jueves, abril 08, 2010

LA MENTIRA Y LA GUERRA (1)

LA  MENTIRA  Y  LA  GUERRA
                                               Hugo Esteva

“A mentir, como a rascar, todo es empezar”, podrìa parafrasearse el refràn. Se lo comprueba a diario al escuchar al gobierno; pero serìa menos que ingenuidad, apenas ignorancia, suponer que vivimos una situación singular, aislada de lo que pasa en el resto del mundo.
Es cierto que aquì lo sufrimos condimentado a la criolla. Aùn asì resultarìa miope y contraproducente no entender que este proceso hacia la mentira ha sido desencadenado desde muy atràs y abarca a toda la civilización occidental. Cabe sì, domésticamente, aclarar que se trata de un verdadero proceso; no como aquel autodenominado “Proceso” que no pasò de ser un episodio. Y aclarar tambièn que aquel “Proceso” es parte indivisible de esto que hoy sucede: venìa de una mentira anterior y fue seguido sin soluciòn de continuidad –apenas un falso paréntesis inventado por la “cultura” democràtica para adormecer a la patria- por los tumbos actuales que nos empujan a la decadencia.
            Acordemos tambièn que el gobierno de los Kirchner es un universo de falsedad. Cifras, citas, una nueva “historia oficial” a la manera de la de los unitarios, la justicia amañada…, todo es culto a la mentira. Que tiene sus sacerdotes especializados –como Anìbal Fernàndez, un “monsignorino” que se levanta el hàbito los fines de semana para vestirse como un “boy” màs-, sabios en respuestas arrevesadas, diplomados en tergiversación
Esta mentira sistemàtica en que se ha transformado la polìtica, de la cual participa casi uniformemente la falsa oposición, es un modo especìfico de debilitar a la patria que se va infiltrando por todos sus resquicios para carcomer lo que hasta ayer era sano. Y, para sòlo nombrar a los prominentes de las ùltimas dècadas, allì confluyen a plena conciencia los Martìnez de Hoz, los Alfonsìn, los Cavallo, los Kirchner, en un afàn por minar a la naciòn que no puede ser casual. Pero que, tambièn es preciso aceptar, viene de mucho màs lejos. Porque fueron cimentadas en falsedades la Independencia, la Organización Nacional, el sufragio universal del siglo XX. Porque fue falso el eufemismo de la “Revoluciòn Libertadora”, falso lo de “la hora de los pueblos”, falso lo de “la juventud maravillosa”
Nada estuvo ni està aislado. Lo que cae es el conjunto de la civilización moderna, que una vez fue civilización cristiana. Se derrumba en medio de una escandalosa persecución apòstata de la Iglesia fundadora, y anuncia la misma despiadada crueldad que esa Iglesia vino a combatir cuando Cristo se hizo hombre.
Hoy gana “lo viejo”. El viejo materialimo contra el que no se pudo durante el siglo XX pero que, por su misma naturaleza asentada en la mentira, tiene destino de muerte.
No se vea en esto ùltimo signo alguno de pasivo optimismo. No hay excusa para la inactividad. Porque el dueño de la mentira, reina de este mundo, tiene ya preparado el sucesor. Y los herederos buscan siempre venganza, porque para ellos nunca es suficiente la justicia.
Descùbralos a diario el lector entre los insaciables que van por màs enfrentamiento, por màs conflicto, por màs muerte. Allì estàn, hoy junto al gobierno, clamando por màs y màs revoluciòn. Hasta la revoluciòn contra su propia naturaleza, que los hace enemigos de la vida, promotores del aborto, la eutanasia, la homosexualidad. Y, cuidado, porque ante la inoperancia de los polìticos, los herederos pueden traer màs de lo mismo pero esta vez de la mano de los “eficientes”, diplomados o diplomadas, del mundo econòmico.
Sin embargo la mentira –que enerva a quien la tiene que sufrir- tiene una consecuencia capaz de arrastrar a sus propios cultores. Porque engendra la guerra. Y la guerra, que siempre se desmadra, es capaz de terminar con todo.
Lo saben los gobernantes, que no dejan de ver còmo cae la civilización ante sus ojos. Pero, dado que no tienen màs remedio que percibir su limitaciòn intelectual y, a la vez, se sienten eternos, tiran indefectiblemente los problemas –sean deuda o educación, salud, seguridad, justicia o defensa- hacia delante, lo màs lejos posible.
Pero adelante, en la medida en que sigamos gobernados por la hipocresía, està la guerra: guerra social, guerra civil; hasta la guerra externa. Como se quiera, la violencia de la mentira trae la guerra.