lunes, junio 30, 2008

EL INGENIOSO PERIODISTA HORACIO VERBITSKY


En Página 12 del domingo 22 de Junio el Señor Horacio Verbitsky publicó un artículo con el título “Soberbia”. En el copete que lo presenta y sintetiza comienza diciendo que “el problema no son los precios de los alimentos, la distribución de la riqueza ni el perfil productivo del país sino la soberbia presidencial y el doble comando”. La lectura apresurada de este copete y del mismo articulo que encabeza, hizo pensar a algunos que el periodista citado había visto la luz y como un San Pablo porteño perseguiría ahora a los kirchneristas como antes persiguió a los militares y los curas.
Pero no. Nada de eso. Todo el artículo es un ensayo de ironía, en el cual cada cosa que se dice quiere decir la contraria. Las mismas líneas que reproduzco más arriba están precedidas de la palabra “como” y seguidas por “hay que prepararse para una sucesión conflictiva”. O sea que soberbia y doble comando no son un problema real mientras que sí lo son “los precios de los alimentos, etc.”
¿Se le habrá ocurrido a este ingenioso periodista que pudiera ser que el problema de la Argentina fuera, en este momento, “el precio de los alimentos” y la “soberbia presidencial y el doble comando”? Y que su intención de contraponer lo primero como importante y lo segundo como anecdótico esconde (mal) su conciencia de que la soberbia presidencial y el doble comando son, en efecto, graves problemas.
Claro, ninguna de las dos cosas en sí, sino por la forma en que afronta los problemas la pareja presidencial. Que la Sra. Fernández sea soberbia no nos causaría demasiada preocupación si se tratara de una vecina de Rio Gallegos dedicada a las labores de la casa. Lo malo es que la Sra. Fernández ha llegado a ser Presidenta  de la República argentina. Lo mismo, que tras el trono de la Sra. Fernández se oculte su cónyuge Néstor tampoco sería grave. Lo malo es que es tan soberbio él como ella y ambas soberbias se potencian.
Y es por la soberbia de ambos que el país está paralizado hace más de cien días cuando con un animo más sensato se pudo parar el conflicto rural en una semana. Y es esa misma soberbia la que los ha hecho ceder pero sin negociar, convencidos de que “los Kirchner mueren pero no se rinden” como se dijo de la Guardia Imperial justamente tras los cien días de Napoleón. Si en vez de ceder sin negociar hubieran cedido negociando todo lo que pasó no hubiera pasado. Pero la exclusión de los productores pequeños, el Plan Social y  la remisión al Congreso se hicieron a regañadientes, sin seriedad ni verdadero ánimo negociador, empantanando el conflicto y haciéndolo largo y costoso para el país. Y para ellos mismos, que pagan el precio de su soberbia.
Pero el verdadero objetivo de Verbitsky es presentar un panorama similar al del primer peronismo (1946-1955). Por eso entre las frases claves de su artículo está “la unanimidad del arco democrático” un intento de comparar la situación de aquellos años con la actual. “Unanimidad del arco democrático” pretende representar a la Unión Democrática, que critica pavadas como “el mal gusto de Cristina” en vez de atender a la transformación del país que hacen hoy los Kirchner como ayer hizo Perón. Este intento es un modo de silbar en la oscuridad, imaginando que “el pueblo” respalda a Néstor y Cristina contra la oligarquía, tal como en 1946 (y en 1955) respaldó al líder y su compañera.
¡Pobre  Verbitsky! Como no es tonto, sabe perfectamente que las cosas – ay – no son así. Que el primer peronismo fue una alianza de clases contra la vieja política. Que  el motor de enganche fue la leyenda del coronel amigo de los pobres aprisionado por sus enemigos y liberado por su pueblo (17 de Octubre) Esa leyenda explicó la adhesión emocional del pueblo argentino sencillo a su líder. Nada ni remotamente parecido se da hoy. La gente humilde vota al peronismo por un reflejo que ha ido perdiendo su fuerza pero aún conserva la suficiente como para darle el 22% de los votos a Néstor y el 30% (si se computa todo el padrón) a Cristina.  Pero no hay ninguna adhesión emocional a la pareja gobernante más allá de ese reflejo condicionado electoral. Si caen, no va a haber el llanto oculto de los pobres, como lo hubo (y me consta) en 1955.  Y mucho menos, claro, si caen por obra de otro peronismo, como parece probable. Será un Waterloo sin lágrimas y – esperemos – sin sangre.
ANIBAL D’ANGELO RODRIGUEZ
Se ruega difundir.