miércoles, enero 10, 2007

Conspiración

A tenor de los reportajes que van haciéndoles a los testigos supérstites, el proceso que lleva el juez Norberto Oyarbide para asignar culpabilidades por los crímenes de la Triple A, entre 1973 y 1976, está llamado a inocentar a Juan Perón, y a remachar la leyenda del "brujo" López Rega que lo habría sometido, mediante filtros mágicos y ritos esotéricos, dominando así su voluntad para apoderarse de las decisiones del Estado, en sacrílego connubio con Isabel Martínez, y todo al servicio de la CIA norteamericana.
Grave, porque la Justicia validaría una versión conspirativa de la historia, como las que pretenden que el taumaturgo Orbiger dominaba a Hitler; que los judíos se compraron a Roosevelt desencadenando en Alemania la diametral persecución antisemita, epilogada con la II Guerra; que Churchill era un pelele de Lord Beaverbrook, el zar inglés de la prensa quien le dictaba sus proyectos y le hizo escribir los libros de memorias; que De Gaulle era una marioneta de Pompidou quien a su vez lo fue de la familia Rotchschild...
En realidad, López Rega era sólo un fámulo, y no habría hecho nada sin la orden de Perón.
Lo que ocurrió luego es que todos los "demócratas", aspirantes, tras 1983, a los votos peronistas, adhirieron a la tesis conspirativa, santificando a Perón, y cargando toda la culpa sobre el mucamo...