martes, julio 27, 2010

Editorial

“No Hay Mal Que Por Bien No Venga”

Hace unos días muchos, varones y mujeres junto a sus hijos marcharon hacia la Plaza de los dos Congresos para manifestar a favor de la familia. Manifestación masiva aunque no estaban todos los que debían estar, algunos prefirieron celebrar el cumpleaños de algún vicario parroquial, incitados por su Párroco. Otros prefirieron no dar testimonio para no molestar y otros tantos, quizás mal formados, entendían que defender a la familia contra los ataques que a ella se le hacen al establecer leyes contra su propia naturaleza no nos corresponde.

Hubo también muchos que, como nosotros, entienden que a la familia la constituye naturalmente la unión para toda la vida del varón y la mujer en vistas al bien de los esposos, a la colaboración activa en la obra creadora de Dios por medio de los hijos y en la educación de la prole, sin embargo aunque deseaban con todas sus ansias estar en aquella plaza, las distancias, las obligaciones de estado, la edad avanzada o la enfermedad fueron los motivos mas que justificados para que no estuvieran, sin embargo ellos acompañaron con la oración. A estos gracias, a los otros los repudiamos.

Manifestación de fe, aunque quizás tardía pues somos muchos a los que nos sorprendimos ahora de los males que están ocurriendo en la Patria, cuando hace mucho que vienen inoculando el veneno en la célula básica de la sociedad.

Aquel día habíamos algunos que caminando o culminando nuestra cuarta década de vida recordábamos cuando en 1986 marchamos en Plaza de Mayo en defensa de la Familia frente a la ley de divorcio, y al recordar aquello dábamos gracias porque allí éramos adolescentes y hoy permanecíamos fieles a pesar de los intentos desde la educación y los medios de hacernos caer en la trampa.

Éramos bastantes en aquella fría noche, pero no lo somos siempre porque es de nobleza recordar a aquellos pocos seglares que vienen trabajando hace muchos años en defensa de la familia y la vida y lo hacen en la soledad, algún sacerdote y quizás algún Obispo los ayuda, pero lo cierto que no están todos los pastores que deberían estar y hablando como deberían hablar, ni cuentan con todo el apoyo que los seglares deberíamos darle.

Es cierto, y vaya a saber porque razón, que en los días previos al 13 de julio hubo manifestaciones inesperadas de algún prelado con términos que, saliéndose de su estilo, parecieron católicos. Cierto es también que muchos de sus párrocos, vicarios y capellanes leyeron la dichosa carta, aunque luego predicaban en contra de la marcha. Ellos también estaban sorprendidos por los términos que se usaron. Hoy se pelean para decir que nadie es el culpable de la publicación.

Pero muchos fuimos a la marcha dimos el testimonio y nos fuimos, otros hicieron una pequeña resistencia el día 14 de julio y les valió huevasos y palos de parte de los invertidos. Benditos palos y Benditos huevos! Que los confirmaron en su fe, malditos los que nos fuimos, cuando debimos quedarnos como pueblo fiel, como columna de Verdad, en medio de tanta mentira y pecado.

Llegó el día elegido, el día en que se conmemora la Revolución de las tres mentiras y vinieron los discursos mas no el debate. La perversión democrática se vio en todo su esplendor. El discurso de que la mayoría tiene razón era incongruente por lo que apareció la figura de los derechos de la minoría que nos obligarán a enseñarle a nuestros hijos lo que ellos quieran. Desaparecieron los senadores y la ley inicua fue proclamada.

Si el 13 había algo de esperanza se desmoronaba y frente al avasallamiento demoniocrático nos quedábamos con la amarga sensación de la impotencia.

Impotencia que no es tal, debemos decirlo, porque no es que no podemos sino que no queremos hacer lo que podemos. Pues claramente es habernos callado durante años, haber dialogado con el error, haber silenciado la verdad y aceptado la mentira, hasta hemos abandonado la oración.

Entre los que no son católicos son mas los que piensan como nosotros que los que piensan en contra, pero nosotros nos callamos y dejamos que los medios hicieran el trabajo de evangelización, claro que no evangelizaban con la Buena Noticia de Cristo sino con el engaño del Padre de la mentira.

No hay mal que por bien no venga, dice el dicho popular y es así porque si Dios permite un mal seguro es para un bien mayor. Debemos entonces darnos cuenta que ya no hay tiempo, ni alguna vez lo hubo, para no convertirnos al Evangelio y hacernos sus heraldos.

Querido lector, en esta trágica hora de la Patria, que nos ha tocado en gracia vivir debemos saber que: no podemos simplemente ser buenos, debemos ser santos; no podemos ser mediocres debemos ser héroes; no podemos ser cobardes debemos ser mártires.

Supla la gracia la deficiencia de la pluma

Marcelo Eduardo Grecco

Director

Versailles, junto a la Virgen de la Salud,

26 de julio de 2010

Fiesta de San Joaquín y Santa Ana