lunes, julio 28, 2008

Declaración Grl Menendez

UN GENERAL DE DIVISION


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LUCIANO BENJAMIN MENENDEZ



Hace 50 años, la guerra estalló repentina y brutalmente en nuestro país.

Sin tener arte ni parte, simplemente porque estábamos en la ruta de conquista del comunismo internacional, los argentinos sufrimos el asalto de los subversivos marxistas que por orden y cuenta de la Unión Soviética y de su sucursal americana, Cuba, se proponían someter nuestro país a su sistema y sumarnos a sus satélites.      

Era la guerra. Pero la más total de todas las guerras. La Guerra Revolucionaria.

No se trataba de pretender arrancarnos un pedazo de territorio (con todo lo entrañable que es cada metro de nuestra tierra, regada por la sangre de nuestros soldados y el sudor de nuestros trabajadores), o un paso entre dos océanos, o una zona de influencia geopolítica o económica.                                                                                                                                                  

A lo que la subversión apuntaba era al alma de nuestro  pueblo para someterlo a un régimen despiadado y brutal. Como su nombre lo indica, la GR revoluciona el modo de vida del pueblo que elige como víctima. El propósito de los subversivos al declararnos la GR era asaltar el poder para instaurar un régimen comunista bajo el cual, en lo externo nos convertiríamos en un satélite de Rusia y en lo interno, no seríamos libres para pensar, expresarnos, poseer bienes, entrar y salir del país, disponer de nuestras vidas y  la de nuestras familias, porque todo le pertenecería y manejaría el estado totalitario.

Por eso se equivocan los que creen que el pueblo fue un convidado de piedra en la Guerra Revolucionaria. Al contrario, el pueblo era el objetivo al que pretendía dominar la subversión Por eso nos agredió, para apoderarse de nuestro pueblo.

En el mundo se reconoce que las guerras ofensivas o de agresión son  injustas. La invasión armada del terrorismo marxista constituye, por lo tanto, una guerra injusta.

Para demostrar quién inició la GR y para qué, voy a leer lo que decían al respecto los demócratas y lo que  publicaba la delincuencia subversiva.

          En agosto de 1964 (durante el gobierno constitucional del Dr. Illia) la policía de Salta y la Gendarmería Nacional descubren y destruyen un campamento guerrillero en Orán. La Cámara de Diputados cita a los Ministros del Dr. Illia para que informen sobre lo sucedido.

Allí dijo el Ministro de Defensa Dr. Facundo Suárez: “El Partido comunista en 1957 o 1958 entra a preocuparse fundamentalmente de África, de Latinoamérica y de parte de Asia. Cuando Fidel Castro se declaró evidentemente comunista se inició un  periodo de gran perturbación en toda Latinoamérica”. Zavala Ortiz, ministro de RREE  agregó en esa  misma ocasión “la existencia de un poder tan extraordinario como el que surge de la energía atómica ha determinado que la competencia se derivase a otro método, el de la GR, guerra no declarada, silenciosa, pero guerra inexorable,  global y permanente. Ese orden de cosas se instala en América Latina, el comunismo se establece en la República de Cuba como una organización revolucionaria de guerra permanente de tipo revolucionario. Hay una GR declarada a las organizaciones, a las repúblicas, a las democracias o no democracias vigentes en Latinoamérica y contra esa situación tenemos que tomar las medidas correspondientes.”

Escuchemos ahora el bando terrorista:

En julio de 1970 el Partido Revolucionario de los Trabajadores, funda el ERP, porque, dice: “En el proceso de Guerra Revolucionaria iniciado en nuestro país, nuestro partido ha comenzado a combatir para hacer posible la insurrección del proletariado y del pueblo”.

Tres años después en la edición de junio de 1974 de su periódico “el Combatiente” en un artículo titulado “Por la revolución Obrera Latinoamericana y Socialista”, dice: “Las unidades guerrilleras han aumentado su poder de fuego en las ciudades y han dado el paso trascendental de la creación de la primera unidad de monte, la constitución de la organización revolucionaria principal, Partido Marxista Leninista Proletario avanza exitosamente, a través de su cauce principal, el partido Revolucionario de los Trabajadores. Esta permanente acumulación de fuerzas revolucionarias va colocando a la sociedad argentina a las puertas de una situación revolucionaria, la lucha de clases cobra nueva vida. Desde hace más de tres años, el pueblo argentino ha iniciado un proceso de Guerra Revolucionaria (el Gral Perón era el presidente constitucional).

