lunes, enero 21, 2013

Sé que me la juego por escribir esto

Actualizado 15 enero 2013 Sé que me la juego por escribir esto
Estoy por declararme en huelga de escritura.
La tinta se pone más de luto que de ordinario.
No escribe: se desangra. La tristeza
y el temblor apenas me dejan enhebrar palabras
con un mínimo de aliento y de soltura.

Una millonada de abortos anuales
no me dejan respirar con normalidad la brisa,
y envenenan la esperanza de cualquiera.
Una Segunda Guerra Mundial cada año. Un exterminio
estalinista cada año. O nazi o camboyano o…

Las tinieblas se extienden por las almas
(cuesta creer que todavía siga siendo azul
el cielo cada mañana),
y esa negrura cala en la tierra, y en las avenidas.

Y en esta noche oscura de la Humanidad
contemplo las estrellas con más ahínco
y advierto las lágrimas de Dios.
La vida mutilada, asesinada sin paliativos.

Nuestra civilización, tal y como la conocemos,
agoniza, niño a niño, miembro a miembro.
El corazón del hombre planifica la muerte,
pero ya ni siquiera es por odio. Es obsceno negocio
camuflado en un millón de trápalas y eufemismos.

Y morimos todos con esas criaturas
descuartizadas como animales,
con el alma abierta en canal. Tiran sus vidas
-la Vida- a la basura, como si nada,
como si fueran una mixtura apócrifa. Sin opciones.
Muerte o muerte. Matacía. Demencia. Sacrilegio. Malicia.

Pero ese dolor puede hacer estallar la justicia divina.
Ríanse de Sodoma y de la decadencia de Roma.
Esto se acaba, no puede durar mucho
como sigamos así, por este camino que es abismo.

El mundo, tal y como lo conocemos, se marchita,
se agusana, se pudre
en irracional desenfreno y bestialidad
(cuesta imaginar el renacimiento del hombre).

Huérfano de Dios
la desnutrición espiritual conlleva
una evidente sinrazón y postrimería,
una herida purulenta, una deshumanización
de la que el aborto es el exponente más suicida.