La Caridad sin Verdad sería ciega, La Verdad sin Caridad sería como , “un címbalo que tintinea.” San Pablo 1 Cor.13.1
domingo, mayo 13, 2018
Reinado de Alfonso X | Historia de España
Alfonso X (1221-1284), conocido como el Sabio,
tuvo una destacada intervención en las campañas militares
castellano-leonesas. En el año 1264 estalló una revuelta mudejar en
tierras andaluzas, rápidamente propagada al reino de Murcia. Mientras
Alfonso se dedicaba a reprimir esa sublevación, su suegro, el rey de
Aragón, Jaime I, intervino en Murcia, con la finalidad
de apagar las llamas de aquel conflicto. Una vez sofocada la revuelta,
Alfonso X ordenó la expulsión de los mudéjares del territorio andaluz,
marchando muchos de ellos al reino nazarí de Granada y otros al norte de África. Dicha decisión tuvo graves consecuencias, pues dejó despobladas muchas comarcas de la Andalucía Bética.
El acontecimiento más relevante del reinado de Alfonso X fue su
aspiración al título imperial germánico, al que se accedía por elección y
que se hallaba vacante desde el año 1254. Le avalaba el que fuera hijo
de una alemana, Beatriz de Suabia. Una embajada de la ciudad italiana de
Pisa acudió a Castilla para animarle a que presentara su candidatura.
Los písanos dijeron a Alfonso X que era el más esclarecido monarca del
orbe cristiano. Alfonso X aceptó esa sugerencia. En 1257 el rey de
Castilla y León fue elegido emperador, poco después de qué hubiera una
primera elección, que recayó en el inglés Ricardo dé Cornualles. Se
inició a partir de ese momento una áspera disputa, conocida en el ámbito
hispano como el fecho del imperio, que duró hasta el año 1273, fecha en el que se eligió un nuevo emperador. El fecho del imperio,
al que dedico amplios esfuerzos Alfonso X, fue muy costoso para los
contribuyentes de Castilla y León. Mas al final el monarca
castellano-leonés no sacó nada en limpio. Por otra parte, Alfonso X
tuvo, en los últimos años de su reinado, enfrentamientos, tanto con
algunos sectores de la nobleza como con su segundo hijo, Sancho. Éste
reclamaba la herencia del trono, frente a los presuntos derechos de los
infantes de la Cerda, hijos del primogénito de Alfonso X, Fernando de la
Cerda, el cual había fallecido antes que su padre.
Sancho IV
(1284-1295), conocido como el Bravo, hubo de hacer frente a sus
sobrinos, los infantes de la Cerda, los cuales reclamaban el trono
castellano. A dichos infantes los ayudaba el rey de Aragón, Alfonso III.
Ahora bien, eso no fue óbice para que Sancho IV combatiera a los
musulmanes, en concreto a los benimerines, que irrumpieron por esos años
en las costas andaluzas. El monarca castellano conquistó en el año 1282
la importante plaza de Tarifa, posteriormente defendida por el magnate
nobiliario Alonso Pérez de Guzmán, más conocido como Guzmán el Bueno.
Sancho IV tuvo un duro enfrentamiento con quien había sido uno de sus
principales colaboradores, Lope Díaz de Haro, señor de Vizcaya. Lope
Díaz de Haro fue asesinado, en el año 1288, en la localidad de Alfaro,
al parecer por orden del propio monarca. Al morir Sancho IV accedio
al trono su hijo Fernando IV (1295-1312). Su corta edad exigió e
establecimiento de una regencia, a cuyo frente se situó su madre, María
de Molina. María de Molina defendió los derechos de su hijo frente a las
aspiraciones de los infantes de la Cerda, al tiempo que se enfrentaba
con otros magnates de sus reinos, que se habían sublevado encabezados
por el infante don Juan, hermano de Sancho IV. Una vez proclamado
Fernando IV mayor de edad, logró pactar con los aragoneses la concordia
de Agreda (1304), que garantizaba el dominio castellano del reino de
Murcia, excepto la zona alicantina. Asimismo, Fernando IV lanzó algunas
campañas contra los musulmanes, centradas en la zona del Estrecho. El
resultado de aquellas acciones fue la toma de la plaza de Gibraltar.
Pero la pronta muerte del monarca supuso el fin de aquellas campañas. Sancho IV “El Bravo”