lunes, marzo 02, 2009

La desacralización de la familia católica

El BLOG
DEL BUEN AMOR
Un blog destinado a presentar y comentar
la Revelación divina acerca del amor humano:
primero según el designio del Creador en un principio,
luego caído y herido por el pecado original,
después santificado en el pueblo elegido
y por fin elevado a misterio grande
en el sacramento del matrimonio.

viernes 20 de febrero de 2009

PROCESO DE DESACRALIZACIÓN DE LA FAMILIA CATÓLICA (2)

LA DESACRALIZACIÓN DE LA FAMILIA CATÓLICA
EN LA RELIGIÓN DEL PROGRESO E IDOLATRÍA DEL HOMBRE
La religión irreligiosa y tres consecuencias funestas

Hemos visto lo que implica la visión religiosa del matrimonio según la revelación divina en el Antiguo y en el Nuevo Testamento. Y porqué el matrimonio es santo en aquél y sacramento en éste.

Veamos ahora cuál es la visión del matrimonio en la religión secularizada y desacralizada, es decir, valga el retruécano, en la religión irreligiosa. En la idolatría del hombre, que merece el nombre de idio-latría (= adoración de sí mismo) e ideo-latría (= ideo-logía criptorreligiosa).

Lo que esta visión propone es la desvinculación de los lazos esponsales de todo lazo con Dios; y en consecuencia, de todos los demás lazos de parentesco derivados de la alianza matrimonial.
Según esta visión, no tiene sustento objetivo afirmar que haya relaciones objetivas “entre los hombres y Dios”, ni se reconoce la existencia objetiva de un Dios “vincular y vinculador”.
La consecuencia es que todo lo relativo al matrimonio y la familia se reduce a vínculos interhumanos; que, perdido su sustento divino, objetivo, sobrehumano; esos vínculos son amenazados, erosionados, deteriorados, y a veces enteramente devorados por el remolino subjetivo de las pasiones incontroladas: del amor propio.
Sucede así que los vínculos de amistad matrimonial o de parentesco, son transmutados en vínculos de dependencia o de dominación.

CONSECUENCIAS
Tres funestas consecuencias
1ª La guerra entre los "dioses": el imperio de las relaciones de dominación, entre los esposos, en la familia y la sociedad
2ª La pérdida de identidad del individuo por la corrupción de sus vínculos familiares y sociales
3ª Las conductas adictivas, sucedáneas de la gratificación del amor del que se carece.
1. Una primera consecuencia es la guerra entre los dioses: La visión bíblica de la relación solidaria y fraterna entre creaturas, entre miembros del pueblo de la Alianza, - entre hermanos, por ser hijos de un mismo Dios Padre -, es suplantada por la dialéctica del amo y del esclavo. Y ésta invade todas las relaciones humanas, creando oposición entre sexos, edades, razas, clases sociales, ricos y pobres, naciones rivales, etc. etc. Se sustituyen los vínculos de amor, de comunión y de solidaridad, por grillos y cadenas que los hombres se sacuden de encima.
El hombre de la cultura “desacralizada”, - que sin embargo se ha re-sacralizado subrepticiamente a sí mismo comportándose como si fuera Dios -, por su exaltado amor propio, convierte inevitablemente la convivencia humana en una Teomaquia, es decir, en una guerra entre dioses; procede de y conduce inevitablemente a la rivalidad y a la guerra entre el hombre y la mujer, entre esposo y esposa. De allí se sigue la abolición de la familia, la lucha entre las razas, entre los pueblos y naciones: la irreconciliación universal, que sólo podría conjurarse si se aceptara la oferta de reconciliación con Dios en su Hijo[1].

Se asiste así a la progresiva disolución y desaparición de los vínculos libremente contraídos. La disminución de la libertad interior de los individuos, - por la que dejan de ser dueños de sí mismos, y los somete a pasiones cambiantes -, los torna incapaces de un compromiso fiel y duradero para toda la vida. Los hombres se van solitarizando y caen, - por vivir en un estado de indefensión que solamente podría brindarles una familia -, bajo todas las esclavitudes: sociales, políticas, económicas, culturales, pasionales, adictivas.

2. La pérdida de identidad del individuo
Otra consecuencia de la disolución del vínculo matrimonial por el divorcio - y de la confusión de los vínculos de afecto que acarrea la sobreposición de las alianzas maritales -, es causa de la pérdida de identidad de los individuos.
Antoine de Saint-Exupéry, intuyó y expresó poéticamente lo que afirma la antropología, cuando dijo “el hombre no es más que un nudo de relaciones”[2].

