martes, junio 17, 2008

Psiquiátrico

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Psiquiátrico

Un buen día el gobierno dio por terminado el conflicto con el campo de manera unilateral, como si el país se hubiese calmado súbitamente, el campo hubiese pedido perdón de rodillas --tal cual pretende Néstor Kirchner-- y la normalidad hubiese ganado los espíritus después de 90 días de tensión. Claro que nada de lo anterior era cierto y sólo el matrimonio que administra a su antojo la República pudo creer, en su autismo cada vez más acentuado, que bastaba decir "¡se acabó!" para que, efectivamente, la crisis tocara su fin.
El mentís más rotundo a los Kirchner, a los siempre serviciales Fernández, al patético ministro Randazzo y demás funcionarios que, siete días atrás, luego del discurso de Cristina Fernández, se felicitaban entre sí y creían que al sólo conjuro de la voz presidencial el problema había quedado solucionado, se lo dio ayer el país.
Qué pretendió hacer el gobierno poniendo a la Gendarmería en el difícil brete de cargar contra los ruralistas, para luego apresarlos, es difícil de explicar, porque el mayor damnificado ha sido el propio oficialismo, cuyo desgaste es tan evidente que, salvo un necio, cualquiera lo notaría.
Hay razones para pensar que la crisis actual, más allá de su índole política, tiene un inequívoco componente psiquiátrico. Néstor Kirchner es un hombre enfermo de odio y en su desmesura nos está llevando a un callejón sin salida. Con la particularidad de que, desgraciadamente, este enfermo peligroso es el verdadero poder detrás del trono.