miércoles, enero 30, 2008

CARTA ENCÍCLICA Pascendi 5ta.parte.

CARTA ENCÍCLICA.

PASCENDI.

DEL SUMO PONTÍFICE

PÍO X

Obre las doctrinas de los modernistas..

5ta parte.

“…mientras se separan los racionalistas….”

13. Con cs afirmación, mientras se separa los racionalistas, caen en la opinión de los protestantes y seudomísticos.

Véase, pues, su explicación. En el sentimiento religioso se descubre una cierta intuición del corazón ; merced a la cual, y sin necesidad de medio alguno, alcanza el hombre la realidad de Dios, y tal persuasión de la existencia de Dios y de su acción, dentro y fuera del ser humano, que supera con mucho a toda persuasión científica. Lo cual es una verdadera experiencia, y superior a cualquier otra racional ; y si alguno, como acaece con los racionalistas, la niega, es simplemente, dicen, porque rehúsa colocarse en las condiciones morales requeridas para qué se produzca. Y tal experiencia es la que hace verdadera y propiamente creyente al que la ha conseguido.

¿ Cuánto dista todo eso de los principio católicos !.Semejantes quimeras ya reprobadas por el concilio Vaticano.

Cómo franquean la puerta del ateísmo, una vez admitidas juntamente con los otros errores mencionados, lo diremos más adelante. Desde luego, es bueno advertir de que esta doctrina de la experiencia, unida a la otra del simbolismo, se infiere la verdad de toda religión, sin exceptuar el paganismo. Pues qué ¿ no se encuentran en todas las religiones experiencias de este género ?Muchos lo afirman. Luego ¿ con qué derecho los modernistas negarán la verdad de la experiencia que afirma el turco, atribuirán solo a los católicos las experiencias verdaderas ? Aunque, cierto, no las niegan, más aún, los unos veladamente y los otros sin rebozo, tienen por verdaderas todas las religiones. Y es manifiesto que no pueden opinar de otra suerte, pues establecidos sus principios, ¿ por qué causa argüirían de falsedad a una religión cualquiera ?. No por otra,, ciertamente, que por la falsedad del sentimiento religioso o de la fórmula brotada del entendimiento. Más el sentimiento religioso es siempre y en todas partes el mismo, aunque en ocasiones menos perfecto ; cuando la fórmula del entendimiento, lo único que exige para su verdad es que responda al sentimiento religioso y al hombre creyente, cualquiera que sea la capacidad del ingenio. Todo lo demás que esta oposición de religiones podrían acaso defender modernistas es que la católica, por tener más vida, posee más verdad, y que es más digna del hombre cristiano porque responde con mayor plenitud a los orígenes del cristianismo.

Nadie, puestas las precedentes premisas, considerará absurda ninguna de estas conclusiones. Lo que produce profundo estupor es que católicos, que sacerdotes a quienes horrorizan, según Nos queremos pensar, tales monstruosidades, se conduzcan, sin embargo, como si de lleno las aprobasen ; pues tales son las alabanzas que prodigan los mantenedores de esos errores, tales los honores que les tributan, que hacen creer fácilmente que lo que pretenden honrar no son las personas merecedoras acaso de alguna consideración, sino más bien los errores que a las claras profesan y que se empeñan en todas veras de esparcir entre el vulgo.

14. Otro punto hay en esta cuestión de doctrina en abierta contradicción con la verdad católica.

Pues el principio de la experiencia se aplica también a la tradición sostenida hasta aquí por la Iglesia, destruyéndola completamente. A la verdad, por tradición entienden los modernistas cierta comunicación de alguna experiencia original que se hace mediante la predicación y en virtud de la fórmula intelectual ; a la cual fórmula atribuyen, además de su fuerza, como dicen, cierto poder sugestivo que se ejerce, ora en el creyente mismo para despertar en él el sentimiento religioso, tal vez dormido, y restaurar la experiencia que alguna vez tuvo ; ora sobre los que no creen aún, para crear por vez primera en ellos el sentimiento religioso y producir experiencia. Así es como la experiencia religiosa se va propagando extensamente en los pueblos; no sólo por la predicación de los existentes, más aún en los venideros, tanto por libros cuanto por la transmisión oral de unos a otros.

Pero esta comunicación de experiencia a veces se arraiga y reflorece; a veces envejece al punto y muere. El que reflorezca es para los modernistas un argumento de verdad, ya que toman indistintamente la verdad y la vida. De la cual colegiremos de nuevo que todas las religiones existentes son verdaderas, pues de otro modo no vivirían.

15. Con lo expuesto hasta aquí, venerables hermanos, tenemos bastante y sobrado para formar cabal ideas de las relaciones que establecen los modernistas entre la fe y la ciencia, bajo también comprenden la historia.

Ante todo, se ha de asentar que la materia de una está fuera de la materia de la otra separada de ella. Pues la fe versa únicamente sobre un objeto que la ciencia declara serle incognoscible ; de aquí un campo completamente diverso : la ciencia trata de los fenómenos, en los que no hay lugar para la fe : ésta, por el contrario, se ocupa enteramente de lo divino, que la ciencia desconoce por completo. De donde se saca la conclusión que no hay conflicto posible entre la ciencia y la fe ; porque cada una encierra en su esferas, nunca podrán encontrarse ni, por lo tanto, contradecirse.

Si tal vez se objeta a eso que hay en la naturaleza visible ciertas cosas que incumben también a la fe, como la vida humana de Jesucristo, ellos lo negarán. Pues que estas cosas se cuenten entre los fenómenos, mas cuando las penetra la vida de la fe, y en la manera arriba dicha, la fe las transfigura y desfigura, son arrancadas del mundo sensible y convertidas en materia en materias de orden divino. Así, al que todavía preguntase más , si Jesucristo ha obrado verdaderos milagros y verdaderamente profetizado lo futuro ; si verdaderamente resucitó y subió a los cielos : no, contestará la ciencia agnóstica ; sí , dirá la fe.Aquí, con todo, no hay contradicción alguna; la negación del filósofo, que habla a los filósofos y que no mira a Jesucristo, sino la realidad histórica ; la afirmación es del creyente, que se dirige a los creyentes y que considera la vida de Jesucristo como vivida de nuevo por la fe y en la fe.

( Continuaremos : “ ….la fe y la ciencia por ninguna razón se subordinan…”.El Director.