Recuerdo la pregunta de un niño pequeño a su mamá, cuando le explicaba el nuevo matrimonio de su padre: ¡Ah ¿entonces tengo dos mamás?!

Nuestra posición en el entrecruzamiento de una red de relaciones es fundamental para nuestra identidad: soy hijo de fulano y mengana, sobrino de tal y tal, nieto de tales, primo…
Los estudios antropológicos muestran que: “El sistema de parentesco hace que el sujeto reconozca su propia identidad simultáneamente al reconocimiento de su relación con otros. […] Para un sujeto humano, quién sea él es algo de lo que tiene noticia junto con y simultáneamente a las relaciones que mantiene con otros. […] Si el parentesco no formara un sistema [o si el sistema se fragmentara como sucede a causa de los divorcios y nuevos matrimonios] las piezas serían independientes entre sí, no tendrían relación unas con otras y el sujeto se vería a sí mismo, vería su propia identidad, como rota en trozos, incomunicables entre sí”[3].

3. Las adicciones
Estoy persuadido que en la esclavitud de las adicciones es posible ver el sucedáneo de la libre adhesión amorosa. Un placebo que ofrece el demonio a la ansiedad que suscita la carencia de amor y la incapacidad para amar. Las adicciones serían así un chupete para calmar la ansiedad, el hambre amorosa dentro de un sistema cultural en que los hombres han caído a la condición de abandónicos-abandonadores.

Al desvincularse de Dios, el hombre desacralizado funda una cultura de la desvinculación entre los hombres. Atomiza la familia y la sociedad.
Lo que venimos afirmando no son deducciones abstractas, sino relevamiento de datos y crónica de sucesos que rompen los ojos, y que quizás por eso mismo parecería que muchos eluden tomar en consideración para eximirse de una autocrítica que perjudicaría sus intereses.
La Sagrada Escritura, comenzando por el relato de la torre de Babel, contiene abundantes enseñanzas acerca de la destrucción y decadencia indefectible que destruye, uno tras otro, los imperios y las culturas vecinas del pueblo santo, debido, precisamente, a su desvinculación religiosa con el verdadero Dios y su culto a los ídolos y a la divinización de las fuerzas de la naturaleza, de la fecundidad de la tierra o de la esfera política

[1] 2ª Corintios 5, 18-20
[2] « Il est difficile d’exister. L’homme n’est qu’un noeud de relations, et voilà que mes liens ne valent pas grand-chose » en : Pilote de Guerre, Ed. Gallimard, Paris, 1942 Pág. 100
[3] Antonio Moreno, Sangre y Libertad. Sistemas de parentesco, diversidad cultural y modos de reconocimiento personal, Ed. Rialp - Universidad de Navarra1994, (Biblioteca del Instituto de Ciencias para la Familia nº 17) Citas en págs. 15-16
Publicado por
Padre Horacio Bojorge S.J. en 0:41 0 comentarios Enlaces a esta entrada

miércoles 18 de febrero de 2009

¡COME CI VOGLIAMO BENE NOI!
¡CUANTO NOS QUEREMOS NOSOTRAS!
BUEN AMOR DE MADRE E HIJA

Un testimonio de Teresa Viacava
Estuve cuidando a mis padres varios años seguidos, doce en total, de los cuales los últimos fueron más intensos a medida que necesitaron más ayuda. Mi papá murió dos años antes que ella. Él se valió siempre por si mismo, hasta el último día y con mucha lucidez. Ella tuvo una enfermedad que puede tener varios nombres, pero al fin, la dificultad es la misma, demencia senil, que se fue agudizando, llegando a ser al final como un bebé necesitado de todo cuidado. Siempre fue muy buena, de un corazón de oro, preocupada por el bien del otro, de su familia en primer término, ayudó a muchas personas haciéndoles trámites como obtener jubilación para dos personas discapacitadas, visitando enfermos, especialmente una enferma de artritis…
A pesar de que a veces yo perdí la paciencia, siempre me recibía con un gran abrazo y un beso a la tarde cuando regresaba para cuidarla Siempre me recibía con un gran cariño, y a medida que fue perdiendo la lucidez mental no perdió su bondad, ni su cariño, ni su necesidad de afecto. Desde que murió mi papá, de lo que –gracias a Dios- no se dio demasiada cuenta hasta el final fue perdiendo vitalidad y fuerzas y perdió la poca lucidez que tenía.
Los últimos tiempos, realmente parecía que ya no estaba con nosotros, la alimentábamos a través de un PEG, no hablaba, ni daba señales de nada, ni de entender algo, por eso la experiencia vivida por mi me llegó como algo inesperado, asombroso y como un lenguaje del Señor.
Desde el punto de vista de la siquiatría me dijo el Doctor que a veces estos enfermos tienen momentos de lucidez, si es así, afloró aquí lo mejor de ella, lo que siempre vivió, la profundidad del amor y Dios se sirvió de esto para hacerme llegar a mí, con un lenguaje que está más allá de las palabras, una enseñanza y una experiencia interior difícil de describir, llena de vida, verdad, esperanza, dulzura y para mí fue la mejor y más grande herencia que mi mamá me dejó , la que me acompaña y creo me acompañará siempre
He tratado de ponerle palabras, después de un tiempo, después de haber reflexionado sobre lo vivido, un don de Dios, un modo de hacerme comprender el amor humano y el amor divino


