sábado, octubre 31, 2009

La pataleta del tío Hans...

En italiano y en La Reppublica
Hay algo que el teólogo suizo Hans Küng no tiene, y es la paciencia suiza.
Los suizos son famosos hodiernamente por sus relojes, sus bancos, su opresivo orden y limpieza, pero antaño se los valoraba mucho como soldados. Grandes hazañas han hecho los suizos como guerreros del alquiler o soldados de fortuna. Generalmente poniedo su disciplina y sus brazos al servicio de buenas causas. Por eso Francia tenía su guardia suiza, que se sacrificó para proteger la retirada de los reyes del gran palacio de Versalles cuando principiaba la revolución. Y por eso la Santa Sede conserva su Guardia Suiza, sin quitar mérito por ello a los suavos de toda la Cristiandad que defendieron al Papa Pío IX de las huestes masónicas carbonarias en la Puerta Pía.
Pero volvamos al tío Hans, que de él queremos hablar y de su eminente combatividad, que lo hace un suizo ancestral, aunque bajo formas poco suizas, porque sus declaraciones deslenguadas no son de uso entre los hijos de la Confederación Helvética.
Apenas ayer, 28 de octubre, La Reppublica de Italia, medio que hospeda normalmente los brulotes del tío Hans, dio a luz pública un feroz ataque no exento de méritos literarios en el género “brulote”. Empezando por el título, bíblico y significativo: “Quel Papa che pesca nell' acqua di destra”.
Pescador de hombres, que eso no se lo niega el Tío Hans a su viejo amigo Ratzinger, lo describe pescando en la margen “derecha” del lago, “donde las aguas están enturbiadas”.
Interesante traspolación de la Fe a la política: es cierto, la llamada “derecha” política tiene alguna afinidad con ciertos aspectos de la Fe. ¿Qué “derecha” y qué “fe”? es la cuestión. Porque la vieja derecha liberal ha mantenido sus fueros en materia –nunca mejor usada la palabra- económica. Digo, propia la palabra, porque la “derecha” liberal es materialista, y por tanto se ha plegado con armas y bagajes a los conceptos morales y, llamenlo así, “culturales”, de la socialdemocracia, hija elegante del comunismo.
La moral liberal de otros tiempos era más moral que liberal. Es decir, era herencia de un mundo cristiano que conservaba las formas sin conocer ni apreciar los fundamentos de esas formas de convivencia. Hoy, la moda ha impuesto el desguace y venta de los restos de costumbres cristianas que aún albergan las naciones de origen cristiano, particularmente las católicas. Los liberales hacen algunos mohines por razones de buena crianza y hasta se aparecen, al menos en España, cerca de alguna manifestación. Pero no morirán por las buenas costumbres, ni matarán por imponer o defender las leyes cristianas. Solo esperan y tientan el momento de declararse “modernos” sin gran pérdida de votos. Y ya.
De modo que si el Tío Hans ve que il papa pesca nell’ acqua di destra, ve reflejos o ilusiones ópticas. Quienes defienden realmente la vigencia de la ley de Cristo en la sociedad no son los llamados de “derecha” sino los “tradicionales”.
Recapitula luego una serie de agravios inferidos por el Sumo Pontífice, su ex amigo, a judíos, musulmanes y cristianos reformados. (Adivinamos Ratisbona, la oración pro judaeis
, y ahora el particular status que pretende darle a unos 500.000 de los 77 millones de anglicanos que pueblan el mundo.
Siempre “por derecha”
Así, siempre por derecha, después de recibir en la Iglesia a la “Fraternità antirreformista” ahora va a por lo más granado del anglocatolicismo, para escándalo de los pacientes gestores del diálogo ecuménico en los últimos 50 años.
Otro estallido de ira y sarcasmo poco helvéticos: “Tradizionalisti di tutte le chiese, unitevi - sotto la cupola di San Pietro! Vedete: il pescatore di uomini pesca soprattutto sulla sponda destra del lago. Ma lì l' acqua è torbida.” Que es como decir, Tradicionalistas de todas las iglesias, uníos (parafraseando a Carlitos Marx). El pescador de hombres pesca sobre todo en la marger derecha del lago. Pero allí el agua está turbia.
¿Dónde no está turbia? le preguntamos nosotros al tío Hans. Mas al menos en la sponda destra
la gente tiene en claro lo que no quiere: no quiere inventos litúrgicos ni doctrinales, no quiere ordenaciones de mujeres, ni obispas ni legalización de la homosexualidad. Es más, quieren recuperar su sucesión apostólica (esto ha irritado tanto al Tío Hans...) porque León XIII en 1895, así, a la ligera, sin fundamentos, dice Hans, los convenció de que ya no eran sacerdotes ni tenían el poder de consagrar.
