viernes, agosto 29, 2008

Descontrol

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Descontrol

     Pretender que el INTI vaya a controlar el uso de todos los precursores químicos que también se aplican a fabricar narcóticos es una promesa demasiado liviana. Equivale a creer que el INTA puede controlar el uso de pesticidas en los campos. Ambos son oficinas de registro que se limitan a recibir planillas. Más crudamente: no existe, hoy, un cuerpo de inspectores capaz de fiscalizar el tráfico de elementos químicos, porque en la Argentina, simplemente, se han eliminado los cuerpos de inspectores. Ocurrió en estos últimos años de la "democracia" al comprobarse que los inspectores nombrados por los políticos, son generalmente "coimeros".
     Se requeriría que el Estado monopolice por sí mismo la compra y venta de precursores químicos, o fármacos que acceden a la fabricación de droga (como ya hace con la harina), pues estamos frente a una --o varias-- organización delictiva extranjera que, aprovechando la lenidad argentina, usa al país como base para su industria criminal, y hasta ha creado una justicia propia, encargada de vengar con la muerte las indisciplinas de sus maleantes.
     Los grupos investigados que giraban en torno de Sebastián Forza, eran proveedores del Estado, adherían al PAMI y habían contribuido a financiar la campaña presidencial de Cristina Kirchner.
     Y, mientras tanto, en el Congreso discuten la confiscación de Aerolíneas. Ayer los aviones no podían despegar del Aeroparque porteño, no por el deterioro de las máquinas ni por la indisciplina sindical de los operadores, sino porque en las inmediaciones del campo se han instalado varias FM clandestinas, que interfieren con el instrumental y que no es posible erradicar porque no hay inspectores del COMFER aptos para reconocer la zona y detectarlas, como sucede en cualquier ciudad mediana del mundo. Nadie controla nada.
     La lucha más trágica, o quizá la más emblemática, es la del señor Mauricio Macri, que cada día descubre un nuevo negocio ilegal en la ciudad de Buenos Aires. Antes, llegó a establecer que algunos directivos del Jardín Botánico alquilaba esa romántica arboleda para rodar escenas de películas y proporcionaba tumbas entre las flores a los muertos de buen gusto. Pagando, claro.
     Ahora descubrió que la pavimentadora del municipio, también contrataba trabajos para particulares, es decir que se habían "privatizado" espontáneamente, pero sin dejar de cobrar los sueldos oficiales. Es cierto, vivimos en una "cleptocracia". Lo grave es que en una sociedad tal, todos sacan lo que pueden pero nadie pone. Ninguna civilización surgió entre los piratas de Tortuga.