EN LA ESCUELA DEL MAESTRO
“Él nos amó primero” 1Jn 4,10
¡Come ci vogliamo bene noi! (Italiano) ¡Cómo nos queremos nosotros! (Castellano)
Hay frases y palabras que nos llegan con una vida diferente, nos impactan, nos interpelan y se nos meten dentro como algo vivo y operante. Esto pasa siempre con la Palabra de Dios que “hace lo que dice”. (ver Is 55,10-11). Pero a veces las palabras humanas también cobran vida y participan algo de esa realidad.
Necesito expresar lo que me pasó con esta frase que me llegó al corazón de una manera diferente y llena de vida.
Mi mamá me hizo el mayor y mejor regalo que una madre puede hacer a un hijo, darle lo más valioso que tenía. Quizás un mes antes de morir o más o menos, cuando ya no hablaba y no parecía tener contacto con lo de fuera porque no contestaba (Ya estaba así desde agosto, cuando fue la última internación) un día que la tenía sentada y apoyada a mí en la cama, porque no la vi con fuerza de llevarla a la sala a sentarse como siempre, me dijo en perfecto italiano y con toda claridad: ¡Come ci vogliamo bene noi! -¡Cómo nos queremos nosotros! Como una fuerte afirmación de dicha y plenitud.
Esta frase que dijo ella con mucha claridad, con pleno conocimiento, la pinta entera por su forma de amar, por su bondad y por su síntesis de expresión.
Recuerdo que en el primer momento me impactó fuertemente y me llamó la atención cómo una persona tan disminuida y que parecía que no captaba lo de alrededor y no hablaba ya, pudiese expresarse así. Además hace ver que nunca podemos saber del todo qué pasa con los enfermos que parece que no están “conectados” con la realidad. La medicina dice que lo último que pierden es la memoria afectiva.
Lo primero que me enseñó el Señor a través de esta frase no lo puedo olvidar y lo expresé entonces así:
“El Señor me enseñó a través de mi mamá una posibilidad de vida nueva. Ella se dejó amar por mí, no puso resistencia, se dejaba... aceptaba... confiaba... estaba segura... y se daba cuenta del cariño que le tenía. Lo expresó en esa frase tan simple, pero tan llena de vida y significado, que agradezco a ella y a Dios el regalo inmenso recibido. Él recibió mi amor a través de ella y también a través de ella me dio esta luz, me habló a través de ella.
Tan simple y sencilla luz que cambia la vida, dejarse amar por el Señor, dejarle hacer a Él, confiar, aceptar, estar seguros de su amor y saber darse cuenta que nos ama siempre, que toda nuestra vida está en sus manos, no oponer resistencia. Dejarlo a Él que tome la iniciativa.”
Todavía resuena en mi interior como si me lo dijera ahora, como si fuera un presente sin acabarse, tiene algo de eterno, de estar fuera del tiempo, tiene algo de Dios. Hoy sigue teniendo vida para mí, perdura más allá de la muerte, como si perteneciera a aquellas cosas que son “de una vez para siempre”. Me llama la atención porque no es un recuerdo simplemente, es como una experiencia actual, presencia viva, llena de paz, me hace pensar que son palabras de ella ciertamente, pero creo que también puedo tomarla como dicha por Dios mismo a través de ella, siendo instrumento en sus manos. Muchas veces mi amor también fue desde ella al Señor. Me habla del amor del Padre, que ama por encima de todo y también perdona y olvida las debilidades, las flaquezas humanas, nuestros cansancios en el amor y el amor de una madre participa de todo esto.
A medida que pasa el tiempo voy viendo que es un mensaje de Dios para mí y que encierra muchos significados.
Pienso que me llegó con una repercusión eterna porque “el Amor viene de Dios” y expresa en esta vida el lenguaje mismo de Dios, el único lenguaje que llega al corazón del hombre como un anticipo de vida eterna, con una fuerza especial, con un sabor de eternidad, lleno de luz y felicidad.
El haber probado aunque sea una vez, - y con los límites propios del tiempo y de la realidad humana -, esa vida de amor que hace salir de sí mismo y buscar el bien del otro puede ayudarnos a comprender más esta expresión.
