jueves, noviembre 01, 2012

La imagen que captó la fotógrafa israelí Gali Tibbon, no creyente, la dejó cautivada - ReL

La imagen que captó la fotógrafa israelí Gali Tibbon, no creyente, la dejó cautivada
"Cuando percibes la fuerza de lo espiritual, te golpea en todos los sentidos", explica.
Actualizado 31 octubre 2012

Mar Velasco / ReL


Empezó con la fotografía cuando tenía 14 años. Desde entonces, Gali Tibbon (Jerusalén, 1973) trabaja como fotógrafa independiente y, tras una década cubriendo como reportera gráfica las noticias diarias para France Press en la franja de Cisjordania, ha comenzado a interesarse por la religión y sus diversas representaciones.

Sus últimos trabajos atrapan la esencia de las diversas peregrinaciones en Tierra Santa, los bautismos en el río Jordán, las antiguas prácticas de los Samaritanos o la vida en Lalibela, la ciudad santa de los ortodoxos etíopes. Sin embargo, su trabajo más conocido ha sido el de las peregrinaciones al Santo Sepulcro de Jerusalén, donde, en una colección de poderosas imágenes, llenas de sensibilidad artística, ha conseguido captar el rostro humano de la fe. Todas ellas se pueden contemplar en su página web.

“El hecho de provenir de una ciudad sagrada y espiritual como Jerusalén ha tenido una gran influencia en mi trabajo”, explica Gali a Religión en Libertad. “Me pareció algo muy natural intentar fotografiar la fe, porque mi mayor motivación es la ciudad santa en sí y toda su fuerza histórica. Jerusalén no es sólo el foco de la atención política internacional, sino también el centro de las tres grandes religiones monoteístas. Los textos antiguos y los mapas describen a Jerusalén como el centro del mundo, el punto de partida del mundo. A mitad de camino entre el este y el oeste, Jerusalén sigue siendo un mosaico en el que las culturas y las religiones nunca han conseguido fusionarse, cada una permanece claramente diferenciada de las demás. El hecho de que atraiga a miles de peregrinos cada año, de diversos países con distintos credos, ha hecho crecer en mí las ganas de explorar, de aprender, de entender y descubrir qué hay más allá…”, confiesa.

“Es muy difícil fotografiar una dimensión espiritual”
“Como fotógrafa siempre me rondaba la pregunta: ¿se puede realmente fotografiar la fe?”, explica Gali. “Es una cuestión difícil de responder, y para mí ha sido un gran desafío, del cual he aprendido mucho. Creo que la fe es difícil de fotografiar, es una dimensión espiritual del ser humano y es muy difícil traducirla a otra dimensión más realista, a una única imagen fija. Pero si, por ejemplo, veo a un peregrino de rodillas al pie de la Vía Dolorosa, puedo apreciar la fe que le impulsa a hacerlo, y si soy capaz de captar la expresión de su rostro y el sentimiento de devoción que refleja, entonces sí estoy fotografiando la fe. Es algo muy abstracto y complejo de fotografiar, pero cuando lo consigues, sabes que lo tienes. Es un momento inenarrable, mágico”, relata. "Pero también hay ocasiones en las que espero durante horas, disparo, pienso que lo tengo y, cuando vuelvo a casa, me siento al ordenador y me doy cuenta de que la foto no expresa nada de lo que sentí…”, confiesa. “En muchas ceremonias religiosas, la atmósfera es una mezcla de sentimientos y sensaciones que experimentan nuestros sentidos: la luz, el humo del incienso, los cantos... Yo intento traducir todo eso a imágenes, capturar todo ese ambiente único. Y solo a veces, después de cientos de disparos con la cámara, lo consigo”, explica Tibbon.

Aunque no profesa ninguna religión, Gali se considera una persona espiritual: “Es cierto, me gusta pensar en mí misma como una persona espiritual, y aunque no soy religiosa, me maravilla trabajar sobre el tema de la fe”, asegura. “He estado en muchas ceremonias religiosas y rituales, ¡creo que incluso mucho más que los que se consideran religiosos! No es frecuente sentir la energía espiritual que nos rodea, pero cuando uno la percibe, te golpea en todos los sentidos. Es impresionante cuando cientos de personas recitan los mismos versos o dicen las mismas palabras de una manera rítmica, hasta que todos se convierten en una sola voz. Hay algo que sí que he descubierto: que la religión se puede encontrar en muchos lugares, pero la auténtica espiritualidad es mucho más difícil de descubrir”, sostiene.

“Todavía puedo sentir la devoción de esa joven”
Como buena fotógrafa, Gali considera que la luz es una herramienta esencial en la fotografía, pero en su caso no solo como elemento físico, sino simbólico: “No es sólo un rayo de luz física lo que fotografía la fe. La luz es la creación de todas las cosas. A menudo, los creyentes interpretan un rayo de luz como una señal de Dios. Que se haga la luz, dice el Génesis. En mi trabajo, luz y penumbra esculpen la foto, pero hay algo más”, asegura.

Un momento especial que justifica la labor del fotógrafo: la luz cae sobre la mujer que reza, con el fondo en penumbra.
Por ejemplo, en la fotografía de la joven con el pañuelo rojo de la colección Ecos de los cristianos de Jerusalén, el rayo es el que ilumina a la joven, mientras que el resto de los fieles del templo quedan en penumbra. Cuando la hice, ella estaba llorando mientras rezaba, mirando al propio rayo de luz. Es una de mis fotografías favoritas, porque muestra muy bien lo que yo quería transmitir, que hay algo más allá de lo que ven los turistas que vienen a este lugar: el misticismo de los peregrinos. Aquel fue un momento muy especial, porque pude sentir la devoción de aquella mujer. Es más, todavía puedo sentirla cada vez que veo la fotografía…”, asegura a ReL.

Cuando lo material decepciona, queda lo espiritual
La religión como refugio espiritual ante el materialismo es el nuevo proyecto fotográfico que acaricia Gali: “Tengo en mente algunas ideas que de alguna forma están relacionadas con la religión. Estoy tratando de encontrar cómo relacionar la religión con la actual crisis económica en todo el mundo, principalmente en Europa, en países como España o Grecia, donde se está sufriendo especialmente. Creo que a lo largo de la historia, cuando hay una crisis financiera de este calibre, ésta trae consigo algunas consecuencias: aumenta la xenofobia, la gente se siente más decepcionada por lo económico y se refugia en la religión. Es una contraposición al mundo materialista, una búsqueda de algo más espiritual, y es precisamente eso lo que me interesa”, concluye.

Toda una demostración de que solo es necesario saber mirar para quedar cautivado por la Belleza y la Verdad que trasciende al ser humano.