viernes, marzo 28, 2008

DISOCIACION IDEO-PRAGMATICA

DISOCIACION IDEO-PRAGMATICA

Hugo Esteva


Pasé frente a Parque Norte una hora antes de que hablara Cristina Fernández de Kirchner. El único “pueblo” que había era el transportado en los consabidos colectivos, con banderas grupales que dan la sensación de ser pasaportes para decir “presente”, y cobrar después. Un puñado entrenado para aplaudir y crear el micro-clima que aumente la adrenalina de la oradora y le evite toda depresión.

Frente a esos transportados, y rodeada por los que buscan y los que ya encontraron su “cielo” de poder sin haber trabajado nunca, la Presidente dijo uno de los discursos más alejados de la realidad y de más elaborado resentimiento que pudieran haberse escuchado. Después vendrán todas las interpretaciones mediáticas. Pero el hecho es que la señora habló desde el otro lado del espejo, embobada con una imagen propia que sólo ve ella y que sus beneficiarios finjen admirar. Como en su momento hizo el marido, la señora vuelca ideología y se convence con sus mentiras.

La situación es humanamente comprensible, si se tiene en cuenta el perfil psicológico de este matrimonio a quien sólo avienen la pequeña política y la gran avaricia. Porque le sucede a muchos individuos que manejan tareas tanto más concretas que la política. Pero, a la vez, es mucho más que peligrosa cuando ataca a los que deberían gobernar. Se trata de la disociación ideo-pragmática: la discrepancia entre lo que se piensa o se dice, y lo que se hace. Que se agrava cuando quienes sufren el desvío psiquiátrico están rodeados por loros que los ayudan a evadir todavía más la realidad.

El pronóstico de esta enfermedad es grave. La “presidenta” y su entorno se quieren convencer de que los que les han hecho el paro agropecuario y quienes los apoyamos estamos empujados por poderes ocultos. Y, en cambio, ven a los pocos arrastrados que los apoyan como a ángeles espontáneos. Se equivocan. Como una maldición, el presidente saliente les ha dejado una mirada torcida en herencia. Podrán zafar esta vez, pero están condenados.