miércoles, julio 24, 2013

I3-2013 Confusión y más confusión

Buenos Aires, 16 de julio de 2013


Sr. Director:


Confusión, confusión y más confusión


La designación del nuevo jefe del Ejército ha sido un ingrediente más para alimentar la confusión permanente que caracteriza a la sociedad argentina. Confusión que en la ma­yoría de los casos parte desde el mismo poder y se expande al resto de la sociedad a través de los medios de comunicación que se hacen eco de la misma. En algunos casos porque esos medios de comunicación están en total sintonía con el relato que sale de las usinas del gobierno (tal el caso de 6,7,8), en otros, supuestamente opositores, como Clarín y La Nación, porque les conviene comprar el mismo relato para no quedar como políticamente incorrectos. En tal sentido, cuando se habla de guerra contra la subversión o “carapintadas” todos (oficialistas y opositores) son contestes en condenar al sector mi­litar y nada dicen de los asesinos terroristas que gozan de millonarias indemnizaciones o participan del gobierno.

En el caso que nos ocupa, la designación del nuevo JEMGE, se da la particularidad y la contradicción que el gobierno la defiende y la sostiene mientras que la oposición la cues­tiona y la condena. Y son tres los fundamentos principales sobre los cuales se cuestiona el nombramiento citado: que el general Milani cuando era subteniente participó del opera­tivo Independencia en Tucumán, que en Semana Santa de 1987 fue fotografiado junto a Herminio Iglesias en Campo de Mayo durante el pronunciamiento “carapintada”, y tercero, su enriquecimiento ilícito. Sobre el operativo Independencia y el enriquecimiento ilícito no interesa ahora hacer ningún comentario porque no hace al eje de lo que se pretende se­ñalar en este escrito. Pero sí lo merece la gran confusión que existe al querer cuestionar la designación por la supuesta relación con los “carapintadas”.

Claro está que para gran parte del imaginario colectivo, la acusación de “carapintada” es sinónimo de violencia, golpismo y antidemocracia, ignorando lo que los jueces de la Cámara Federal expresaron en los fundamentos de la sentencia que nos condenó por el pronunciamiento militar del 3 de diciembre de 1990. En ellos claramente expresaron que en esa jornada no existió la posibilidad de golpe de estado ni siquiera en grado de tentativa y agregaron como atenuantes que habíamos obrado por motivaciones de elevado valor moral y social.

¿Por qué, ignorando aquella sentencia y fundamentos de los jueces de la Constitución, los políticos y los medios de comunicación siguen hablando de golpistas cuando se refieren a los “carapintadas”?. ¿Por qué no se quiere creer en lo que dictaron los jueces de la misma democracia? ¿Por qué se alimenta esta confusión desde el po­der, se irradia a la sociedad  a través de los medios de comunicación y gran parte de la sociedad compra este relato?...

Si se quiere cuestionar el nombramiento de Milani, que lo hagan por cualquier cosa, por lo que se les ocurra, pero no por su supuesta participación en un pronunciamiento “cara­pintada”, ya que los mismos buscaban evitar la destrucción del Ejército. Si igualmente quisieran hacerlo, no se podría designar ningún jefe en el Ejército porque, directa o indi­rectamente en los sucesos de Semana Santa de 1987, todo el Ejército fue “carapintada”. Y esto es tan cierto que hasta el mismísimo traidor Balza con el grado de coronel se hizo presente en la Escuela de Infantería para brindarle su apoyo al jefe del pronunciamiento, el teniente coronel Aldo Rico. Sin embargo en esta Argentina de la confusión y más con­fusión, Balza estuvo al frente del Ejército  por 10 años, fue embajador del gobierno antimilitar kirchnerista en Colombia y ahora lo es en Costa Rica. Y la pregunta es, aunque conocemos bien la respuesta, ¿por qué sí a Milani y por qué no a Balza?.

Además, si algo debe quedar claro es que, el auténtico carapintadismo, ese que nació en las entrañas de los cuarteles militares, es totalmente incompatible con la corrupción. Si alguien que se tilde de “carapintada” comete un acto de corrupción, en ese preciso ins­tante deja de ser un “carapintada”.

¡Por Dios y por la Patria!


                                                                                           Hugo Reinaldo Abete
                                                                                         Ex Mayor E. A.