martes, junio 26, 2012

LaNueva.com - Las últimas horas del "Sheffield"

Volver a la portada de LaNueva.com



Las últimas horas del "Sheffield"

El "Sheffield" fue el destinatario del primer lanzamiento, pero no de la primera misión que cumplieron los Super Etendard. La primera se realizó en la mañana del 1 de mayo, cuando las aeronaves argentinas recibieron la orden de atacar. Tanto la Fuerza Aérea como nosotros iniciamos el ataque.

El Comando de la Aviación Naval ordenó la salida de los cuatro aviones que teníamos, con cuatro de los cinco misiles existentes para lanzar ese mismo día. Sin embargo, primero por una falla logística y, luego, por falta de tanque de reaprovisionamiento, porque teníamos solo dos aviones tanque y también los usaba la Fuerza Aérea, no pudimos hacer el otro vuelo.

El primero salió pero tuvo que volver por una falla de combustible. El segundo no salió por falta de tanque de reaprovisionamiento.

El 2 y el 3 de mayo tuvimos un alerta; y el 4 a la mañana nos informaron que había sido detectado un eco todavía indeterminado por un Neptune que había salido muy temprano, y nos ordenaron despegar.

Ibamos el capitán de corbeta Bedacarratz y yo, como numeral. Despegamos a las 9 y cumplimos exactamente lo que habíamos previsto durante toda la fase de adiestramiento. (Mayora)

--Con una diferencia. Que no era lo mismo. ¿Qué pensaban mientras se dirigían en busca del blanco?

--Lo que yo sentía era temor a hacer algo mal. Habíamos practicado tanto que después de habernos ejercitado durante años para llegar a eso, yo tenía miedo de equivocarme.

--No miedo a la muerte.

--Sí, obviamente. Como todo ser humano, uno quiere vivir, pero había que pasar ese momento. De todos modos tenía más miedo a equivocarme, a no cumplir con lo que debía hacer.

Salimos nerviosos. Nos reunimos con el avión tanque de la Fuerza Aérea y realizamos el reaprovisionamiento en vuelo.

Desde el momento en que despegamos hasta que hicimos el primer contacto con los buques ingleses, no intercambiamos ninguna palabra entre los dos aviones. Nos habíamos impuesto un silencio radiotelefónico estricto.

Habíamos empezado el adiestramiento dividiéndonos por parejas. Nos conocíamos mucho. No era necesario hablar. Cada uno sabía perfectamente qué iba a hacer el otro.

Después de reaprovisionarnos cumplimos todas las secuencias que hay que seguir para lanzar un Exocet, que es bastante complicado.

--¿A qué altura volaban?

--Con el avión tanque nos reunimos en altura, hicimos un perfi l de aproximación a la fuerza y luego descendimos a unos 30 metros.

--¿Es riesgoso volar a esa altura?

--Es una maniobra más complicada que otras. Pero es todo cuestión de adiestramiento. Recibimos la información del Neptune, introdujimos los datos en nuestro sistema de navegación, en el cual se puede poner un punto inercial, un punto geográfico en medio del mar. Se los introduce en la computadora del avión y se obtienen todos los datos como para poder llegar a ese punto.

Realizada esa inserción, comparamos los datos, ya que nos habían dado dos blancos, uno más chico y otro más grande. Tenían poca diferencia en distancia y también en azimut, y decidimos ir al grande.

Hicimos un pequeño cambio de rumbo para acercarnos al punto elegido y cumplimos con la táctica que habíamos practicado. Nos elevamos un poquito. Emitimos. No tuvimos ningún tipo de contacto, volvimos al vuelo rasante, nos acercamos una milla más y volvimos a ascender.

En ese momento tuvimos una detección. El capitán Bedacarratz encontró dos ecos. Uno en la proa, más chiquito y otro, más grande, unos veinte grados abierto por derecha.

Yo no vi el de la proa. Vi el de la derecha. Y pude observar tres ecos. Uno grande con dos chiquitos al costado.

En el radar no se pueden distinguir formas ni colores, ni nombres ni nada por el estilo. Sólo se determina una marquita que puede ser una isla, un buque o algo que refracte la energía electromagnética emitida.

Uno se dirige a ese punto, que reconoce como enemigo, gracias a que ellos también emiten. Si de esa fuente sale una emisión es señal de que hay alguien adentro. Por la características de los radares supimos que era un buque enemigo.

Cumplimos las fases de aproximación, a través de la computadora pasamos los datos al misil y, cuando entramos en la distancia de lanzamiento, hicimos un giro por derecha, con lo que quedamos un poco adelantados.

Las condiciones meteorológicas eran muy malas; había 200 metros desde el agua al tope de las nubes y apenas unos 2.000 metros de visibilidad. El capitán Bedacarratz en determinado momento entró en un chubasco y yo no lo vi. En ese instante, lanzó su misil.

Cuando salí del chubasco vi el lanzamiento del misil y le pregunté: "¿Lanzó?". El me respondió: "Sí, ya lancé". Entonces yo lancé el mío.

"Todo piloto está acostumbrado a que cada vez que aprieta un botón salen los cañones, los cohetes o las bombas. En cambio en el Exocet hay un tiempo de retardo. Se aprieta el botón y, hasta que sale, transcurren dos segundos.

Como uno está automatizado y cree que el lanzamiento es instantáneo, esos dos segundos se le hacen eternos. Además, era nuestro primer lanzamiento y salió bien. (Arca)