viernes, agosto 24, 2007

9 de abril

DR.Carlos Aréchaga

En el país ocurren las cosas que eran inevitables, se están produciendo las consecuencias de las conductas con las que operaron las personas que tienen en sus manos la conducción del destino común. El gobierno dedico su actividad a resaltar una política de Derechos Humanos o con mayor precisión, a parlotear sobre DD.HH., a engendrar venganza, a producir lo contrario a Justicia. La otra tarea fue alentar una maquinación de protesta o reclamo con población movilizada, con población en la calle con absoluta libertad para, no solo, reclamar, también para delinquir.

Se pretendió convertir en realidad esa antigua muletilla de la izquierda, aquello de la masa movilizada, de los trabajadores y estudiantes unidos en la revolución, era como pedir revivir el Paris del 68, aquella rebelión protagonizada por los jóvenes que a poco de andar se convirtieron en ejecutivos de empresas financieras. No a la represión, a la odiada represión, ambicionando repetir aquel fantoche de la izquierda comunista, de aquella revolución fraguada que se llevó el viento, de aquella revuelta falsa, timada, corrupta que nunca revolucionó nada, solo causo alboroto, un jaleo que nos lleva al caos y la anarquía, al más sombrío de los futuros. Quisiera poder enumerar otra actividad desarrollada por los hombres que tienen a su cargo gobernar nuestro país. Se trató siempre de lo mismo, perseguir uniformados y alentar y proteger grupos de protesta y hacer negocios. Si nadie se ocupa de solucionar problemas, los problemas se agrandan o por lo menos quedan ahí y producen consecuencias. Si los problemas son gente sin trabajo, ni posibilidad, con hambre, o como quiera llamarse al casi cincuenta por ciento de nuestra población que carecen de lo necesario para no ingresar en la indignidad, es lógico que las protestas aumenten y si aumentan las protestas y nada se soluciona las protestas paralizan el país en un mar de conflictos que llevan a lo que se llama caos o anarquía. A esto nos lleva no gobernar, a ejercer con preciosismo el mejor y mas cotizado palabrerío vacuo. Antes de esto hubo un estado que reprimió a los que pedían justicia y ahora hay otros que no reprimen a los que piden justicia. En el medio queda la injusticia, ni unos ni otros solucionaron la injusticia por cuya existencia se protesta. A esto se reduce la cuestión y así no hay futuro. La partidocracia no ve otra alternativa, su tarea es debatir la nada y batallar por sus prebendas con los dueños del mundo que hacen de nosotros lo que quieran o necesiten para mejorar sus intereses que por cierto no son los nuestros. A la partidocracia le pagan sus servicios con la administración de parte de la cosa pública para que hagan negocios y ganen buen dinero. De nuestro destino se ocupan los dueños, los amos del dinero y del mundo, los que idolatran a Mamón (demonio de la avaricia o dios de la riqueza), los que logran- es tan grande nuestra ignorancia y aún más grande nuestra confusión- nuestra incapacidad para determinar la razón por la cual viviendo sobre un país sumamente rico en recursos y calidad humana, no podamos generar lo que necesita la población.

A estas distorsiones, a esta confusión, a esta ignorancia nos conducen de la mano de una formula política totalmente falsa, de un embuste, de un fraudulento embrollo que llaman democracia, nos conducen al estado actual en el que se nos impone la veneración, la idolatría de este ente de razón al que llaman democracia, cuyos esencias o fundamentos no se pueden discutir, el tema de los fundamentos de la democracia o de la partidocracia no está sometido a DEBATE , es sacrilegio someter al dios a el tan amado debate, todo podemos debatir, nos viven hablando de la necesidad del debate de las ideas, pero cuando pedimos debatir la partidocracia nos llaman retrógrados, oscurantistas, totalitarios, etc. Atacar el sistema político imperante en nuestro país- nacido del iluminismo y la revolución francesa- no significa cantar a lo que llaman tiranía, dictadura, golpe de estado o gobierno de facto. El hostigamiento al sistema político imperante que Castellani llamó con mucha precisión y felicidad, PARTIDOCRACIA, no significa defender el modelo que nos ponen enfrente como única alternativa; o esta democracia, la que ellos difunden como una verdad absoluta o la noche de la tiranía, el despotismo, la barbarie. El problema político de formas de gobierno no se agota en tan simple como falso planteo. No hay que ser un sólido pensador para entender que la partidocracia no es el único sistema que se opone a un gobierno totalitario y sí que es el peor.

