jueves, marzo 01, 2007

Provocación

Para cuando George Bush aterrice la semana próxima en Montevideo, Néstor Kirchner y Hugo Chávez habrán organizado un gigantesco barullo en Buenos Aires, que naturalmente será protagonizado por los piqueteros y las demás bandas de izquierda, ya que el protagonista, Chávez, no podrá traerse al grueso de los suyos. Para Kirchner será otro de los actos de lanzamiento de su campaña matrimonialista y para el propio Bush, una nueva "contracumbre" como la que ya soportó hace un año y medio en Mar del Plata, dándole la señal definitiva de que Kirchner forma parte del universo antinorteamericano.
Ahora bien, ¿qué consecuencias puede tener la patoteada para el argentino medio? Bush es sin duda un fracasado que en Medio Oriente está en retirada y manotea desesperadamente para evitar que en otros ángulos del planeta surjan nuevos focos de conflicto. Pero si es cierto que era ingenuo pensar que Kirchner podía ser usado como instrumento para disciplinar a Chávez, también lo es que los mandatarios de otros países (Romano Prodi, Jacques Chirac, Antonio Zapatero o Vladimir Putin) toman la precaución de manifestar su disidencia de tal modo que no sea interpretada como una provocación a la mayor sociedad planetaria.
Es tonto creer que energúmenos como Chávez puedan agradar a la oposición demócrata estadounidense. Ni a Lula ni a Bachelet, que también son de izquierda, se les ocurre llenar las plazas contra la gira de Bush para favorecer a los Clinton ni enviar a sus amigos a visitar Irán (D'Elía, Farinello, Cafiero). O sea que esta provocación sólo va a sumarse al resto de las desconfianzas que ya acumula nuestro país en diversas esferas del hemisferio norte.