lunes, febrero 11, 2013

Ante la renuncia de Benedicto XVI

Cuando hoy nos despertábamos estaban describiendo la forma para elegir un nuevo Papa, nos sorprendió pero pensamos en las habituales especulaciones a la que nos tienen acostumbrados los medios… pero no, el Papa había renunciado y lo había hecho porque no se ve con las fuerzas necesarias para conducir, para guiar, para pastorear la Iglesia. Quizás no se sienta con fuerzas para sostener el timón de una barca que está siendo atacada de afuera y de adentro; una barca que, como él mismo dijo siendo cardenal, está haciendo agua por muchos lados.
Benedicto XVI dejo en estos años una Iglesia en camino a sus raíces, el año de la fe una oportunidad única para repensar si estamos en la Iglesia, porque creemos con ella o si estamos fuera porque hemos hecho nuestra propia religión, muchos Obispos, Sacerdotes y laicos lo están, algunos con conciencia, otros sin ella y otros para seguir a quienes no se atreven a enfrentar. Muchos de ellos que están fuera estarán celebrando, festejando, felices porque el Papa ha renunciado. En el mediocre episcopado argentino deben estar felices y deseando que el nuevo Papa sea por lo menos tan mediocre como ellos, pero muchos desean un Pontífice enemigo de Cristo y de la Iglesia, que cambie lo que Dios ha instituido en el orden natural, muchos quisieran que el nuevo Papa guiñe el ojo a la cultura de la muerte, para no tener que enfrentarse a quienes pregonan las uniones antinaturales, el aborto, la fecundación egoísta en tubos de ensayos, la caducidad del vinculo matrimonial, etc., etc.….
Hoy hay en mi corazón, como en muchos, nace la incertidumbre: ¿Quién será el nuevo Papa? ¿Será fiel? ¿Será infiel? ¿Podrá tomar las medidas que  necesita la Iglesia? Sin embargo por esa fe, que tenemos y que este año estamos tratando de fortalecer, sabemos que el Espíritu Santo gobierna la Iglesia y a él encomendamos a los cardenales que deberán elegir al nuevo Papa.
Por otro lado nos sentimos llamados especialmente a vivir una cuaresma más penitente que nunca, más orante que nunca, porque la Iglesia necesita nuestros sacrificios, nuestras oraciones. Por momentos me pregunto: ¿A Benedicto XVI le habrán faltado fuerzas, por nuestra falta de oraciones?
Sobran ya las palabras, ahora queda el servicio a la Iglesia en la Oración, la mortificación, el sacrificio….
Gracias Benedicto XVI!!
Viva la Iglesia!!!

Marcelo Grecco
Director
Revista el Caballero de Nuestra Señora



Queridísimos hermanos,
Os he convocado a este Consistorio, no sólo para las tres causas de canonización, sino también para comunicaros una decisión de gran importancia para la vida de la Iglesia. Después de haber examinado ante Dios reiteradamente mi conciencia, he llegado a la certeza de que, por la edad avanzada, ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino. Soy muy consciente de que este ministerio, por su naturaleza espiritual, debe ser llevado a cabo no únicamente con obras y palabras, sino también y en no menor grado sufriendo y rezando. Sin embargo, en el mundo de hoy, sujeto a rápidas transformaciones y sacudido por cuestiones de gran relieve para la vida de la fe, para gobernar la barca de san Pedro y anunciar el Evangelio, es necesario también el vigor tanto del cuerpo como del espíritu, vigor que, en los últimos meses, ha disminuido en mí de tal forma que he de reconocer mi incapacidad para ejercer bien el ministerio que me fue encomendado. Por esto, siendo muy consciente de la seriedad de este acto, con plena libertad, declaro que renuncio al ministerio de Obispo de Roma, Sucesor de San Pedro, que me fue confiado por medio de los Cardenales el 19 de abril de 2005, de forma que, desde el 28 de febrero de 2013, a las 20.00 horas, la sede de Roma, la sede de San Pedro, quedará vacante y deberá ser convocado, por medio de quien tiene competencias, el cónclave para la elección del nuevo Sumo Pontífice.
Queridísimos hermanos, os doy las gracias de corazón por todo el amor y el trabajo con que habéis llevado junto a mí el peso de mi ministerio, y pido perdón por todos mis defectos. Ahora, confiamos la Iglesia al cuidado de su Sumo Pastor, Nuestro Señor Jesucristo, y suplicamos a María, su Santa Madre, que asista con su materna bondad a los Padres Cardenales al elegir el nuevo Sumo Pontífice. Por lo que a mi respecta, también en el futuro, quisiera servir de todo corazón a la Santa Iglesia de Dios con una vida dedicada a la plegaria.
Vaticano, 10 de febrero 2013.