Después de 50 años de autoconvencimiento de los anglicanos, con la ayuda de la iglesia (minusculamos adrede), autoconvencimiento de que en realidad sí son sacerdotes y que no le hagan caso al viejo aristócrata y malhumorado del Cardenal Pecci, ahora que casi los hemos persuadido con gran sacrificio nuestro, de que no se conviertan más, de que no se hagan reordenar porque no es necesario, estas decenas de obispos y pocos miles de fieles vienen a pedir las sagradas órdenes, o en el mejor de los casos, a demostrar que las tienen porque se las han pedido antes a los ortodoxos.... ¡tradicionales...!
Es una tremenda patada antiecuménica. El Tío Hans dice las cosas sin pelos en la lengua: “Una tragedia”.
Benedicto: un Morgan redivivo
.
Sobre todo por lo artero de los métodos papales, que nuestro helvético apologeta califica de piratería espiritual. Cual capitán Morgan, el papa, pese a sus años, se balancea ágilmente de borda a borda, pendiente de un cabo, con el cuchillo entre los dientes; aborda la nave anglicana y se roba medio millón de fieles con la promesa de que podrán mantener su estatus matrimonial.
Es notable el argumento.
Primero, nada hay definido en la materia. Segundo, los casos que conforman precedente ya han pasado por ambas pruebas de piratería: a saber, se han reordenado (abjurando de su indentidad anglicana) y se les ha permitido mantenerse unidos a sus esposas en el caso de que fueran casados (premio consuelo para el bueno de Hans, pero eficaz señuelo).
Es falso el argumento.
No, los anglicanos no huyen del anglicanismo para conservar sus esposas, sino para que no  los obliguen a ser homosexuales. Más vale algunos se habrán preguntado ¿tenemos que conservarlas...? ¿No se podrá hacer una excepción?
Bromas aparte, la asimilación ¿transitoria? del regimen de celibato de esta prelatura latina al de los orientales católicos también está por definirse, aunque parece razonable que no se desarmen las familias. Lo cierto es que monjes, monjas y obispos serán célibes, como es de rigor en toda la Iglesia Universal. El hecho de permanecer “desposato”
no le ayuda al presbítero a hacer carrera, sino lo contrario.
El derrumbe de Commonwealth
Y pensar de que en un libro dedicado al primado anglicano en 1967, el Tío Hans aspiraba a la formación de un Commonwealth cristiano con los católicos y (no sabemos si esto habrá sido del agrado del anglicanos) con los cristianos reformados, o sea los protestantes luteranos, calvinistas, evangélicos... Si hay algo que un anglicano detesta es a los reformados. Casi tanto como al papa de Roma. Pues bien estos no solo han dejado de detestar al Papa de Roma, sino que detestan aún más a los reformados. Es más, los detestan cordialmente porque ellos han tomado posesión de su iglesia y la han convertido en Sodoma y Gomorra.
Pero no, Benedicto no quiere Commonwealth, quiere Imperio Romano y centralismo medieval... (¿centralismo medieval? ¿Hubo una época menos centralista que la Edad Media?). Pero, a más de destruir las esperanzas de la comunidad anglocatólica de valores espirituales bajo la primacía de honor del Papa Romano, Benedicto mete cizaña entre los anglicanos (piratería pura) recibiéndolos por aquello que tienen de tradicionales, lo cual en definitiva alivia a los 76,5 millones restantes de estos ruidosos antirreformistas.
En realidad, dice el Tío Hans, quizás algo más sereno, les ha quitado a los demás un peso de encima. Aunque su ira no tiene límites cuando advierte que es poco consuelo, teniendo en cuenta que estos bochincheros vienen al catolicismo y encima justo cuando los antirreformistas de la FSSPX bajo las barbas mismas del Pontífice y por voluntad de él se mofan del Vaticano II.
Más, las cosas se agravan todavía, dice el Tío Hans. Ahora los aspirantes al sacerdocio latino se sentirán tentados de hacerse anglocatólicos, casarse y luego pedir pase a la Iglesia latina. ¡Tremenda confusión en las filas presbiteriales de la Iglesia Católica, y la culpa es del Papa y de su estategia torva y piratesca, con la complicidad de los conservadores del mundo, de la margen derecha del mundo!
Sobre Benedicto caerá la culpa si estos sacerdotes pierden su celibato. Aunque, bien pensado, el tío Hans nunca estuvo de acuerdo con el celibato, otro resabio de la disciplina medieval. Sobre el Papa caerá la responsabilidad si se condenan los confundidos, aunque, si lo pensamos bien, tampoco cree el Tío Hans en el infierno, esa tosca forma de disciplinar las almas bajo el reino del terror.
En definitava, nos vemos obligados a creer que aquello que originó la tremenda pataleta del Tío Hans es  el destrozo de 50 años de diálogo ecuménico, que nunca se supo a donde conducían, pero que han de mantenerse in aeternu, porque el ecumenismo es un bien per se.
Y quien opine lo contrario, que se enfrente a las iras y –no nos sorprendería- a las excomuniones del Tío Hans.
¿Por qué no le habrá hecho caso a su abuelita cuando le recomendaba entrar en la Guardia Suiza?
Fuente de la Noticia: La Reppublica, Italia.
Versión en castellano del artículo de Hans Küng en El Páis, España