martes, julio 01, 2008

PABLO.3ra. parte.

 PABLO ,EL HOMBRE Y EL APÓSTOL.
Alocuciones de S. S. Benedicto XVI.
AÑO JUBILAR DE SAN PEDRO Y SAN PABLO.
Edit. “ Poco y Bueno. “ 3ra Parte. El Director.
“ PABLO. LA CENTRALIDAD DE CRISTO.”
 Al ver a San Pablo, podríamos formular así la pregunta de fondo: ¿ Cómo se produce el encuentro de un ser humano con Cristo ?- ¿ En que consiste la relación que se deriva de él ?. La repuesta que da San
Pablo se puede dividir en dos momentos.
En el primer lugar, San Pablo nos ayuda a comprender el valor fundamental e insustituible de la fe. En la carta a los Romanos  escribe : “ Pensamos que el hombre es justificado por la fe, sin las obras de la ley “ ( Rom.3 28 ) Y también en la carta a los Gálatas : “ El hombre no se justifica por las obras de la ley sino sólo por la fe en Jesucristo : por eso nosotros hemos creído en Cristo Jesús a fin de conseguir la justificación por la fe en Cristo, y no por las obras de la ley, pues por las obras de la ley nadie será justificado “ ( Rm.2.16).
“ Ser justificados “ significa ser hechos justos, es decir, ser acogidos por la justicia misericordiosa de Dios y entrar en comunión con él ; en consecuencia, poder entablar una relación mucho más auténtica con todos nuestros hermanos: y esto sobre la base de un perdón total de nuestros pecados. Pues bien, San Pablo dice con toda claridad que esta condición de vida no depende de nuestras posibles buenas obras, sino solamente de la gracia de Dios: …”Somos justificados gratuitamente por su gracia, en virtud de la redención realizada en Cristo Jesús “ ( Rm. 3, 24 )
Con estas palabras San Pablo expresa el contenido fundamental de su conversión, el nuevo rumbo que Tomó su vida como resultado de su encuentro con Cristo resucitado. San Pablo, antes de la conversión, no era un hombre alejado de Dios y de su ley. Al contrario, era observante, con una observancia fiel que rayaba en el fanatismo. Sin embargo, a la luz del encuentro con Cristo comprendió que con ello sólo había buscado construirse a sí mismo, su propia justicia, y que, con toda esa justicia sólo había vivido para sí mismo. Comprendió que su vida necesitaba absolutamente una nueva orientación. Y esta nueva orientación la expresaba así: “ La vida, que vivo al presente en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios, que me amó y se entregó a sí mismo por mí . ( Ga.2,20 ).
Así pues, , San Pablo ya no vive para sí mismo, para su propia justicia. Vive de Cristo y con Cristo. Dándose a sí mismo ; ya no buscándose y construyéndose a sí mismo
En otro pasaje, San Pablo, haciéndose eco del profeta Jeremías, aclara su pensamiento : “ El que se gloríe, gloríese en el Señor “ ( 1 Co.1,31; Jr 9, 22 s); o también : “ En cuanto a mí ¡ Dios me libre de gloriarme si no es en la Cruz de nuestro Señor Jesucristo, por la cual el mundo es para mí un crucificado y yo un crucificado para el mundo ! ( Ga.6,14 ).
Al reflexionar sobre lo que quiere decir justificación no por las obras sino por la fe, hemos llegado al segundo elemento que define la identidad cristiana descrita por San Pablo en su vida. Esta identidad cristiana consta precisamente de dos elementos : no buscarse a si mismo, sino revestirse de Cristo y entregarse con Cristo, vida de Cristo, hasta sumergirse en él y compartir tanto su muerte como su vida.
Es lo que escribe San Pablo en la carta a los Romanos :  Hemos sido bautizados en su muerte. Hemos sido sepultados con él .Así también vosotros, considerados como muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús ( cf. Rom.6,3,4,5,11). Precisamente esta última expresión es sintomática, pues para San Pablo  no basta decir que los cristianos son bautizados o creyentes ; para él es igualmente importante decir que ellos “ están en Cristo Jesús “ (cf.también Rm. 8,1.2.39,12,5,16,7,10;1 Co. 1,2,3, etc ). En otras ocasiones invierte los términos y escribe que “ Cristo está en nosotros /vosotros “ ( Rm . 8,10 ;2 Co.13,5 ) o “ en mí “ ( Ga. 2,20 ). Esta compenetración mutua entre Cristo y el cristiano, característica de la  enseñanza de San Pablo, completa su reflexión sobre la fe, pues la fe, aunque nos une íntimamente a Cristo, subraya la distinción entre nosotros y él .Pero, según San Pablo, la vida del cristiano tiene también un componente que podríamos llamar “ místico “, puesto que implica ensimismarse en Cristo y Cristo en nosotros. En este sentido el Apóstol llega incluso a calificar nuestros sufrimientos como los “ sufrimientos de Cristo en nosotros “ ( 2 Co.1,5 ), de manera que “ llevamos siempre en nuestro cuerpo por todas partes el morir de Jesús, a fin de que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo “ ( 2 Co.4,10 ). Todo esto debemos aplicarlo a nuestra vida cotidiana siguiendo el ejemplo de San Pablo, que vivió siempre con este gran horizonte espiritual Por una parte ,  la fe debe mantenernos en una actitud constante de humildad ante Dios, más aún, de adoración y alabanza en relación con él y a su gracia.. Por lo tanto, dado que nada ni nadie puede tomar su lugar, es necesario que a nada ni nadie rindamos homenaje que le rendimos a él.
Ningún ídolo debe contaminar nuestro universo espiritual ; de lo contrario, en vez de gozar de la libertad alcanzada, volveremos a caer en una forma de esclavitud humillante. Por otra parte, nuestra radical pertenencia a Cristo y el hecho de que “ estamos en él “ tiene que infundirnos una actitud de total confianza y de inmensa alegría.
En definitiva, debemos exclamar con San Pablo : “ Si Dios está por nosotros, ¿ quién estará contra nosotros “ ( Rm 8,31 ). Y la repuesta es que nada ni nadie “ podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro “ (Rm 8,39 ).
Por lo tanto, nuestra vida cristiana se apoya en la roca más estable y segura que pueda imaginarse. De ella sacamos toda nuestra energía, como escribe precisamente el Apóstol : “ Todo lo puedo en Aquel que me conforta ¡ ( Flp.4,13 ).
Así pues, afrontemos nuestra existencia, con sus alegrías y dolores, sostenidos por estos grandes sentimientos que San Pablo nos ofrece. Si lo vivimos, podremos comprender cuánta verdad encierra lo que el mismo Apóstol escribe : “ Yo sé bien en quién tengo puesta mi fe, y estoy convencido de que es poderoso para guardar mi depósito hasta aquel día “, es decir, hasta el día definitivo ( 2Tm.1,12 ) de nuestro encuentro con Cristo juez, Salvador del mundo y nuestro.
( Continuaremos con la 4ta  Conferencia de S.S. Benedicto XVI : “ Pablo. El espíritu en nuestros corazones “.El Director. )