martes, mayo 31, 2016

Extracto de la homilía de Monseñor Aguer en la Plata, 25 de mayo de 2016
 
Se habla en estos días de una “política de memoria, verdad y justicia”. ¿No se llama así, pomposamente, al rencor y a la venganza? La memoria argentina ha sido más bien desmemoriada, o hemipléjica. Es curioso el celo por acusar y juzgar delitos cometidos cuarenta años atrás, cuando hubo y hay tanta distracción y lenidad para juzgar delitos del presente. Se dice que los crímenes aquellos fueron de lesa humanidad, esto es, literalmente, de humanidad herida. El término es usado equívocamente; que así lo hagan periodistas que hablan de omni re scibili e ignoran el derecho, vaya y pase, pero que lo manipulen juristas y jueces supremos es el colmo y ese desliz no augura nada bueno. Necesitamos paz, olvido, borrón y cuenta nueva. Olvido, sí. En varios pasajes de la Sagrada Escritura para indicar que Dios perdona nuestros pecados se dice que se olvida de ellos. Tomás de Aquino escribió que la justicia sin misericordia es crueldad y la misericordia sin justicia es la madre de la disolución. Lo terrible es que la disolución de la sociedad argentina, la relajación y rompimiento de los vínculos sociales proceda de una justicia que tiene tapado un solo ojo. En este Año Jubilar de la Misericordia establecido por un Papa argentino, ¿no podemos los argentinos abrir la inteligencia y el corazón al don divino de la misericordia, y dárnosla los unos a los otros?
 
 
Luego de la homilía, me acerqué a saludarlo y lo felicité por sus palabras. Le dije que soy hijo de preso político.
Mientras me daba la mano me preguntó
-Militar?
-Marino. En su nombre quiero agradecer la valentía de sus palabras
-Alguien tenía que decirlas. Vamos a ver qué escriben ahora los periodistas de este cura.