El amor no muere, es eterno. Por el amor me introduce en el cielo con ella porque me tendrá presente. Por el amor se queda conmigo en la tierra, en esa cercanía de su presencia amorosa. Sólo el amor es lo definitivo. Por el amor está en Dios y Dios en ella. El amor no acaba con la muerte, perdura para siempre, es el modo de seguir unidos en el tiempo y en la eternidad. Hay una parte de mí que está con ella, hay una parte de ella que está conmigo.
El lenguaje del cielo es el amor, debería ser también el lenguaje de la tierra.
El único idioma del cielo es el amor, lo único que perdurará siempre. Estamos llamados a aprender a vivir el amor ya aquí en la tierra para adelantar así la vida venidera, para hacer ya aquí una experiencia de cielo. Por el amor vivimos en el cielo y por el amor podemos introducir el cielo en la tierra que es lo que nos asemeja y hace cercanos a Dios que ama infinitamente, siempre, eternamente. Si todos pudiéramos decirnos el uno al otro: “Cómo nos queremos nosotros” esta tierra sería ya un anticipo de la vida definitiva. Así es el amor, un movimiento recíproco de entrega que plenifica, hace vivir aquello de que “el alma más está en lo que ama que en lo que anima”.
El verdadero amor toma la iniciativa, ama primero y puede no ser correspondido; el que ama deja en libertad al otro, así es el amor de Dios, pero el amor tiende a responder al que ama primero.
El amor nos relaciona, nos une y nos hace sentir plenos, para eso es que hemos nacido, amar y ser amados, esta experiencia es mutua y es el único modo de aprender la vida divina.
Este es el lenguaje de la Trinidad, es el lenguaje de la Sagrada Familia, el lenguaje de los santos, es el lenguaje de Cristo al encarnarse ¡Mirad qué amor nos tiene el Padre...! 1Jn 3,1 y debería llegar a ser el lenguaje de la humanidad entera. Es el único lenguaje del más allá, esa forma de hablar que nunca acaba, que sacia dando más sed. En 1 Cor 13 está el compendio perfecto del amor y pienso que también es un poco la traducción con palabras humanas de algo de la vivencia de Pablo, de aquellas palabras que no supo expresar sobre su experiencia del cielo y que al ser una profunda vivencia interior no se puede traducir. Es como querer expresar la belleza de los colores a un ciego, o el aroma y fragancia de una hermosa rosa a quien está privado del olfato y de la visión.
El amor da vida. El amor no solamente es el gozo de los que se aman y acaba allí, sino que tiene repercusiones en la vida de la Iglesia, engendra vida dónde y cómo Dios quiere para el “bien de los que aman a Dios” (Cf Rom 8,28)
Las mismas palabras pueden decirse a Dios como oración y también pueden decirse a los hermanos como expresión de nuestra entrega, dedicación y amor verdadero, querer el bien del otro! El lenguaje del amor no necesita muchas palabras, es entrega, donación, olvido de sí.
Es la sabiduría de haber llegado a lo único necesario, a lo que más valor tiene.
Es experiencia del no tiempo.
Ella lo dijo como expresión de plenitud, de gozo, felicidad, de cercanía con otro, de confianza, de sentirse acompañada, de experiencia sabrosa, de la mayor riqueza que puede dar y recibir una persona.
Hay cosas que sólo el amor puede mover a hacer, como la madre que entrega su vida por el hijo o como S. Maximiliano Kolbe, que se puso en lugar de otro. Sólo el amor a Dios, que pasa a través de esa persona –como instrumento dócil en sus manos- puede llegar a esta entrega, como la entrega total de Cristo al Padre, y ambos pueden decir “Cómo nos queremos nosotros”
También es un llamado a vivir de otra manera el amor, poder decir a Dios y a los hermanos la misma frase: ¡Cómo nos queremos nosotros!
Esta frase maravillosa, síntesis de una vivencia interior profunda, cálida y gozosa, capaz de dar y recibir, me sirve para animarme, darme una visión nueva de la riqueza del amor, me llena de alegría y me ayuda en lo concreto de la vida de cada día y al repetirla siento que tiene vida, que tiene tesoros escondidos que voy descubriendo a medida que la vivo y la traigo a la memoria. El Señor me da una luz nueva a través de estas palabras y me va enseñando poco a poco muchas cosas.