Entiendo que un sistema político que de participación a los gobernados debe necesariamente que tener como base el gobierno municipal, aquel que en Castilla se conocía como el gobierno de los cabildos y que en nuestra tierra fue suprimido de inmediato cuando llego el liberalismo.

Es casi con certeza el mejor de los sistemas políticos que se pueden implantar, otorgando poder a los intendentes se logra la cercanía, el mayor poder de control del común de las gentes, del que paga los impuestos, obedece al gobierno y espera recibir los beneficios que debe otorgar el Estado. Dentro de las imperfecciones humanas es el sistema que permite al gobernado tener un mayor control de su gobernante que es la condición necesaria para poder entender que el sistema es bueno.

Cuando indico municipalidades me estoy refiriendo a grupos no mayores de cincuenta mil personas que eligen su intendente y sus diputados, las concertaciones de población deben ser divididas y la zonas despobladas deben agruparse, siendo lo importante mas allá de su instrumentación que un grupo no muy grande de personas maneje y controle a sus gobernantes, se trata de hacer lo contrario de lo que hace lel actual sistema llamado democrático que concentra el poder en una lejanía a la que el hombre común no puede llegar. Cuando el poder esta cerca del hombre común es muy difícil o imposible para el gobernante ser arbitrario o corrupto y así se puede observar en los pequeños y no tan pequeños municipios del país que en su mayoría están en manos de personas respetables, honradas con vocación por el manejo de la cosa publica en beneficio de la comunidad que administran y a la que deben rendir cuenta casi a diario por la proximidad que se deriva de la comunidad pequeña. En ese municipio o como quiera llamarse en ese lugar y a esa institución el gobernado debe pagar todos y cada uno de los impuestos que le corresponda pagar y ese municipio debe administrar el dinero recibido que tiene por objeto prestar los servicios propios o locales y suministrar lo necesario para sostener la provincia que a su vez sostiene la nación. El actual sistema se revierte, se produce la verdadera revolución y el cuerpo social tiene muchas mas posibilidades de marchar sobre sus pies con el control casi directo que los contribuyentes peden hacer sobre sus aportes y es a la pequeña comunidad a quien deben recurrir los gobernadores impidiendo que los mas deban mendigar a un señor que a su vez debe mendigar a una enorme entelequia que es una administración super concentrada e imposible de controlar.

La partidocracia no solo carece de soluciones, es un sistema que inevitablemente lleva a la sociedad a la anarquía al estar basado en mentiras y la principal y básica es proclamar que gobierna el pueblo por intermedio de sus representantes cuando en la practica real los supuestos delegados son personas que obedecen a las facciones, o camarillas o pandillas llamadas partidos políticos, partidos políticos cuya dirigencia con frecuencia es ocupada por abogados sin pleitos y/o algún tipo similar de gandul desocupado que acumulan poder central muy difícil o imposible de controlar.

La partidocracia conduce a la sociedad inevitablemente a la anarquía, al caos, a la negación del orden y del gobierno, que es sustituido por la fracción que usa el poder en su provecho. La Argentina actual, la que vivimos, es un ejemplo notorio del absoluto desgobierno. Estamos en esa etapa final en que las camarillas se disputan con ferocidad el cargo público, mientras la gente ambula por las calles cortando rutas y pasajes, reclamando que se cubran las necesidades, que se generen las soluciones que debe brindar el estado. Vemos y vivimos crisis económicas, energéticas, viales, aéreas (los radares), se incendian navíos muy costosos por falta de mantenimiento, por la infantil conducta de negar recursos a los uniformados; de salud, con hospitales en caos por carecer de elementales insumos y debemos contemplar como una de las pandillas de la partidocracia destruye bienes públicos para que no los pueda inaugurar la otra camarilla (las viviendas del Bajo Flores), todo escuchando grandilocuentes discursos sobre la ambrosia que nos cubre.