entrevista exclusiva con Sergio Schoklender, ex apoderado de la Fundación Madres de Plaza de Mayo investigado por la Justicia por irregularidades con los fondos que el Estado entregó a la organización.
En ella, el empresario, quien cumplió una condena junto con su hermano por el asesinato de sus padres, revela que a principios de los años 90, la fundación tuvo contacto con varias organizaciones de la guerrilla latinoamericana, bajo la idea de entrenar compañeros y generar un movimiento similar en el país.
“La idea era mandar compañeros a formarse con las FARC en Colombia, con los zapatistas en Chiapas, y que después esos compañeros pudieran venir con alguna formación y comenzar un trabajo, digamos, foquista en algún lugar. Ese era el único modelo posible, no veíamos otra salida. Era impensable que el país se iba a recuperar en ocho años, quién se podía imaginar eso”, asegura
En un pasaje de un libro que está por editar, Sueños postergados, Schoklender asegura que el proyecto que tenía la organización durante el Gobierno de Carlos Menem (1989-1999) “era la revolución”, y señala que, en ese momento, “la única salida lógica era la lucha armada”. Es en ese pasaje de la obra en la que Schoklender dice que “en la universidad guardábamos de todo”.
Ante la pregunta de Caparrós sobre el significado de la frase, el abogado reconoce que contaban con “armas de todo tipo”. “Pistolas, ametralladoras, granadas, plástico, lo que pidas”, detalla. “Visto en plena época del menemismo era la única salida lógica: había que generar una resistencia. Ubicate en pleno menemismo, con toda la impunidad que tenían. Me acuerdo del lugar donde teníamos guardadas las cosas, que era un pozo en el sótano de la universidad: la ubicación precisa la conocíamos dos o tres compañeros y Hebe, y nadie más”, señala.
En otro de los capítulos de la futura publicación, Schoklender revela que, con buena parte de los máximos responsables de la represión libres durante la vigencia de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, la organización planeó el secuestro de uno de los militares más representativos de lo que fue el genocidio de la dictadura militar, el comandante Emilio Eduardo Massera.
“En 1999, 2000, teníamos todo preparado para ir a secuestrarlo: le habíamos hecho inteligencia, sabíamos cómo se movía, por dónde, teníamos todo preparado. Mi fantasía era hacer algo muy parecido a lo que después fue esa película, El secreto de sus ojos, ¿no? Lo agarrábamos y se perdía, nunca más. Yo quería que el enemigo recibiera el mensaje de lo que significaba la desaparición, que supiera cuál era la sensación de estar desaparecido, que nadie sepa si alguien está o no está, si vive, si está muerto. Decirles esto es lo que hicieron”, relata Schoklender en la entrevista.
“Y encima a Massera, que era tan emblemático. Pero ahí Hebe se opuso, y al final se demostró que tenía razón, la historia le dio la razón. Después las leyes de impunidad se derogaron, un montón de milicos están presos y procesados. Pero en esos años era impensable que eso sucediera en la Argentina. Y ese viraje fue gracias a (el presidente) Néstor (Kirchner)”, expresa.