En la revista Cristianismo y Revolución de septiembre de 1971 aparece una breve historia de Montoneros, que dice: “Llegado 1969 Montoneros comienza a pasar a la ofensiva: es el comienzo de la guerra por el poder, con el programa nacional revolucionario que asegure la nacionalización de la economía, el control obrero de la producción y la expropiación sin compensación de la oligarquía terrateniente … Creemos que la maniobra electoral montada (es la que culminaría en 1973 con la elección de Cámpora) se les va a volver en su contra y los vamos a fusilar con sus propias armas. Sólo la guerra del pueblo salvará al pueblo. Todos tienen un lugar y una función en la lucha, que es el desarrollo de la Guerra Revolucionaria.”

Para no dejar dudas de que era una guerra, ambas organizaciones terroristas reseñaban sus hazañas en lo que llamaban Partes de Guerra. Tomo como ejemplo dos: uno del ERP, fechado el 20 de noviembre de 1974, en el que explican que han ejecutado al Tcnl Ibarzabal en el ropero en que lo tenían preso y el otro de Montoneros del 26 de febrero de 1975, en el que cuentan que han secuestrado al Cónsul norteamericano en Córdoba.

Estas expresiones demuestran que es falso lo que vienen sosteniendo los subversivos quienes ahora niegan sistemáticamente la existencia de la GR que nos declararon y llaman represión ilegal a las operaciones defensivas de las Fuerzas Legales.

Las primeras manifestaciones de GR son dos campamentos de guerrilleros: los Uturuncos, en los montes tucumanos en 1959, y el ya mencionado de Orán en 1964. Justamente durante los gobiernos del Dr. Frondizi y el del Dr. Illia. Ambos gobernantes inobjetablemente democráticos, no sólo por ser electos por el pueblo, (que allí no termina la democracia, sino que empieza) sino también por su ejemplar ejercicio del Poder. No pueden pretextar los guerrilleros que eran pacíficos ciudadanos buscando defender la democracia, porque la democracia estaba bien defendida por esos gobiernos.

La persecución a los delincuentes subversivos no fue, como ellos pretenden, represión a los opositores políticos de los gobiernos militares. La subversión actuó en nuestra Patria desde 1960  en adelante, bajo gobiernos de todos los signos. Entonces de quién eran opositores? Y quien los perseguía: Frondizi?  Guido?  Illia?  Perón?

Lo cierto es que La Nación Argentina, para defenderse de la agresión subversiva ensayó todos los métodos desde 1964, no importa de qué signo fuera el gobierno de turno. Aplicó a los agresores la ley común; creó la Cámara Federal Penal en 1970 que procesó y condenó a 1600 guerrilleros, pero que fue disuelta y sus sentencias  anuladas en 1973 por el actual Procurador General Dr Righi, quien siendo MI concedió una amnistía a todos los subversivos presos; volvió a la ley común sin resultados; declaró ilegal al ERP y al PRT por decreto presidencial Nº 1454/73  del gobierno constitucional de Lastiri; en 1974  reformó el Código Penal para “reprimir severa y adecuadamente conductas que han llenado de zozobra a la población” a pesar de lo cual ningún juez pudo condenar a ningún guerrillero; en 1975 recurrió al terrorismo de Estado, con la Triple A; más tarde empeñó parcialmente a las FFAA para  aniquilar la subversión en Tucumán por Decreto Secreto 291/75 del gobierno constitucional de Isabel Perón; declaró a Montoneros asociación ilícita de carácter terrorista por decreto presidencial Nº 2452/75 de ese mismo gobierno.

La subversión desbordó todos estos sistemas y prohibiciones, llegando a conformar verdaderos ejércitos clandestinos, con su dirección política, sus contactos y respaldos internacionales, sus combatientes organizados en comandos y unidades a imitación de las militares, sus organizaciones de inteligencia, sus apoyos logísticos de sanidad, materiales, transportes y munición, sus ramificaciones de reclutamiento, difusión y propaganda, sus programas de instrucción política y militar en el país y en el extranjero, sus sistemas de relevos y descansos, etc.

