martes, enero 19, 2010

Benedicto XVI pidió que se sanen las heridas del antisemitismo


Diario LA NACION

Cultura 

Benedicto XVI pidió que se sanen las heridas del antisemitismo

El Papa visitó ayer el mayor templo judío en Roma, como otra muestra de reconciliación

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Benedicto XVI pidió que se sanen las heridas del antisemitismoBenedicto XVI y Riccardo di Segni se saludan; es la tercera sinagoga que visita el Papa desde 2005 Foto: Reuters

Elisabetta Piqué
Corresponsal en Italia


ROMA.? Casi 24 años después de la histórica visita de Juan Pablo II a la sinagoga de esta capital, Benedicto XVI volvió a pisar ayer el mayor templo judío de Roma en un nuevo y trascendente paso adelante en el diálogo, a veces difícil, entre el catolicismo y el hebraísmo.
En un clima tenso, debido a las polémicas por la reciente reactivación del proceso de beatificación de Pío XII ?que es objetado por parte de la comunidad judía?, Benedicto XVI aprovechó la visita para volver a pedirles perdón a los judíos por las faltas que pudieron cometer los fieles católicos, e hizo un llamado para "que se sanen para siempre las heridas del antisemitismo".
"Estamos profundamente dolidos por el comportamiento de aquellos que, en el curso de la historia, los hicieron sufrir", dijo Benedicto XVI,que utilizó las mismas palabras que Juan Pablo II cuando rezó ante elMuro de los Lamentos, en marzo de 2000, un hito en la relación entrecatolicismo y judaísmo.
Con toda la carga que significa ser alemán, Joseph Ratzinger tambiénvolvió a condenar con fuerza el "drama" del Holocausto. "La Shoá representa el vértice de un camino de odio que nace cuando el hombre se olvida de su Creador y pone a sí mismo en el centro del Universo", sentenció Benedicto XVI, en un discurso que fue varias veces nterrumpido por aplausos y que concluyó con una impactante ovación.
En medio de imponentes medidas de seguridad, el Pontífice cruzó el ríoTíber y arribó al denominado gueto de Roma pasadas las cuatro de la tarde de una jornada fría y gris. El gueto de Roma es considerado el primero del mundo: fue creado en 1555 por el papa Pablo IV para encerrar en él a los judíos.
Tal como estaba previsto, Benedicto XVI dejó una ofrenda floral ante laplaca que recuerda la deportación, el 16 de octubre de 1943, de 1022 judíos romanos. Un puñado de estos, sobrevivientes del exterminio nazi, saltaban a la vista entre los asistentes a la ceremonia en la sinagoga, por sus chalinas a rayas. A ellos también les rindió homenaje el Papa: "¿Cómo no recordar a los judíos romanos que fueron sacados de sus casas, ante estos muros, y asesinados con tremenda brutalidad en Auschwitz? ¿Cómo olvidar sus caras, sus nombres, sus lágrimas, la desesperación de esos hombres, mujeres y niños? El exterminio del pueblo de Moisés, al principio anunciado y después sistemáticamente programado y puesto en práctica en Europa bajo el régimen nazi, llegó ese día hasta Roma", evocó en su discurso.
"Lamentablemente, muchos quedaron indiferentes, pero otros, incluidosmuchos católicos italianos, reaccionaron con valentía, con frecuenciaarriesgando sus propias vidas para asistir a los fugitivos judíos", apuntó.
"También la Sede Apostólica llevó a cabo una acción de socorro, confrecuencia escondida y discreta", agregó, al defender elípticamente a Pío XII de aquellos que lo acusan por su silencio ante el Holocausto. En este sentido, en su discurso de bienvenida al Papa el presidente de la comunidad judía de Roma, Riccardo Pacifici, fue más que directo. "El silencio de Pío XII ante la Shoá aún duele como un acto de omisión", disparó.
El rabino jefe de Roma, Riccardo di Segni, fue más conciliador: "El silencio de Dios o nuestra incapacidad de sentir su voz frente a los males del mundo son un misterio inescrutable. Pero el silencio del hombre está en otro plano, nos interroga, nos desafía y no se escapa al juicio".
La visita de Benedicto XVI a la sinagoga había sido precedida por varias polémicas en la comunidad judía italiana, de unas 30.000 personas. Giuseppe Laras, presidente de la asamblea rabínica italiana, de hecho, faltó a la cita para demostrar su disenso. "¿De qué puedo hablar con Ratzinger? ¿De que haya desempolvado la vieja oración en la que se pide por la conversión de los judíos? ¿De que haya aceptado el regreso a la Iglesia de los lefebvrianos, quienes niegan la Shoá? ¿Sobre la beatificación de Pío XII, que excomulgó a comunistas, pero ignoró las persecuciones nazis contra los judíos?", explicó Laras, hace unos días, al recordar así algunas de las decisiones de Benedicto XVI que enfurecieron a la comunidad judía.
La de Roma fue la tercera sinagoga que Ratzinger visita, después de la de Colonia y la de Nueva York. Seguramente fue, como él mismo dijo, un paso más "en el camino a la reconciliación y a la fraternidad".