domingo, mayo 18, 2008

CARLO I DE HABSBURGO. 4ta. y final.

CARLO I DE HABSBURGO.

El emperador beato.

Edit. Poco y Bueno “.

Serie Testigos.

4ta. Parte y final.

Su espíritu cristiano se puso de manifiesto cuando el Alto Mando Alemán decidió enviar a Lenín a Rusia para que llevara a cabo la Revolución bolchevique y así despejar el frente oriental .Carlos se opuso diciendo que no se podía hacer tal daño a su pueblo cristiano y prohibió su paso por sus dominios, pues veía con claridad el peligro que esto significaba para la Europa cristiana.

Pese a la guerra no olvidaba las condiciones de vida de su pueblo. Creó el primer Ministerio de Asuntos Sociales del mundo, encargado de mejorar las condiciones de los pobres .Dictó varias amnistías, beneficiando no sólo a opositores políticos, sino a personas que habían sufrido severidades excesivas y abusos de poder .Frente a quienes se oponían a tales medidas dijo : “ No voy a tolerar esa “justicia “ que por miedo salva a los grandes y cuelga a los pequeños. Quiero JUSTICIA aunque me cueste el trono y la vida”. Propuso al Episcopado la creación de Parroquias en barrios populares y la realización de misiones para obreros y pobres .Prohibió los duelos, pese a la resistencia de muchos oficiales. Dispuso que los padres de familias numerosas y los hijos menores de familias que ya habían perdido otros hijos en la guerra dejaran el frente. Destino los bellos caballos lipizanos de la Corte para llevar carbón a los pobres, y dio hasta agotar sus propias rentas para aliviar la situación de éstos. Cuando llegó la derrota, el imperio no “ estalló “ debido que la Corona representaba la unión de los pueblos. Soldados de todas las razas que formaban el imperio combatieron con valor y fidelidad hasta el final por lealtad a la dinastía. Pero en otros lugares más oscuros y poderosos, donde la presencia de un soberano católico molestaba, se había decidido antes de finalizar la guerra, el fin de la monarquía Austro- Húngara.

SE DESMEBRA EL IMPERIO.

El Emperador Carlos, ante el pánico de sus ministros frente a la revolución y para facilitar las negociaciones con los vencedores republicanos, accedió, separarse por un tiempo no determinado de los asuntos públicos, pero se negó categóricamente a abdicar. Para él, aunque carecía de los medios para detener el curso de de las cosas, la corona era un depósito sagrado, un don recibido de Dios y era a Dios a quien debía dar cuenta .El no iba a renunciar a su deber sagrado de servir a sus pueblos.

Un gobierno socialista llegó al poder en Austria. El Emperador y su familia debieron partir al exilio y el nuevo poder confiscó todos los bienes privados de la familia .( Un nuevo dirigente comentó : “ Los Habsburgos son demasiados populares. Si además son ricos, estamos perdidos “ ). En Hungría llegaría al poder el comunista Béla Kun, cuyos excesos provocarán una reacción que llevó al poder , como “ Regente ” al Almirante Horthy, quien había sido edecán del Emperador, mientras tanto Carlos y su familia vivían en Suiza, desterrados y sin medios.

Carlos, en el destierro sufría por sus pueblos. Sabía que un monstruo satánico e incontrolable se apoderaría de aquellas tierras : el comunismo .Se sentía el padre de sus pueblos, y veía que el fin de la Monarquía y el desmembramiento del Imperio sólo traería males espirituales y materiales.

Siempre vio, hasta en las pruebas más difíciles y ante el fracaso de sus mejores planes, la mano paternal de Dios. Al terminar 1918, cantó con mayor entusiasmo el Te Deum, después de la Misa de Año Nuevo. Como alguien le comentara que no había mucho que agradecer en año tan trágico, respondió que todo lo contrario, que Dios le había dado en ese año gracias tales que rebosaba de agradecimiento hacia él.

En este tiempo lo visitaron enviados de las mismas fuerzas secretas que habían decidido la destrucción del Imperio, para ofrecerle recuperar la Corona a cambio de una legislación más “ liberal “ respecto al matrimonio, de una escuela “ libre “ ( sin enseñanza católica ) y la legislación de la Masonería. El Emperador no aceptó ; luego comentaría : “ Lo que recibido de Dios no puedo aceptarlo de la mano del diablo “. Le fue ofrecido entonces restituirle su fortuna a cambio de su abdicación. Igual rechazo. El Papa BENEDICTO XV , PREOCUPADO POR LA POSIBLE PROPAGACIÓN DEL COMUNISMO en Europa central, lo exhortó a recuperar el trono de Hungría, que aún constituía jurídicamente un reino .Obediente, el Emperador se aseguró el apoyo francés, aprovechando que Clemenceau había sido destituido. Partió secretamente a Hungría, donde exigió a Horthy que en conformidad a la constitución del reino le entregara el poder, Horthy, que anteriormente se había demostrado partidario a reconocer al Rey legítimo, se negó. Tras horas de discusión el Emperador se convenció de que quien él creía un marino con honor se había transformado en un ambicioso sin escrúpulos, y debió volver a Suiza. Horthy aprovechó ésto para urdir una intriga que hiciera perder a Carlos el apoyo francés y obtener de los gobiernos franceses, ingleses y sus aliados una declaración contraria a una restauración de los Habsburgos. A esto el gobierno francés no pudo oponerse públicamente.