Ante el crecimiento en efectivos y en peligrosidad de estas bandas, que se calcula que llegaron a reunir 40.000 hombres (las Brigadas Rojas de Italia nunca superaron los 1000 hombres), la Nación Argentina, por Decreto Presidencial Nº 2770/75 creó el Consejo de Seguridad Interior presidido por el Presidente de la Nación e integrado por todos los ministros y los comandantes de las FFAA, para dirigir los esfuerzos nacionales para la lucha contra la subversión, y ordenó a sus FFAA, por decreto presidencial Nº 2772/75 que “aniquilaran a la subversión”. Ambos decretos fueron dispuestos por el gobierno Constitucional de Italo Luder.

La Argentina  rechazó la agresión armada marxista. Pero no sin sufrimiento. Pues los delincuentes subversivos ensangrentaron al país durante 10 años, en los que asesinaron a 1500 personas, de las cuales el 60 % eran miembros de las FFAA y de Seguridad, y el 40 % eran civiles, empresarios, gremialistas, políticos, funcionarios, sacerdotes, mujeres, niños; e hirieron a muchos más. Cometieron 21600 atentados terroristas (6 ó 7 por día).

De nuevo para tener dimensiones comparadas, las Brigadas Rojas realizaron 300 atentados en toda su campaña.

Las FFAA aplicando las leyes y reglamentos militares en vigencia, cumplieron en pocos años la misión encomendada por la Nación de vencer al enemigo, y al acortar la guerra ahorraron sufrimientos a La Patria. Comparémonos con Colombia que desde hace 60 años soporta el flagelo constante de la guerrilla terrorista, la cual todavía controla una parte del país y arrastra su corte de secuestrados y muertos que se calculan en más de 100.000.

Y nosotros estamos siendo juzgados. Vuelvo a decirlo: ostentamos el dudoso mérito de ser el primer país en la historia del mundo que juzga a sus soldados victoriosos que lucharon y vencieron por orden de y para sus compatriotas. Nosotros podemos preguntarnos, como lo hizo recientemente un oficial uruguayo con patético y auténtico dolor ¿para quién ganamos la batalla?

Derrotados, los guerrilleros abandonaron la lucha armada y se mimetizaron en la sociedad como pacíficos civiles.

Pero no abandonaron sus objetivos. No cesaron la GR, sino que la trasladaron a otros campos, siguiendo la doctrina de Gramsci que aconsejaba “La intelligenzia tiene que apoderarse de la educación, de la cultura, y de los medios de comunicación social, para desde allí apoderarse del poder político y con el poder político dominar a la sociedad civil”.

Pusieron y ponen en práctica la máxima de Lenin: “La paz es la continuación de la guerra por otros métodos”. Porque los marxistas no conciben la armonía y la concordia, sino el “conflicto constante”.

No se han sacado aún la piel de cordero porque les falta todavía eliminar o dominar algunos resortes del Poder. Cuando sientan que la capacidad de reacción de los argentinos está anulada, entonces van a dar el zarpazo, entonces van a  abandonar su disfraz pacifista y legalista y van a utilizar toda la violencia para imponernos su doctrina, de la que no han abjurado aunque declamen democracia y se aprovechen de ella. Doctrina enemiga de nuestra Constitución puesto que niega a Dios, suprime la Patria, prohibe la libertad, reemplaza la unión nacional, la paz interior, la justicia y el bienestar general por el conflicto permanente, disuelve la familia, elimina la propiedad, todos ellos valores eminentes y excluyentes de nuestra Carta Magna.

En resumen. Los argentinos sufrimos una guerra, desatada por los sicarios vernáculos del comunismo internacional.

Los mismos que hoy persisten en su oscuro objetivo.

Con la diferencia desfavorable para La Patria de que, antes los terroristas estaban en la ilegalidad. Ahora se apropiaron de la legalidad y pretenden ser pacíficos ciudadanos ajustados a la ley y a la Constitución.

Y desde esa ficción  intentan  destruir nuestro estilo de vida y nuestro Ser nacional. Desde el Poder intentan convertirnos a su sistema esclavista.

Confío en que los guerrilleros del 70, hoy en el poder, no puedan consumar sus propósitos de imponernos su régimen autoritario.

Confío en que los argentinos detengamos esa marcha hacia el abismo y recuperemos el imperio de la Constitución, de la Ley y la Libertad, para La Patria de la Libertad.

 

 

                                                        

                                                Luciano B. Menéndez

                                                    Gral. Div.