domingo, julio 29, 2012

Carta de la Presidenta al autor de esta columna

Por Carlos M. Reymundo Roberts  | LA NACION
No puedo más que agradecerle a Cristina la carta que me mandó desde Bolivia. Se ve que estaba aburrida, porque no me la imagino sentándose a escribir en medio de un viaje oficial al exterior. Quizá la ciudad de Cochabamba no le despierte el apetito fashion de París o Nueva York como para ir de compras. En cualquier caso, haber puesto distancia le permitió tener una visión aún más certera del país. La Cristina que aparece en estas líneas conjuga los altos intereses de un jefe de Estado, como cuando confía lo que extraña la cadena nacional, con las obsesiones propias de una madre: revela que Máximo no le perdona haber pesificado 3 millones de dólares justo antes de la nueva corrida.
Por supuesto, reproduzco la carta con su autorización. "Nunca me interesaron los medios, sino los fines", me explicó. No sé si entiendo la frase, pero tiene música. En realidad, todo el texto tiene la musicalidad de lo irreprochable. Es como cuando habla: lo que dice suena bien. Por mi parte, me despido hasta el sábado. Los dejo con ella.
"Roberts, he venido a Bolivia a discutir el precio del gas que nos venden. Evo es un amigo y un aliado, pero con el gas se zarpa. ¡Nos están matando! También quiero desmentir el presunto aislamiento internacional de la Argentina. Cuando mi foto con Evo dé la vuelta al mundo, los grandes centros de poder temblarán. El eje Buenos Aires-La Paz se alza como una voz ineludible en el seno de las naciones. ¿Aislados? Les recuerdo que estuve en Angola y que me invitaron a Azerbaiján. Moreno me dice que el futuro está ahí. Que Obama y la Merkel no existen. Es verdad: estuve con los dos y no entendieron nada de lo que les expliqué.
"Con Evo hablamos de todo eso y de sus encuentros con Ahmadinejad: me contó que tuvieron charlas interesantísimas sobre democracia y derechos humanos. Ahmadinejad también fue a Venezuela y Cuba. Sospecho que se candidatea para el Nobel de la Paz.
"Por supuesto, estoy informada de todo lo que pasa en nuestro país. Basta que me vaya para que aparezcan los problemas. Por ejemplo, en Santa Cruz. Ya sé que había dicho que nunca más iba a mandar un gendarme a las provincias, pero entendeme: acababa de pesificar ahí mis tres palos y los bancos estaban sin custodia. Máximo me dijo: «Ya perdimos un dineral habiendo cambiado antes de la corrida. O mandás seguridad o me paso las 24 horas jugando a la play».
"En Buenos Aires la cosa está más fácil: ordené que le dieran 600 millones a Scioli para que pudiera pagar el aguinaldo. Lo hice, por supuesto, después de verlo de rodillas y pidiendo perdón. Había 500.000 empleados públicos sin cobrar, y eso me preocupaba: ¡se nos estaba cayendo el consumo! Pero la economía siempre debe estar supeditada a la política. Era Scioli el que, con sus aspiraciones presidenciales, tenía secuestrado el aguinaldo. Me encantó que Mariotto lo haya comparado con De la Rúa. Es como decirle que siempre tenga listo el helicóptero.
"Habrás visto que se anunció la reducción de servicios de trenes del Sarmiento cuando yo estaba acá. Lo hicieron para preservarme de la mala noticia, pero fue un error. Era un gran anuncio: cuanto menos circulen, menos posibilidad hay de accidentes. También es buena la suba del boleto de colectivo: a la gente le ofendía pagar esa miseria.
"La que llamó desesperada fue Garré: dice que no puede bajar la inseguridad. Le di tips básicos para encarar este tema: le dije que hablara de las responsabilidades. En la Capital, Macri, y en Buenos Aires, Scioli. Me agradeció mucho. Yo la quiero, pero todavía está un poco verde: no termina de entender el valor del relato.
"A propósito, leí que Moyano me criticó por haber bailado con una comparsa en Tecnópolis mientras miles de personas marchaban para reclamar contra la ola de delitos. Pobre Moyano, un camionero con luces tan cortas. Tecnópolis es el futuro, y el futuro de esta Argentina que yo conduzco nos encontrará bailando y cantando de felicidad. Además, es lógico que la gente proteste cuando es víctima de la inseguridad. Yo, por suerte (¡toco madera!), no puedo quejarme.
"Me corrijo: sí puedo quejarme. Llevo tres días sin cadena nacional. He mandado a averiguar si esas marchas no son de gente que extraña mis mensajes. Reconozco que soy adictiva: los argentinos ya no pueden vivir sin mi aleteo gallináceo de Angola, sin mi coreografía en Tecnópolis, sin mi entonación del jingle 'Ay Teresa/ ay Teresa/cómo me gustan tus milanesas' que tanta gracia causó el otro día en un discurso en la Casa Rosada. Los argentinos gozan cuando promociono muñequitos con la imagen mía y la de Néstor a 65 pesos o cuando les revelo los efectos afrodisíacos de la carne de cerdo. ¡Me he vuelto insustituible!
"Es que soy la alegría, el desparpajo, la espontaneidad. Soy buenas noticias. Soy anuncios, promesas e inauguraciones. Soy inauguraciones de cosas ya inauguradas. Soy inversiones. Soy las mismas inversiones tiempo después. Soy Planes para Todos que antes no se le ocurrieron a nadie. No soy pálidas: inflación, inseguridad, dólar paralelo. Soy conferencia sin prensa. Soy Cristina. Fui Néstor. Ahora sólo soy Cristina. Soy el argentino un poquitín soberbio, pícaro, mandón e intolerante que todos llevamos adentro. Soy la imagen de la República. Yo soy la República.
"Adiós. Me está llamando Evo. No va a aflojar con el gas, pero ya me aseguré la foto.".