Frente a una nueva petición del Papa, emprendió un segunda tentativa de recuperar Hungría. Voló con la Emperatriz en un pequeño avión privado a una región húngara donde había numerosos militares leales a su Rey y cuando el tren llegaba a Budapest. Horthy ordenó disparar sobre ellos y no fue obedecido. Apartó entonces las tropas que eran leales al y cuando el tren llegaba a Budapest organizó una resistencia con militares adictos y estudiantes revolucionarios a los que hizo creer que se trataba de una invasión checa y que debían disparar.

El Emperador y Rey no queriendo verter la sangre de súbditos inocentes, prefirió abandonar el intento. Sus enemigos obtuvieron que fuera desterrado de Europa. Un barco de guerra inglés los embarcó con destino desconocido.

EL FIN.

El Emperador se mostraba tranquilo ante su mujer y sus seguidores. Decía : “ Debemos estar tranquilos: ni los ingleses, ni mis enemigos, podrán llevarnos a ningún lugar que no sea el que la amorosa providencia de Dios haya dispuesto desde siempre para nuestro bien “. Como siempre , ponía su destino , en manos de Dios.

El lugar donde fue llevado fue la isla portuguesa de Madeira. Llegados, tras un tiempo pudieron reunirse con sus hijos. Al principio pudieron pagar el hotel. Pero pronto se quedaron sin recursos. Hubo que trasladarse a la Quinta do Monte, casa de veraneo que les prestó un vecino del lugar, pero que era muy húmeda en invierno.

En ese tiempo, su crecimiento espiritual se aceleró .Pasaba largas horas en adoración frente al Santísimo Sacramento. Ofreció su vida por sus pueblos .Y el Señor lo escuchó. Su muerte estba cerca. Dijo a su mujer : “ quiero decirte claramente que en toda mi vida lo que siempre he buscado es conocer lo más claramente posible la voluntad de Dios y cumplirla lo más perfectamente posible “.

En estos días el Emperador dijo : “ Dios me ha dado la gracia de que ya no haya nada en el mundo que yo no esté dispuesto a sacrificar por el amor a El y a la Santa Iglesia “. Y confesó a la Emperatriz Zita : “ Veo ahora con gran claridad que lo único que puedo hacer por mis pueblos, y lo que Dios quiere de mí, es que ofrezca mi vida por ellos “. La Emperatriz, enérgica como siempre le respondió que él era el único Emperador católico y Rey apostólico, y que debía pertenecer a este mundo para servir a la Iglesia. Su repuesta fue : “ No has comprendido nada “.

Días después le dijo que había ofrecido su vida para que sus pueblos pudieran volver a vivir juntos y en paz. Un día muy frío fue caminando al pueblo a comprar un pequeño juguete para unos de sus hijos, que cumplía cuatro años. Al volver ,llovió y se empapó.

Siguió una gripe que se transformó en pulmonía. No tenían dinero ,así que se llamó tarde al médico. Los tratamientos de la época para la neumonía eran ventosas e inyecciones de trementina para localizar la inflamación fuera de los pulmones, con lo que el cuerpo se fue llenando de llagas dolorosas. Cuando la fiebre era muy alta, el Emperador deliraba y pedía volver a su país. El Santísimo Sacramento estaba expuesto en su habitación, cuando estaba consciente oraba continuamente. Y se alegraba de su padecer que le permitiría estar muy pronto junto al Altísimo. En medio de sus sufrimiento dijo : “ Qué bueno es confiar en el Sacratísimo Corazón de Jesús, pues de otro modo esto no se podría soportar “. La noche de su muerte, en un momento de lucidez , murmuró calmadamente: “ Debo sufrir así para que mis pueblos puedan vivir de nuevo unidos “. Sus últimas palabras fueron para pedir a Dios que protegiera a sus hijos de que no cometieran un pecado mortal, que era preferible morir antes que eso. Sintiendo la muerte tan cercana exclamó ante el santísimo Sacramento Fiat Voluntas tua “. Al final susurró, tratando de besar el crucifijo : “ Jesús, sí, Jesús, ven, Jesús “.. Era el 1 de abril de 1922 y tenía treinta y cuatro años. Dios había aceptado la ofrenda de su vida.

Fue enterrado en la Iglesia de Nossa Señora do Monte en Fuchal, en Madeira – Su muerte fue muy parecida a la de su más insigne antepasado, el Emperador Carlos V de Alemania y Rey Carlos I de España. Su mujer, Zita , murió en el exilio en Suiza. Tanto ella como sus hijos no pudieron volver nunca a Austria.

Al poco tiempo lo lugareños empezaron a comentar que orando ante la tumba de Carlos se obtenían favores, y en Viena se inició su proceso de beatificación. Cuando treinta años después, se hizo el reconocimiento canónico se encontró que su cuerpo estaba incorrupto.

Años más tarde una monja polaca que trabaja en Brasil fue milagrosa e instantáneamente curada, por su intercesión, de gravísimas úlceras varicosas en las piernas. Y. como mensaje para su querida mujer, que entonces vivía, la monja la llamaba “ hermana Zita “.

Probablemente este Santo ha evitado muchos males de sus sufridos pueblos que después de las guerras quedaron bajo el yugo comunista.