A partir de este gran acontecimiento –vivido tan intensamente- el Señor quiso que empezara a ver más claro cuándo y de qué manera me habla. En varias ocasiones había experimentado que llegaba a mí “a través de” lecturas, encontraba libros que contestaban mis inquietudes personales, pequeñas cosas, signos sensibles, sencillos, imágenes, estampas, frases. De un tiempo a esta parte parece que este modo de suceder las cosas se hace más seguido, más claro, voy entendiendo más que “es el Señor” que se hace presente a través de instrumentos muy simples, y el diálogo es más factible.
Esto me hace pensar que el Señor tiene una forma personal de llegar a cada uno, que quiere entablar un diálogo con sus creaturas, aunque no seamos capaces comprender al comienzo, nos va capacitando de a poco para entender, nos quiere enseñar, acercar a Él, quiere que experimentemos su amor y también espera nuestra respuesta libre.
La iniciativa la tiene Él, la manera que elige para comunicarse también está en sus manos, el tiempo y el modo cómo nos damos cuenta también. Generalmente se necesita mucho tiempo para comprender esto porque solos tampoco podemos. En general no nos capacitan para esto, nadie habla explícitamente de estas posibilidades, diría “casi sacramentales”, o por lo menos yo no lo recuerdo. Es muy importante caer en la cuenta y estar atento a cómo quiere el Señor llegar personalmente a cada uno.
La reiteración del modo cómo quiere llegar a nosotros nos hace abrir los ojos, llama la atención la repetición de un modo determinado que nos suceden cosas que nos hacen pensar, o nos asombran, a veces ciertas “casualidades” y al fin caemos en la cuenta que todo eso forma parte de un diálogo.
Entendemos también mejor lo vivido anteriormente, como que todo forma parte de una unidad, muchas cosas adquieren sentido, si se lee la propia historia teniendo en cuenta estos elementos.
Primero es como una luz muy suave que anuncia algo y después se va haciendo más luminosa e ilumina nuestra vida, como que se abre una ventana, se experimenta algo por dentro que no se puede definir del todo, quizás como un llamado de atención que nos hace detener y reflexionar, un pequeño acontecimiento que nos asombra, algo de lo que vivimos tiene una connotación especial, el sentido interior nos dice que tengamos en cuenta eso que nos sucede, caemos en la cuenta entonces que lo que acontece tiene un mensaje escondido para nosotros, es una “frase” que nos quiere decir el Señor. En el lenguaje de San Ignacio diría que tiene la connotación de una consolación.
Estas luces se dan cuando el Señor quiere, aunque a veces uno lo comprenda cuando ya pasó y entonces reflexiona sobre el acontecimiento vivido. No encuentro mejor comparación que la frase de los de Emaús: “¿no ardía acaso nuestro corazón...?”
Suele suceder que todo esto se nos pasa por alto debido a nuestra propia debilidad o porque estamos llenos de preocupaciones o enfrascados en nuestras cosas, o con mucho ruido interior por desatención, no reflexionamos sobre lo que nos acontece, no tenemos capacidad de leer con más fe lo que nos pasa.


¿Cuándo será la próxima ocasión? ¿El tiempo favorable?
Reconozco que en mi vida hay un antes y un después de este hecho. No puedo dejar de tenerlo presente como así tampoco la riqueza de su contenido, de la manera que el Señor me lo hizo entender hasta ahora, con sus luces y sus exigencias.
¡Cómo nos queremos nosotros!
Es el lenguaje del amor eterno, el lenguaje de la eternidad. El amor humano busca la vida, quisiera dar vida para siempre al amado, vivir siempre el amor, cuánto más Dios, que es Amor, quiere hacernos partícipes de su vida sin fin, que seamos felices en su Reino donde la vida, la verdad, el amor ya son bienes definitivos porque Él es la Vida, la Verdad, el Amor. Él que dijo “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida” ya será nuestra meta para siempre.
Espero pueda ayudar a otros a trabajar con enfermos con esperanza y con la certeza que es el Señor que recibe nuestra entrega y que nuestro amor llega al enfermo y a Él y también a través del enfermo nos entrega su amor y su gracia.

Teresa Viacava